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Jonathan Loáisiga juega beisbol desde que tenía siete años de edad. Destacó en los campeonatos infantiles. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

La asombrosa historia de Jonathan Loáisiga, el nica que triunfa con los Yankees de Nueva York

Es el nicaragüense del momento en el beisbol de Grandes Ligas. Hijo de un beisbolista y de una obrera de la zona franca, se crió con la familia materna. La bonanza llegó a su vida, pero sigue siendo igual que de niño: medio rebelde, malcriado, pero también humilde, callado y bondadoso. Es el primer “yankee” nica

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El 12 de junio de 2018, Melba Aguirre escuchó sonar su teléfono celular. Vio que la llamada era de su hijo, realmente su nieto, Jonathan Loáisiga.

—Mamá, mamá, te voy a decir algo.

—¿Qué? ¿Algo malo me vas a decir?

—No mamá, es algo bueno.

—¿Qué hijito?

—Me treparon a Grandes Ligas mamá.

—¡Ay, bendito sea Dios! ¡Alabado sea el Señor!

La emoción de Aguirre no impidió que ella hablara y hablara. Loáisiga también se escuchaba emocionado al otro lado de la llamada. La noticia llegó en segundos al abuelo-padre de Loáisiga, Efraín Estrada y después a la mamá del jugador, Fátima Estrada.

Don Efraín Estrada no tiene palabras para recordar aquel momento. “Eso era lo que más deseaba, que llegara a las Grandes Ligas”, dice. A la madre, Fátima, se le salieron las lágrimas.

Los abuelos maternos de Jonathan Loáisiga, Melba Aguirre y Efraín Estrada, terminaron de criar al beisbolista. Estrada, quien también jugó beisbol, es la verdadera figura parterna del grandes ligas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Tres días después, el 15 de junio de 2018, Loáisiga subió a la loma de lanzar del Yankee Stadium con el uniforme de los Yankees. Lanzó cinco entradas, no permitió carreras y se llevó el triunfo ante las rayas de Tampa Bay.

Era el nicaragüense número 16 en llegar a las Grandes Ligas. Pero era el primero en hacerlo con los Yankees de Nueva York, el histórico equipo de beisbol, el más famoso en la historia de ese deporte a nivel mundial.

Una “bendición”

Fátima Estrada tenía que trabajar en una zona franca y dejaba a su bebé Jonathan Stanley bajo los cuidados de su madre Melba Aguirre desde que el niño tuvo dos meses de edad.

La abuelita Melba fue quien llevó a Fátima al hospital cuando el niño nació en 1994 y fue la primera en verlo y cargarlo. Era su primer nieto. Así que cuando le correspondió cuidarlo, estaba encantada. Y su esposo, el abuelo Efraín, también. “Era un niño llorón”, recuerda la abuela.

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Fátima Estrada convivió solo ocho meses con el beisbolista Stanley Loáisiga y de esa unión nació Jonathan.

Al principio las cosas eran muy difíciles para Fátima. Tuvo que demandar por pensión alimenticia al deportista, quien a veces solo daba 400 córdobas y otras 1,500. Stanley Loáisiga corría adonde su exsuegra para que convenciera a Fátima de que le agarrara lo poco que él daba, argumentando que no siempre jugaba.

Stanley Loáisiga, el padre de Jonathan, también fue firmado por un equipo de Grandes Ligas, los Expos de Montreal. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

El niño fue creciendo bajo los cuidados de su madre y careciendo de la presencia del padre. “Stanley no tuvo ninguna participación en la crianza de él (Jonathan)”, dice el abuelo Efraín, la verdadera figura paterna del ahora grandes ligas. Para este artículo, la revista DOMINGO buscó la versión de Stanley Loáisiga. Al principio dijo que hablaría, pero después no volvió a responder las llamadas.

Aunque todos consideran a Jonathan como un joven muy tranquilo, Melba Aguirre sí notaba que el muchacho hablaba a veces con resentimiento por no haber tenido en su vida más presencia de su padre, quien aún ya grande no lo lleva a su casa.

Tras dejar de trabajar en zonas francas, Fátima Estrada inició su propio negocio de venta de comida. Asando carne para vender en Expica el domingo 3 de mayo pasado la encontró la revista DOMINGO en su casa, ubicada cerca de la Unica, la misma casa donde se crió Jonathan Loáisiga.

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Hasta la fecha de hoy, aún cuando su hijo gana buenos dólares en Estados Unidos, Fátima Estrada no ha dejado de trabajar, siempre vendiendo carne asada, que, por cierto, es la comida preferida de su hijo beisbolista.

Las cosas mejoraron para Fátima Estrada cuando su hijo firmó con los Gigantes de San Francisco en el año 2012. Fueron 15 mil dólares los que el equipo de Grandes Ligas le dio a Loáisiga por su firma y el joven inmediatamente le hizo mejoras a la casa de su mamá y también a la de sus abuelos. Ambas casas están contiguas.

Una lesión y la añoranza por su familia, y también por una novia que tenía cerca de su casa, hizo que Jonathan Loáisiga pidiera su carta de libertad a los Gigantes de San Francisco y se regresara a Nicaragua desde el campamento de República Dominicana.

Fátima Estrada, la madre de Jonathan Loáisiga, posa con sus dos hijos menores, Germán y Dulce. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Además, Loáisiga fue un niño consentido por la abuela Melba y en Dominicana comenzó a sentir la presión de una rigurosa disciplina. Quería regresarse a Nicaragua. Alegaba que no conocía a nadie y decía que el campamento quedaba lejos de donde él vivía. “Haga de cuenta que es como ir de Managua a Jinotega”, solía decirles a los abuelos.

Al final, la familia cree que el joven se quería regresar a Nicaragua por la novia que había dejado, Adriana, con quien procreó a su hijo Adrián. Jonathan Loáisiga tiene dos hijos. Adrián y Jonathan. A este último no lo conoce la familia del beisbolista, a pesar de que no vive tan lejos.

Los abuelos y la madre de Jonathan se alegraron de tenerlo nuevamente en Nicaragua, pero empezaron a preocuparse por el futuro. A él solo le quedó jugar con el Bóer en el Pomares y en la liga profesional, en la cual también fue refuerzo de los Gigantes de Rivas. Pero no era lo que querían para él.

Por fortuna, en el 2015 el scout de los Yankees en Nicaragua, Edgard Rodríguez, logró que el joven fuera firmado por esa importante organización del beisbol.


“¿Cuándo nos íbamos a imaginar que iba a llegar adonde está?”. Melba Aguirre, abuela materna de Jonathan Loáisiga.


Al inicio, los Yankees solo le dieron el pasaje a Loáisiga. Antes de subir a Grandes Ligas, Jonathan estuvo afectado por una lesión que requirió le practicaran una operación Tommy John, bautizada así en honor al primer pícher que se la hizo y en la que se sustituye el ligamento destrozado por otro ligamento del cuerpo que es prescindible. Seis años después, la capacidad económica del pícher es otra.

En los últimos tres años se ha asentado en el cuerpo de lanzadores de los Yankees y ahora ya compró una casa en residencial Santa Catalina, cerca de la Estancia de Santo Domingo, a la cual le ha hecho varias inversiones. Tiene de todo, hasta piscina. Tiene una camioneta Hilux y otra Mercedes Benz.

También posee una propiedad de más de 20 manzanas en la cual está criando ganado, especialmente toros de raza que expone en Expica y además los lanza en las barreras, algo que a Loáisiga le gusta desde pequeño. El abuelo Efraín no está convencido de esta inversión. Cree que está siendo mal aconsejado por amigos.

Jonathan Loáisiga debutó en las Grandes Ligas el 15 de junio de 2018 con el uniforme de los Yankees de Nueva York, equipo en el cual triunfa en la actualidad. Es el nicaragüense número 16 en el beisbol mayor. LA PRENSA/ ARCHIVO

Loáisiga también piensa en los demás. Especialmente en su familia. Le ha ayudado a su madre, a sus abuelos, a sus primos y tías. También a sus hermanos de parte de padre, aunque estos últimos no le hablaban cuando aún no era destacado en el beisbol.

Cuando llega a Nicaragua trae para sus familiares perfumes, ropas, zapatos, relojes y dinero. “Tome este dinero mamá para que vaya a comprar zapatos. Yo no le traigo de allá porque no sé si le van a quedar o no”, le dice a Fátima Estrada. A los abuelos también les da dinero.

También comparte con sus amigos de infancia. Come y toma cervezas y licor con ellos. Aquellos encantados con el amigo Jonathan.

A sus hermanos y a unos primos los apoya con los estudios, de secundaria y universitarios. Aunque el mismo Jonathan no pasó de segundo año de secundaria. “Mi hijo ha sido una bendición para todos nosotros”, dice Fátima Estrada.

El deportista también celebra a la Virgen María los 7 de diciembre. Da a unas 1,000 personas panas con provisión de todo tipo. Hasta escobas le meten. La abuela Melba también lo hizo devoto de la Virgen de Guadalupe.

Además, en Navidad regala juguetes a unos 300 niños y les hace piñatas.

Jonathan Loáisiga, a la derecha, cuando jugaba en el Bóer infantil. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

El beisbol y los estudios

En los primeros años escolares la madre de Jonathan Loáisiga se dio cuenta que su hijo no había nacido para los estudios. Fátima Estrada se frustraba. Su hijo no quería ir a la escuela y ella lo regañaba y le pegaba por impotencia. No sabía qué hacer con él.

A Jonathan le gustaba el beisbol desde pequeño. Su abuelo Efraín había sido beisbolista. Y también su padre Stanley. Aunque la familia materna asegura que este último nunca se ocupó de llevarlo a los campos de juego y, cuando ya era grande, dicen, más bien le cobraba al muchacho la gasolina si lo llevaba desde la casa al estadio.

Fue a los 7 años de edad cuando Jontahan Loáisiga comenzó a entrenar beisbol. Su madre lo llevaba los sábados a practicar a un campo en el barrio Georgino Andrade. Los domingos eran de juegos. Como la madre trabajaba en zona franca, a veces no podía llevarlo los sábados y pasaban por él otras personas: Janeth Membreño, Ricardo Rivas, Evenor Argüello, Chumingo y otros.

Una vez, en las infantiles, lanzó un juego sin hit ni carreras.

Para no ir a la escuela ponía excusas: “Hoy tengo que ir a entrenar”. “Hoy tengo juegos”.

Cansado de los regaños de la madre, a los 14 años de edad se fue a vivir definitivamente a la casa de sus abuelos, a la par de donde vivía su mamá.

Los estudios nunca le han entrado, hasta hoy. Queda demostrado porque cuando está en Nicaragua no busca cómo tomar un curso de inglés. A pesar de que sus abuelos y su madre se lo aconsejan. “Aunque sea agarrá un curso en línea o pagá un profesor para que te venga a dar clases a la casa”, le dicen.

Una vez, la abuelita Melba lo cazó hablando por teléfono en inglés. Fue gran noticia. “Sí habla inglés”, no paraba de decir la abuelita a los demás miembros de la familia.


El “sueño” de Edgard Rodríguez

El cronista deportivo Edgard Rodríguez ha sido durante varios años scout de los Yankees y siempre le había pedido a Dios que le “regalara” un grandes ligas.

Cuando Rodríguez consiguió que los Yankees firmaran a Jonathan Loáisiga le dijo que él sentía en su corazón que el big leaguer que Dios le daba podía ser él. “Los Yankees te van a dar la oportunidad, pero por favor no la vayas a cagar”, le dijo.

El scout de los Yankees de Nueva York en Nicaragua, Edgard Rodríguez Centeno LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

“No, no, no se preocupe, yo voy a aprovechar esta oportunidad”, contestó el beisbolista. Jonathan Loáisiga ha cumplido.

Cuando Jonathan subió a Grandes Ligas, Rodríguez recibió felicitaciones de Estados Unidos. El éxito no se ve individual en el grupo de scouteo y todo el grupo lo celebró como un éxito de equipo.

Edgard Rodríguez cuenta todos los detalles sobre la firma de Jonathan Loáisiga con los Yankees de Nueva York en su más reciente libro: Zona de strikes, el beisbol de ayer.


En los Yankees

De repente Jonathan Loáisiga se vio rodeado de los grandes, de los millonarios beisbolistas de los Yankees de Nueva York.

“Aunque ellos sean millonarios, usted no se sienta menos que ellos”, le aconsejaba la abuela Melba por teléfono.

“Mamá, esos hombres son tranquilos”, le respondía Jonathan.

El nicaragüense no sabía que en las giras del equipo debía ir vestido de traje formal, así que no tenía saco. Inmediatamente C.C. Sabathia le regaló uno. Didi Gregorious le regaló unos zapatos. “Son unos zapatos que son el doble de tamaño de los que yo uso”, dice entre risas el abuelo Efraín.

La mayoría de los jugadores de los Yankees son bien altos, tanto que aunque Jonathan mide casi 1.8 metros de estatura, es uno de los más bajos del equipo. De Nicaragua se fue pesando menos de 170 libras, ahorita se encuentra en 190, una recomendación del abuelo Efraín, quien le dijo que debía subir de peso un poco para que eso le ayudara a lanzar más fuerte. Recientemente Jonathan Loáisiga realizó lanzamientos de 100 millas por hora. Solo dos nicaragüenses más han logrado esa velocidad, dice el cronista Edgard Rodríguez, Vicente Padilla y Juan Carlos Ramírez.

El nicaragüense ha sido elogiado por el mánager Aaron Boone y recibe consejos de muchos de sus compañeros de equipo, especialmente del cubano Aroldis Chapman. Pero en su momento también le ayudaron Didi Gregorious, C.C. Sabathia. La mayoría de los latinos del equipo lo arropan.

Desde Nicaragua, el abuelo Efraín es quien más lo aconseja. El abuelo sabe que Jonathan es un joven soberbio, que a veces se pone malcriado cuando le dicen las cosas. “Ya sé lo que me va a decir”, le responde al abuelo a veces. “Yo soy su padre y usted me tiene que escuchar. Cuando esté pichando va a llegar su coach y usted no le va a decir ya sé a qué viene, qué me va a decir. Usted lo tiene que escuchar”, le recrimina el abuelo. Jonathan, quien también es muy sereno y tranquilo, se queda callado.

En Nueva York, Jonathan alquila un apartamento desde donde hace videollamadas a su familia. Vive tranquilo y asegura a su familia que aún no se va a casar.

La familia materna de Jonathan Loáisiga ha sido el soporte del grandes ligas. Esta foto se corresponde a una de las veces que el beisbolista ha llegado a Nicaragua procedente de Nueva York. La familia siempre ha sido yankista y “ahora más”. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

“Cuándo nos lo íbamos a imaginar”

En la casa donde se crió Jonathan, la de su mamá y la de sus abuelos, que están unidas, se notan las mejoras producto de lo ganado por el beisbolista.

Cuando él está en Nicaragua lo molestan.

—Jonathan, decinos cuánto ganás.

—No. ¿Para qué quieren saber?

—Decinos hombre.

—Ahí un día se los voy a decir.

—Estás ganando bien, ¿verdad?

Jonathan Loáisiga solo se poner a reír, cuenta la abuelita Melba, quien es la que más se lo pregunta. Pero el joven no revela su salario. Aunque varias páginas web de Estados Unidos señalan que su salario anual es de casi 600 mil dólares. Este año le dieron un aumento de poco más de 15 mil dólares.

El especialista en estadísticas del beisbol, Gerald Hernández, explica que el salario de Jonathan es de 590 mil dólares al año, una cifra muy pequeña en relación con el salario promedio en las Grandes Ligas, que es de cuatro millones de dólares al año. Pero esos 590 mil dólares al año es un salario justo. “Los Yankees no le están robando a Loáisiga”, dice Hernández. Lo que ocurre es que los grandes salarios se producen cuando el grandes ligas ya ha completado al menos tres temporadas en el beisbol mayor y eso ocurrirá el próximo año, cuando Jonathan Loáisiga pueda optar al arbitraje salarial.

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En la casa del beisbolista en Nicaragua, la de sus abuelos y su madre, se vive bien. Hay vehículos, buenos televisores. Se ve tranquilidad.

“¿Cuándo nos íbamos a imaginar que iba a llegar adonde está?”, dice la abuela Melba.

Lo más importante, aclara la familia, es que Jonathan no ha cambiado con todo el éxito que está teniendo. “Siempre es el mismo muchacho tranquilo, simpático, callado”, dice la abuela, quien asegura que siempre ayuda a quien necesita.

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