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Arturo Cruz Sequeira, precandidato presidencial. LA PRENSA/JADER FLORES

Arturo Cruz: “Un país civilizado no puede tener presos políticos”

El precandidato presidencial Arturo Cruz promete liberar a los presos políticos el primer día de su gobierno. Tiene esperanzas en la Ley Renacer propuesta por senadores de EE.UU. para presionar al régimen

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Arturo José Cruz Sequeira reconoce que desde que anunció su precandidatura presidencial, el pasado 2 de marzo, su rutina diaria ha cambiado drásticamente, desde ese día tiene policías siguiéndolo a todos lados y se quedan frente a su casa cuando llega, lo vigilan 24 horas.

Está alejado temporalmente de la docencia y ahora se mantiene más atento a lo que dicen y no dicen de él, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. A estas alturas ya perdió la cuenta de las entrevistas que ha concedido.

Sin embargo, asegura estar totalmente convencido de que tomó la decisión correcta. Lo único que lamenta es que ya no tiene tiempo para leer un buen libro, como lo hacía antes de entrar al “campo minado” de la política nicaragüense.

Cruz reveló en esta conversación con LA PRENSA el nivel de protagonismo que tuvo en las gestiones para que se concretaran las visitas de diplomáticos estadounidenses en medio de la crisis de 2018. Dijo que su mayor energía la puso en la visita de Caleb McCarry, en junio de 2018, funcionario del equipo profesional del senador Bob Corker, entonces presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Aseguró además que en la visita de la delegación encabezada por el embajador Michael McKinley y Julie Chung, en enero de 2019, no se metió mucho porque ya estaba escéptico sobre la apertura de Daniel Ortega al diálogo.

Actualmente Chung es subsecretaria interina de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Valoró que la presión internacional ha perdido el interés para los nicaragüenses por su bajo rendimiento, pero aseguró que con la nueva iniciativa de Ley Renacer las cosas podrían cambiar por los “dientes” que trae esta ley.

Cruz, de 67 años, ha dejado más que clara su simpatía por el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), que encabeza Kitty Monterrey y que forma parte del bloque opositor Alianza Ciudadana. También ya dio un paso para su posible inscripción en el proceso de selección del candidato presidencial único en esa plataforma unitaria, con miras a participar en las elecciones generales del domingo 7 de noviembre, pero solo si hay garantías para un proceso electoral justo y transparente.

¿Por qué después de estar apartado del ojo público, en el lado académico, siente la necesidad de aparecer como aspirante presidencial?

Cuando ocurrió la explosión social legítima de abril (2018), me percaté que era importante estar en la vida pública y lo empecé a hacer gradualmente, de manera callada, tratando de ser efectivo en las medidas que tomaba para ir creando las condiciones de una salida electoral legítima, transparente, con reformas, que evitaran verdaderamente una descomposición mayor en términos de vida, en términos de desarrollo del país, en el tema del patrimonio de los nicaragüenses. Fue a partir de ese momento que empecé a tomar una actitud de mayor activismo, siempre con la prudencia del caso, tratando de ser lo más efectivo posible. Y hubo un momento en que sentí que tenía que subir mi perfil y que tenía que entrar en la contienda, sobre todo porque creo que hay momentos en que una persona puede tener un impacto en la vida de un país, de aquí que tomé esa decisión y la tomé consciente de lo que significaba.

Usted dijo en la presentación de su libro que muchas veces alumnos y exalumnos le habían propuesto que se postulara a la Presidencia. ¿Quién lo convenció?

Lo que dije en un sentido de que en años anteriores, cuando era profesor, los alumnos me decían: “profesor, ¿usted no ha considerado entrar a la política como candidato?”. Y siempre mi respuesta era: “prefiero seguir dedicado a la vida académica”. A medida que la situación política se volvía más compleja, estas voces fueron en aumento. Pero además de eso, otros sectores de la sociedad, de la vida religiosa, de la vida académica, de la vida empresarial, en otras instancias de la sociedad civil, empezaron a hablar de que tuviera una actitud más relevante; y empecé a discutir estos temas con la sociedad política; y hubo un momento en que me pareció que era el momento para hacerlo y lo hice. Tengo un mes de estar en este tema y ha sido un mes intenso, creo que ha sido el mes más intenso de mi vida y no me arrepiento de haberlo hecho. Siento un sentido de obligación. Me siento comprometido con este proceso.

¿Hay grupos del gran capital de Nicaragua respaldando su candidatura?

Yo no sé qué quiere decir con el gran capital. Yo sé que hay capitales fuertes, que tienen en ocasiones intereses diversos, no se puede decir que hay una posición homogénea en ese sentido. Inclusive te puedo decir que yo he sentido más respaldo de otras instancias que necesariamente de lo que se le puede denominar el gran capital. Eso no quiere decir no hay empresarios grandes, pequeños, medianos, que se sientan cómodos con mi posición electoral.

Lo que le pregunto es que si hay empresarios importantes respaldando su precandidatura. ¿Cuál sería la respuesta? ¿Sí o no?

Pueden tener simpatía, pero eso no significa que la respalden de manera tangible, pero simpatía claro, muchos la tienen, como la tienen por otros candidatos.

¿Respaldan su candidatura?

Tangiblemente valdría la pena ver esos temas más adelante, pero por ahora hay simpatía, que no se traduce necesariamente en recursos tangibles. Yo creo que los empresarios de este país, como diferentes fuerzas, están esperando cómo terminamos con una oposición unida, lo cual es sensato. Creo que cuando llegue el momento, ellos van a tomar sus decisiones de si van a apoyar tangiblemente a ese candidato.

Relación con el partido CxL

Usted fue asesor del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL). ¿Cómo se dio ese acuerdo para nombrarlo asesor?

Básicamente es una decisión que toman los miembros del partido de invitarme a asesorarlos, cosa que hice, y posteriormente me pidieron que me retirara, precisamente por un tema que tiene que ver con la credibilidad del partido y de que su proceso de inscripción tenga la amplitud del caso. Eso ocurrió en un momento que me invitaron a mí, así como a Humberto Belli, Bosco Matamoros, y como vi que era un grupo interesante, me pareció bien ser asesor de ellos. Además, recordá que en el 2019, a finales del año, AmCham (Cámara de Comercio Americana de Nicaragua) me invitó a dar una presentación. En esa presentación yo dije que era inteligente como opción política escoger un vehículo ya establecido, porque la pretensión de querer crear una nueva sociedad política en un contexto como el que vivimos, me parecía poco viable: de que a una organización le fueran a dar representatividad electoral. Entonces desde ese primer momento yo insistí en la importancia de un vehículo en el que podíamos crear una fuerza unificada.

Arturo Cruz en la sede del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), el pasado 24 de marzo, donde llegó para conocer más información sobre la inscripción de precandidatos presidenciales, como parte del proceso de selección del candidato único de la oposición del bloque Alianza Ciudadana. LA PRENSA/Archivo

¿Después de eso le propusieron ser asesor?

No, pasaron meses. Yo di esa presentación en AmCham, hubo muchas reacciones a ella, algunos muy críticos por supuesto; después regresé a mi trabajo personal, político, pero con el perfil bajo del caso y no fue en ese momento que me propusieron, me propusieron en otro momento.

¿Quién lo propuso?

Me lo ofreció obviamente, Kitty Monterrey (presidenta de CxL) con el respaldo de otros. Quiero decir que mi funcionalidad en el grupo asesor tampoco fue bastante activa, pero sí en algunas ocasiones tuve la oportunidad de expresar mi punto de vista.

¿En qué consistió su asesoría?

Bueno, cosas que ocurren en el momento (por ejemplo): ¿qué pensás vos si hacemos esta cosa o hacemos otra?… Y yo daba insumos, ellos tomaban sus decisiones. Y muchas veces no necesariamente los tres (asesores) coincidíamos en procedimiento de cómo actuar, pero había mucho respeto, por eso me sentí muy a gusto en ese grupo.

Los “traumas” con la izquierda

¿Usted aconsejó que mantuvieran esa actitud de no querer siquiera conversar con los grupos que ellos llaman de izquierda?

Yo, en ese sentido, nunca he sido alguien que no se siente a gusto con diferentes grupos. Yo soy un gran creyente de que toda sociedad política debe coincidir en un centro vital, por eso siempre he insistido en que las sociedades políticas estables son las que tienen una derecha liberal democrática tolerante; y por el lado de la izquierda, una suerte de socialdemocracia, centro izquierda democrática tolerante. El problema es cuando la izquierda está en el extremo o la derecha está en el extremo; y de lo que se trata es crear un centro vital, donde coincidimos en lo fundamental y, por lo tanto, cuando llegue el momento de la gobernanza, tener una suerte de dirección que te facilita ir creando un desarrollo económico sostenido. Cuando tenés polarización: izquierda destrucción, derecha dura, básicamente lo que tenés es destrucción.

Le pregunto eso porque CxL se ve reacio a acercarse a los grupos de izquierda.

O la izquierda reacia a acercarse a la derecha, y ese es un problema que tiene que ver con las dudas históricas de este país. Hay que recordar que aquí hubo una revolución radical en los años ochenta, aquí hubo confiscaciones, aquí hubo encarcelamientos de miles de nicaragüenses, aquí hubo una inflación de 3 mil por ciento, aquí hubo una anulación total del sector privado y entonces quedó una suerte de trauma. Ahora bien, en el noventa empezó un proceso diferente, pero no hay duda que todavía quedaron unas reservas en cuanto a lo que era el sandinistas, independientemente de cómo se denominara, que creara esa animosidad.

Existe temor de acercarse a los grupos de izquierda.

Creo que hay un temor entre todos nosotros, eso es indiscutible.

¿Entre los grupos de derecha?

Entre los nicaragüenses como sociedad. Aquí hay remanentes de polarización muy fuertes y en cierta manera creo que el gran perdedor en los últimos 40 años de la historia de Nicaragua no es el somocismo, mirá qué paradoja, es el sandinismo. Inclusive, en esta nueva Nicaragua no hay carga mayor que haber tenido una colaboración mínima, aunque sea temporal con un gobierno sandinista. Paradójicamente haber trabajado con un gobierno de Somoza no se ve tan mal, eso te demuestra el gran balance, el desastre de los ochenta. Un desastre que llevó a que nuestro PIB por habitante en Nicaragua siga siendo el de 1977. Claro aquí hay mucho temor.

Creo que hay aquí una izquierda que empieza a evolucionar, pero no le pidás a gente que está en el otro lado que tan fácil acepten esa evolución.

¿Cuál es esa izquierda que está comenzando a evolucionar?

Yo veo a algunos individuos. Todavía eso está por verse. Inclusive, ¿cómo serán sus reservas que tienen con su propio apellido que se lo están cambiando?

¿Quiénes?

Bueno, el MRS ahora se llama “Cambio” (Unamos), es decir, ya no quieren tener el apoyo del sandinismo.

¿Cree que estén evolucionando?

Veo algunas señales, independientemente de que sigan muchas veces actuando con la dureza de un movimiento de izquierda y golpeando y queriendo imponer voluntades que me parecen fuera de lugar, pero la esperanza mía es que esta sociedad vaya evolucionando en una dirección donde todos coincidamos en una suerte de centro vital, donde tenés partidos que se identifican en lo fundamental. El éxito de Costa Rica, por ejemplo, por muchos años fue de que no había polarización. ¿Cuál fue el problema de El Salvador en otro momento? Fue la polarización. Inclusive, la polarización se presta muchas veces a que surja una fuerza dominante. Y por eso es importante que tengamos partidos que coincidan en lo esencial. Hasta cierto punto yo puedo creer que debe haber una esfera pública activa, pero sin negar la esfera de lo privado. Esperemos que la izquierda, que prefiere una esfera pública más activa, ahora reconozca que sin empresa privada no hay crecimiento, no hay desarrollo, no hay empleo.

¿Considera usted que una opción electoral que solo plantee propuestas desde la derecha conquistará suficientes votos como para ganar una elección con las dificultades y trampas que presenta este proceso electoral? Porque aquí el reto es entusiasmar a la gente para que salga a votar en medio de todas las adversidades que la dictadura pone.

Personalmente, creo que la izquierda en términos de representatividad electoral es muy pobre. Eso no quiere decir, sin embargo, que pueden ser parte de un proyecto de unidad. La pregunta es en qué proporción de su peso relativo. También porque creo que es importante, para la óptica de la unidad, no necesariamente en términos electorales, pero definitivamente sí creo que conviene tener un vehículo donde haya cabida para las diferentes fuerzas. Ahora, ahí viene la pregunta, para manejar el vehículo quién va a adelante, quién va atrás, quién va en el maletero, y yo creo que eso tiene que ser en representación a su cuerpo social electoral y a su potencial electoral.

Lo que me dice es que los grupos de izquierda no tienen gran fuerza electoral en Nicaragua.

Yo tengo mis reservas. Yo sí creo que si vos me preguntás a dónde está la mayoría de los nicaragüenses, yo te diría que están en lo que podemos caracterizar como una derecha, porque es una sociedad más tradicional y que tiene ciertos atavismos históricos en función a lo que representamos los partidos de antes, entonces, lo que hay es una decepción con los liderazgos, pero no necesariamente con la marca electoral. En 2006, la marca electoral eran los liberales, lo que pasa es que se dividieron, pero vos sumás la marca de los liberales y era la dominante. Cuando yo he ido al campo de este país, sentís que el liberalismo como partido e ideología política tiene un piso muy grande, muy arraigado en la sociedad rural nicaragüense, es impresionante. Lo que ocurre es que existe una decepción histórica, por ejemplo, con el PLC, que se desconectó totalmente de su base.

¿Por qué no firmó el documento Unidad, Nicaragua Primero? Es el único precandidato que no lo hizo. ¿No piensa apoyar a un candidato único de la oposición si no es usted?

Yo me siento muy a gusto con los principios de la Comisión (de Buena Voluntad). Cómo voy a estar en contra de la unidad, cómo voy a estar en contra del candidato único. Pero seamos francos, yo creo que uno de los problemas de la sociedad nicaragüense es que hay una gran desconfianza y yo soy un gran creyente de que tenemos que partir de la premisa y que le tengo que dar el beneficio de la duda al otro y siempre he actuado con base en eso. Pero también yo recibí de parte de don Fabio (Gadea) una carta insidiosa y a mí no me dejó de crear esa inquietud. Entonces, yo sentía que había una suerte de trampa, una suerte de emboscada demasiado obvia en función a mi persona. Cuando yo veo los que están detrás de estas personas con principios honorables, hay algunos de ellos que han sido increíblemente, para ponerlo de manera educada, duros conmigo, diciéndome cosas que son insultantes para mi persona. Yo soy un gran creyente de que la discusión es de ideas, yo no personalizo mis diferencias, pero cuando ya personalizás, ya tenés que tener tus preocupaciones.

Es porque no confía.

Yo parto del supuesto que vos venís aquí a tener un intercambio genuino conmigo, donde no traés “el trompo enrollado” de quererme destruir o de quererme hacer ver mal. Pero si yo tuviera en una situación donde sé que los que están detrás de una comisión —lo han expresado abiertamente en sus tuits de años atrás, no de ayer, de manera personal—, es lógico que yo voy a tener mis reservas, que se confirma con la carta de don Fabio (Gadea), que fue personal. Me hubiera gustado una carta donde discutimos conceptos. Me vi obligado a responder esa carta. Desde mis años de juventud, en Costa Rica, en el exilio, durante los ochenta, siempre le tuve un gran aprecio a don Fabio y yo viví con él en Costa Rica, tuvimos muchas experiencias, así que siempre mis respetos por él. Es la carta que más me ha costado responder.

¿Por qué se le ve reacio a acercarse a otros políticos que no son de la Alianza Ciudadana? Le pregunto esto porque no se quiso reunir con la Comisión de Buena Voluntad (CBV), tampoco con los otros precandidatos.

No hay duda alguna que son compatriotas y merecen todo mi respeto. Ahora, a veces tengo que tomar ciertas decisiones en función a un cálculo político, que es legítimo, como ellos toman sus decisiones sobre la base de sus cálculos políticos, después de todo estamos en una contienda electoral.

¿Por cálculo político no acepta reunirse con los precandidatos?

No necesariamente, te estoy diciendo que uno toma cálculos en cuanto a los plazos, pero lo que sí te puedo decir, y esto es importante que quede claro: no puede haber cálculo cuando llegue el momento de la unión, tenemos que realmente resolver. Y yo soy creyente que tenemos espacio para hacer eso y creo que sin unión, políticamente hablando en un contexto electoral, estaríamos en una situación compleja. Te lo digo porque creo que la sociedad nicaragüense quiere unión, porque si vamos a unas elecciones, independientemente si fuesen incluso competitivas, pero vamos divididos, lo más probable es que la abstención va a ser alta.

No puede haber cálculos cuando el plazo histórico es unirnos todos y allí es cuando vamos a tomar nuestras decisiones. Inclusive decir: yo no soy un contendiente válido, tal vez es otro. Es fundamental esa decisión.

¿Y particularmente por qué no se reunió el pasado 26 de marzo con los precandidatos presidenciales?

En parte porque tal vez tenía otros compromisos y también había que preguntarle eso a otros candidatos. Yo recuerdo que les planteé mi interés de hacerlo, pero estaba comprometido ya de antemano. Pero no fue algo para mí trascendental, irse a tomar fotos a un hotel. Esta es un situación que para ellos fue una situación seria de reunirse y tenían el tiempo para hacerlo.

¿Cómo cree que se puede lograr un acercamiento entre la Alianza Ciudadana y la Coalición Nacional para lograr la unidad opositora?

En este momento la Coalición (Nacional) está muy alborotada. La situación en su interior, la lista de diputados que en el mejor de los casos uno lo puede caracterizar como un ejercicio excéntrico. Pero también, en conversaciones que yo he tenido con algunos de sus miembros me dicen que algunos de ellos están pensando de que aún con reformas electorales no hay que participar en una contienda donde el régimen está establecido, que primero hay que salir del régimen para después tener la contienda. Yo todavía no creo que tengan una decisión estratégica como Coalición, de cuál debe ser el eje de acción. Ahora, dejemos que ellos resuelvan sus desavenencias y miremos más adelante si podemos encontrar un mecanismo de convergencia.

Presos políticos

Hay quienes dicen que no se debe ir a elecciones con presos políticos, que primero se debe forzar a la dictadura a que libere a esos 113 nicaragüenses. ¿Usted qué opina?

Primero que todo, obviamente no pueden haber presos políticos en un ningún país, bajo ninguna circunstancia, pero si vamos a elecciones todavía con presos políticos, estemos claro de algo, que el que gana inmediatamente tiene que liberarlos al día siguiente. Hay que tener un sentido de inteligencia política, porque ¿quién no quiere que los presos políticos salgan mañana?. Un país civilizado no puede tener presos políticos. Si yo llego a ser el presidente de Nicaragua, el primer día, no he entrado ni siquiera a mi escritorio, cuando estoy firmando un decreto de liberación de los presos. Por otro lado, si vamos a esperar a que el régimen salga, será una experiencia tal vez de muchos años, por ahora, sin embargo, hay que seguir presionando para que tengamos elecciones con reformas creíbles y eso es indispensable.

Ahora, si por otro lado, para algunos no hay reforma aceptable suficiente sin que el régimen se vaya del país, pues cuidado que vamos a pasar muchos años en esto. Puede ser que inevitablemente suceda, pero por ahora tratemos de tener un desenlace electoral inteligente para el país, lo menos sangriento posible para el país, lo más pacífico para el país, porque esta sociedad sinceramente está ansiosa de tranquilidad, de una tranquilidad donde no hay impunidad, pero tampoco hay vendetta. Por eso es que yo creo en la importancia de la unidad, porque sin unidad es muy difícil también ganar la mayoría calificada, que es necesaria para cambiar.

Usted ha dicho que hizo gestiones con “discreción y prudencia” para apoyar una salida a la crisis en 2018. ¿Cuáles fueron esas gestiones y qué resultados tuvieron?

Yo en un podcast el 26 de abril de 2018 hablé del aterrizaje suave y ¿en qué consistía el aterrizaje suave? En dos cosas fundamentales: reformas electorales y elecciones adelantadas. ¿De qué se habla hoy? De reformas electorales. Pero además de eso, empecé a tener con otros compatriotas relevantísimos, muy conocidos para muchos nicaragüenses, pero con mucho sigilo tomaron la decisión de empujar un proceso con la ayuda de la comunidad internacional, que llevaran a este régimen a una situación donde tuvieran que adelantar elecciones y que tuvieran que dar las condiciones competitivas. Desgraciadamente no caminó y no te pudiera dar alguna explicación de por qué no caminó, pero ese fue un esfuerzo supremo que se hizo y que verdaderamente en algún momento tuvimos la esperanza de que podía funcionar y que hubiera ahorrado más muerte, más represión, desgraciadamente no ocurrió, pero ese era el propósito.

Además de la propuesta, ¿qué gestiones hizo usted?

Fue una propuesta que después tuvo una serie de medidas, de iniciativas, de viajes, de recursos, de mover actores de diferentes puntos y que se concretizó en una serie de iniciativas.

¿Una de las iniciativas fue la visita de Caleb McCarry?

Caleb McCarry, por ejemplo, que vino a Nicaragua precisamente el 9, 10 y 11 de junio (2018) y que fue una iniciativa muy interesante porque tenía el apoyo del Departamento de Estado (de Estados Unidos), tenía el apoyo del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, tenía el apoyo de los actores relevantes de Nicaragua, que estaban en la oposición.

Cuando él viene a Nicaragua el 9 de junio, por casualidad venía con él en el avión, bajo y veo que hay un mar de periodistas y me preguntan: —¿Qué debemos hacer?—. Y es cuando yo les dije: una salida inteligente sería una elección adelantada, porque de eso se trataba el viaje de McCarry.

Arturo Cruz, ex embajador de Daniel Ortega en Washington, califica de salida inteligente anticipar elecciones para superar crisis política en Nicaragua
Arturo Cruz en el Aeropuerto Internacional de Managua, el 9 de junio de 2018. Llegó al país el mismo día que la delegación diplomática de Estados Unidos, encabezada por Caleb McCarry. Foto LA PRENSA/Jader Flores

¿Qué se pretendía con la reunión de McCarry?

Él tenía instrucciones de hablar, de colaborar con Laura (Dogu), que era la embajadora, y de reunirse con la Iglesia (católica), con los miembros de la sociedad económica, con los miembros de la Alianza (Cívica) y por supuesto con la familia imperial (Ortega-Murillo), como le llamo yo, con quienes tuvo reuniones en tres ocasiones, y en esas discusiones llegó un momento en que Ortega le comunicó a Caleb de que estaba anuente, que no quiere decir que está dispuesto, pero que estaba anuente a discutir el tema de las elecciones adelantadas.

¿Por qué no resultó nada positivo?

Allí hay una discusión de no terminar, donde hay diferentes interpretaciones. Creo yo que fue por uno de los grandes problemas en ese momento, el Departamento de Estado tuvo temor a verse involucrado en una negociación y por eso es que al final, y por las reservas de otros nicaragüenses de negociar con un gobierno que ya tenía las manos manchadas de sangre, este es un gobierno sin credibilidad en cuanto a su capacidad de cumplir con su palabra, y el proceso terminó verdaderamente en una situación donde él pasó dos noches en Nicaragua y decide partir de regreso.

Pero todavía en enero de 2019 vino el embajador (Michael) McKinley, que fue ya el último gran esfuerzo de la diplomacia norteamericana, de buscar cómo sacar este régimen a través de una vía electoral adelantada y con credibilidad.

¿Qué pasa después del viaje del embajador McKinley?

Verdaderamente quedó demostrado la renuencia del régimen de buscar esa vía (salida electoral), porque el embajador McKinley en varias ocasiones insistió en regresar, pero las puertas se las cerraron en El Carmen y ahí es donde uno verdaderamente comienza a preguntarse si hay voluntad y apertura hacia una salida política que en el momento pasado, vuelvo a insistir, era por elecciones adelantadas y de reforma electoral.

¿Quiere decir que la reunión con McCarry no funcionó porque Estados Unidos no quiso negociar?

No, todo lo contrario. Los Estados Unidos estaban en la mejor disposición, pero no querían ser los mediadores, porque creo que esa fue una de las condiciones que pidió Ortega: que Estados Unidos, entiéndase él (McCarry) y la embajadora, alineados de alguna manera fueron como testigos entre comillas de buena voluntad en una discusión entre él y representantes de la oposición o de la Alianza. Entonces creo que el Departamento de Estado, me da la impresión, aquí estoy especulando, que en ese momento estaba bajo el cargo de (Francisco Luis) Palmieri, dicen: —No, esperen, una cosa es que los nicaragüenses conversen entre ellos y otra cosa es que estemos como testigos o mediadores—. Y creo que eso contribuyó a que la cuestión no avanzara, pero tal vez nunca hubo buena voluntad de Gobierno, lo que había era una situación de posiciones tácticas de comprar tiempo. Hay que recordar que la llamada “operación limpieza” empieza en junio.

Entonces, claro, había todas estas dudas, todas estas reservas, pero obviamente, había que hacer un esfuerzo. Y obviamente, para hacerte franco, yo creía que mis destrezas, mi ventaja competitiva estaba más en ese tipo de iniciativas y te estoy diciendo lo que yo viví, lo que yo experimenté, porque Caleb se quedó aquí nomás en la casa de la embajadora Laura Dogu y en ocasiones yo me reuní con él, como tuve conversaciones de la sociedad religiosa, de la sociedad empresarial y de la propia Alianza. Es decir, donde conversábamos sobre todas estas iniciativas y así lograr realmente algo que nos pudiera llevar a un desenlace feliz, desgraciadamente no fue así.

¿Cuál era el plan de Michael McKinley y Julie Chung?

Vinieron en esa línea siempre. Yo tengo la sensación que el embajador McKinley salió con mucho optimismo de esa reunión. McKinley es un embajador de enorme prestigio en Estados Unidos, es de los pocos embajadores que tienen un rango especial. Y por supuesto, un embajador de esa categoría merece todo el respeto, pero yo nunca comprendí ese optimismo con el que sale de esa reunión. Yo ya para entonces estaba más aplastado ante la realidad que estábamos viendo y con mayor escepticismo.

¿Por qué no tuvo resultados positivos esta última reunión tampoco?

No sé, porque ahí con toda sinceridad sí tuve una participación en esa gestión bastante periférica. Creo que en la otra gestión sí tuve mayor protagonismo porque conocía a los actores. Yo obviamente sé quién es el embajador McKinley, pero yo creo que ellos quisieron manejar esto con mucha más reserva, en su iniciativa. De lo que sí te puedo garantizar, porque yo sí en eso tuve un poco más de protagonismo, fue en su insistencia en regresar y en la cerrazón de El Carmen a su regreso.

¿Puede señalarnos las reformas electorales que usted consideraría suficientes para participar es un proceso electoral mínimamente justo y transparente?

Yo soy un gran creyente de la observación internacional y nacional, para mí es indiscutible. Estoy hablando de observación legítima con la potestad de hacer conteo rápido y entre más instancias internacionales hacen el conteo rápido mejor, porque yo creo que eso le va a dar confianza a muchos nicaragüenses, suponiendo que tenemos esa opción del vehículo unificado, que es lo que se llama el voto útil. Entonces, necesitás por un lado tener el sentido del voto útil, pero también necesitás observación internacional, porque la gente se va a sentir segura de que su voto va a valer. Hay otras consideraciones indiscutibles, la depuración del padrón, cómo verdaderamente se van a administrar las mesas electorales, cosas que son elementales. Obviamente yo quisiera el proceso electoral más creíble, más transparente. Inclusive, cierta representación en el Consejo Supremo Electoral es importante, pero una representación de gente decente. Pero si vas a reemplazar a dos por otros dos como antes, eso no tiene sentido.

¿Qué ocurre si no dan esas condiciones?

Si no te dan esas condiciones —inclusive libertad de movilización, que están obvia que no la mencioné—, en ese momento como sociedad política, como movimiento, como partido ¿qué hacés donde no hay lo mínimo? ¿Participarías en un estafa? Es bastante complicado. Hay gente que te dice que hay que participar porque participando con fuerza y con activismo la gente va a desbordar las mesas electorales y entonces si hay fraude es evidente, y que entonces esta sociedad va a crear la presión, una exigencia tal, y la comunidad internacional va a estar presente. Inclusive pueden crear presiones sobre otras instancias del Estado nicaragüense. Hay que ir paso por paso.

Ley Renacer

Después de todos los intentos que se han hecho —y han fracasado— para que Ortega dé una apertura electoral, ¿qué tiene que suceder (a nivel nacional e internacional) para que esto suceda?

Yo creo que empieza a haber una sensación entre los nicaragüenses de que la presión internacional es relativamente marginal y creo que hay un cansancio con esa presión, y sobre todo pareciera, y voy usar una expresión que usamos en economía, una rendimiento decreciente. Sin embargo, creo que con la Ley Renacer hay unos esfuerzos democráticos que antes no los había y, además de eso, en concierto con el resto de las naciones, con Europa y los países de América Latina, que sí van a poner una presión muy fuerte sobre el régimen y que definitivamente puede traer ventajas adicionales en un proceso de forzar una apertura electoral. Creo que esta ley es interesantísima y creo que la estamos viendo como algo menor, ya con cansancio, pero qué paradoja que una ley que trae dientes, la estamos viendo con cierta distancia. Es una ley que tiene el consenso de los dos partidos y tiene senadores de un peso excepcional, que seguramente el presidente (Joe) Biden no va a poder obviar.

Me preocupa algo, la rapidez con que el proceso legislativo va a caminar en este tema en Estados Unidos. Yo en un primer momento creí que iba a ir a una velocidad mayor. Ojalá que me equivoque, en el sentido de que no estoy viendo esa velocidad. Pero si tiene la velocidad requerida, este es un proyecto de ley que puede estar en cuestión de dos meses firmado por el presidente Biden. Y (esta ley) hay que estudiarla en detalle porque es muy interesante.

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