Debutó a los 15 años en la primera división. Jugó en tres décadas diferentes y en el futbol hondureño en 1999. Marcó goles de todos los colores a nivel nacional e internacional con selecciones y en torneos de clubes de Concacaf. Fue campeón goleador y nacional con el Diriangén y Ferretti, más dos récords nacionales que se mantienen vigentes: nueve goles en un partido y 32 en 18 jornadas en 1997-98. “Nunca pensé rendir tanto, cuando empecé era un chavalo que no pensaba en esto, ahora lo estoy disfrutando”, indica José María Bermúdez, quien trascendió en el futbol nicaragüense y su carrera será inmortalizada este lunes cuando sea exaltado al Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense.
Bermúdez hace un repaso con LA PRENSA sus mejores momentos de su carrera, peores momentos y las personas que lo inspiraron dentro y fuera de la cancha.
¿Qué significa para vos ingresar al Salón de la Fama?
Me siento feliz de estar en un lugar donde están grandes atletas de Nicaragua, lo más importante es ser reconocido en vida y disfrutarlo con la familia porque muchas veces pasé alejado de ellos por estar entrenando con selecciones o equipos. Este es un logro que conlleva mucho sacrificio tanto de la familia como personal porque hubo momentos que entrenaba, trabajaba y estudiaba (es licenciado en administración y derecho). Este reconocimiento personal es fruto de un trabajo en equipo porque dependía mucho de mis compañeros para hacer los goles. A los exjugadores de Diriangén, Real Estelí, Ferretti y América que me felicitaron les dije que eran parte de esto, e igual a los técnicos como Florencio Leiva y Mauricio Cruz.
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¿Quién es la persona que te inspiró en tu carrera?
Desde que nacieron mis hijos, ellos, pero antes mi padre ( José Maria Bermudez Gonzalez). Siempre estuvo a la par diciéndome que siguiera jugando y sobresaliendo, que jugara futbol pero no perdiera de vistas mis estudios porque la vida del futbolista era corta y cualquier podía pasarme algo o viene otro y el equipo me desechaba. Me decía que debía prepararme siempre y fue algo que siempre tuve presente. Siempre vi el ejemplo de mi papá, quien fue futbolista y me decía ‘este señor era de calidad, hizo y deshizo’. Eso me inspiró para dar mi máximo esfuerzo.
¿Cuáles fueron tus mejores momentos como futbolista?
Sin duda con el Diriangén. Los nueve goles en un partido, que sigue siendo un récord nacional, tuve la mejor temporada de un delantero con 32 goles en 18 jornadas. Pasamos a una segunda fase de la Copa de Campeones de Concacaf 1997, ganando al Euro Kickers de Panamá y Alajuelense de Costa Rica, a quienes les marqué goles, las eliminatorias mundialistas contra Guatemala 1996.
Los defensores que más te costaron enfrentar…
Octavio Mayorga, Otoniel Olivas y Eithel González, aunque había muchos jugadores buenos en su momento como Ronaldo Molina, quien estaba en Diriangén, pero con quien tuve mucho roce fue con Octavio Mayorga, siempre, cuando jugaba contra él era marca fija en los partidos Bautista-Diriangén, él no se me despegaba, me hacía botar la gorra a veces, pasaba hostigando todo el partido, sin embargo hubo sus momentos que se descuidaba, le marcaba gol y ganaba la batalla.
¿Quién es el mejor jugador que viste jugar?
Mauricio Cruz. Para mí era un jugador supercompleto. A pesar de no ser grande era fuerte, técnico, muy inteligente para jugar. Era pequeño y hacía goles de cabeza. Una cosa que siempre le admiré fue la forma como cubría el balón, lo difícil que era sacárselo.
Esa distinción, ¿a quién se la daría en los últimos 20 años?
Hay muchos jugadores con cualidades distintas. (Samuel) Wilson era un jugador con una técnica exquisita, Juan (Barrera) es un jugador desequilibrante e incidente en el juego. Turquitín (Henry García) para mí es un jugadorazo, no tiene el tamaño de otros pero te puede cambiar un partido, (Carlos) Chavarría vivió su momento y Ariagner es otro jugador con muchas proyecciones. No me inclino por ninguno porque todos tienen diferentes características.
¿Cómo estaría conformado un equipo con los jugadores más talentosos que viste jugar?
Es muy difícil. Había muy buenos jugadores en mi época. No sería capaz de decirte un once ahorita, porque si dejo alguien fuera que quizás no me acuerde, eso no me lo perdonaría. Estuvo con jugadores de diferentes épocas como (Reynaldo) la Cuerda Cruz, Harry Cruz, Sergio Gago, Armengol González, los hermanos Molina (Ronaldo y Martín), gente muy buena. En Managua había otra camada como (César) Rostrán, Freddy López, gente que marcaron esa época. Para mí es complicado.
¿Cuál gol de los 169 marcados en la primera división es el más especial?
Un gol que le hice Masachapa. Habían hecho un trabuco porque contrataron a un guatemalteco de apellido Flores, Samuel Padilla, Iván Ramírez, Iván Bravo, Hamilton West, Chivo Cortez, entre otros. Los medios le dieron seguimiento y le metieron morbo preguntándose qué sería capaz de hacer Diriangén. Ganamos 1-0 con un gol mío de cabeza y esto que no era buen cabeceador. Aún guardo la imagen celebrando el gol con las manos abiertas y gritando el gol.
¿Y en selecciones nacionales?
Uno que le marqué de tiro libre a Honduras en Copa Centroamericana 2001.
¿Con qué momento te quedás de tu paso en las selecciones?
Con uno de los Juegos Centroamericanos donde marqué el mejor, el gol contra Honduras en Copa Centroamericana 2001, las eliminatorias mundialistas contra Guatemala en 1996: perdimos 0-1 y 2-1 pero tuvimos muchas oportunidades para ganar y nos faltó puntería. Esa fue una de las mejores selecciones que conformé junto a los hermanos Orellana (Juan, Mario y Diego), Livio Bendaña, César Rostrán, Armengol González, Ezequiel Jerez, Eitthel González, Harry Cruz, Sergio Gago, Héctor Pérez, Mario Gastón. Era un buen grupo.
Aquella generación casi no se conocerá mucho en el futuro como la actual, por lo que han logrado, ¿qué tiene esta que le faltó a aquella y viceversa?
A nosotros nos faltaron oportunidades de enfrentar a los rivales actuales de las eliminatorias. Antes estábamos encerrados a nivel de Centroamérica y nos tocaba Guatemala, Honduras o Panamá, que nos sacaban en la primera ronda. Ahora es más abierto, hay más oportunidades. Eso es lo único que no tuvimos porque en modo de juego y talento, creo que no hay nada que envidiarnos unos y otros.
¿Te has imaginado cómo te hubiera ido jugando en estos formatos actuales?
Si en aquellos tiempos logré hacer algunos, en este hubiera marcado más, pero nunca me he imaginado jugando en esta nueva generación, porque me quedo con la mía, creo que ahí pasamos buenos exámenes contra buenas selecciones.
¿Lo más duro que te tocó vivir en tu carrera?
En primera división, ir a entrenar y jugar sin comer, pasé mucho tiempo cobrar en sacrificando mucho. En selecciones empezamos ganando 1-0 a Honduras en 2001 y nos ganaron 10-2. Eso fue realmente duro para nosotros como jugadores. En la Copa Centroamericana de 1997 andábamos vestidos cada quien como podía, un gallopinto. Panamá andaba tanta ropa de presentación que no le dio tiempo de marcarla con su logo, que Percival Piggot, a quién conocía por los torneos clubes, nos dijo que si no nos incomodaba nos regalarían una mudada de presentación. Hubo tiempo que estábamos sin viático, nos íbamos al “ride” a entrenar al Cranshow.