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Mario Álvarez sueña con participar en un mundial de tenis de mesa. LA PRENSA

El nicaragüense que sueña con ir a un mundial de tenis de mesa

Mario Álvarez es un tipo inquieto. Se sienta en la oficina del club de tenis en Las Vegas, no pasan 10 minutos cuando se levanta. Toma la pala (raqueta) y se va a practicar. Más tarde llega uno de sus estudiantes y entrena por una hora

Mario Álvarez es un tipo inquieto. Se sienta en la oficina del club de tenis en Las Vegas, no pasan 10 minutos cuando se levanta. Toma la pala (raqueta) y se va a practicar. Más tarde llega uno de sus estudiantes, entrena por una hora. Se vuelve a sentar. Cuenta que acaba de colocar una máquina de refrescos, la rellena de agua. Es el encargado del lugar y se ha ganado muchos amigos y unas cuantas malas miradas por su forma de ser. Sin embargo, el muchacho que salió del fango en Chinandega, fue el mejor tenimesista en su departamento y quinto del país, vivió la separación de sus padres, migró buscando un mejor futuro tras el estallido social de abril 2018 y  trabajó en la construcción mientras se estabilizaba económicamente, no hay ninguna  mala mirada, ni murmullos que apaguen su espíritu de superación.

Álvarez es insistente. O te agrada o te desagrada, no hay términos medios, pero esa es la clave de cómo ha ido progresando. Pasó de trabajar bajo el sol a estar en aire acondicionado y, sobre todo, consiguió vivir de lo que le gusta. Ya no es ningún jovencito, pero a sus 31 años no se cansa de aprender. “El Mario Álvarez del pasado quedó en el recuerdo, uno no puede vivir con la mente fijada atrás. Por salud mental me he dedicado a destacar, a mejorar mi juego y a competir en eventos de gran nivel. Mi sueño es ir a un mundial de tenis de mesa. Ojalá pueda cumplirlo”, relata Álvarez.

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“No fue fácil establecerme en Las Vegas, pero esta ciudad me abrió las puertas. Cuando vivía en Nicaragua venía a jugar los US Open. Era una lucha individual, primero por obtener el dinero para viajar, el entrenamiento y luego tratar de dejar en alto el nombre de mi país”, señala Mario. Cuando se mudó a Las Vegas primero pedía un aventón para asistir al trabajo y a practicar tenis, más tarde viajaba en bus, luego se compró una bicicleta y ahora exhibe con orgullo su BMW. “Este país te permite vivir bien. Soy gerente del club de tenis y tengo muchos alumnos porque ellos me ven jugar, les gusta mi juego y quieren que les dé clases. Paso inmerso en este mundo todo el tiempo”.

“Más allá de mis estudios lo que más me ha llenado es representar a Nicaragua. Lo hice en los Juegos Olímpicos Universitarios, lo he hecho en varios US Open y espero seguir haciéndolo en cualquier competición. Quiero que la gente me conozca como ese muchacho que se esforzó, que sudó por su patria y trató de dejar una huella, al menos pretendo seguir siendo el mejor de Chinandega y estar codeándome con los mejores”, concluyó.

La visión de Álvarez no se queda en las raquetas. Pretende dedicarse en el futuro a su carrera de Psicología y saltar otro grado en su evolución. Por lo pronto se mantiene en ritmo de atleta. Bajó más de 20 libras, entrena durante todo el día y por la noche cuando cierra el club de tenis, se compra un café y hace gimnasio. Su día termina en la madrugada, no obstante, al cerrar los ojos se da cuenta de lo que ha conseguido y se duerme tranquilo, pero soñando.

Deportes tenis de mesa

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