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Actualmente Juan Carlos Ugarte tiene 68 años y vive en Miami. LAPRENSA/GERMAN GARCÍA

La historia del primer árbitro Fiba de Nicaragua

En agosto de 1981 Juan Carlos Ugarte se convirtió en el primer árbitro Fiba de Nicaragua, dos años después había decidido darle un giro drástico a su vida

Cuando era pequeño, a Juan Carlos Ugarte le gustaba ver baloncesto en el gimnasio del Colegio San José de Bluefields. Él estudiaba en el Colegio Moravo, pero por las tardes se acomodaba en una esquina religiosamente en las instalaciones del otro centro de estudio, pero un día todo cambió. El responsable de las instalaciones del colegio conocido como “el hermano Fabián” le preguntó si estudiaba ahí: “le dije que no, entonces me comentó que era el indicado. A los minutos me dio el silbato para que fuera el árbitro del partido. Era un duelo interno y querían a alguien neutro”. Así fue como inició su aventura impartiendo justicia en los tabloncillos hasta convertirse en el primer árbitro Fiba en la historia de Nicaragua.

Con el paso del tiempo Ugarte se mudó a la capital. Leyó un anuncio en LA PRENSA sobre que el profesor Eugenio Leytón daría clínicas de baloncesto. Tan solo era un joven que cursaba segundo año de la secundaria. Apenas llegaba a los 15 años y sentía que era su vocación. Confiesa que siempre quiso ser deportista, pero supo rápidamente que no tenía las cualidades para ser un buen atleta, sin embargo con el silbato se sentía pleno, cerca de la acción, siendo la persona clave para el desarrollo del juego. Caminaba 50 cuadras todos los días para asistir al curso y los que aprobaron fueron enviados a pitar encuentros colegiales: Goyena vs. La Salle, Pedagógico vs. 1 de Febrero. “En ese entonces esos partidos volvían locas a las personas. Había otro ambiente, era emocionante”, relata.

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Y así se mantuvo ganando experiencias año tras año. Saltó a la Universidad Centroamericana (UCA) a estudiar Derecho y no soltó el silbato. Continuó en Segunda División, trabajaba en el área de deportes de la universidad en la coordinación de los equipos de la alma mater hasta que recibió una oferta del cronista deportivo Edgar Tijerino para ser parte del naciente Instituto Nicaragüense de Deportes (IND). “Yo siempre me he considerado una persona justa. Y esa cualidad ha sido clave en mi vida. Recuerdo cuando se jugaban finales o partidos entre la UCA y Caminos, que era la mayor rivalidad, me pedían que fuera el que pitara por mis buenas credenciales, a pesar de trabajar en ese entonces en la UCA. Nunca fui cuestionado ni polémico, era justo. Lo más fuerte que recibí fue una semilla de jocote por molestias de algún aficionado”, rememora Ugarte.

El aval de Fiba

Mientras trabajaba en el IND, Ugarte se pudo probar en los campeonatos Carlos Ulloa, en donde el nivel era elevado y venían equipos internacionales, desde los cubanos hasta los soviéticos. Ugarte, conocido como el Mago, no desentonó. “Cuando estaba en el IND me dijo Francisco Zambrano, que era el presidente de la Federación de Baloncesto, haber recibido una invitación para dos personas a Cuba, a la cuarta clínica de baloncesto para árbitros Fiba del Caribe. Ahí estaban representantes de todo el continente y no dudé en aceptar. Así es como me fui a capacitar. El otro fue Armando Robleto, que era un profesor de educación física”, cuenta Ugarte, quien se graduó en agosto de 1981. Desde ese entonces continuó creciendo en Campeonatos Centroamericanos y también del Caribe, hasta que decidió en 1983 darle un giro drástico a su vida: salir de Nicaragua a Estados Unidos. “La idea era irme a República Dominicana e hice una parada en Miami, al final me terminó gustando vivir acá, pero tuve que trabajar en otras cosas y olvidarme de la pasión del baloncesto”.

Al tirar de la cinta de su pasado Ugarte se llenó de nostalgia durante toda la entrevista, pero dice no arrepentirse de nada. “Seguramente hubiera seguido creciendo y tal vez hasta hubiese ido a un Mundial, quién sabe, pero era necesario abandonar el país en los años 80. Ahora disfruto de los frutos de haber conseguido una gran familia”, concluyó.

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