El 25 de octubre pasado, Daniel Ortega llamó “copresidenta” a su esposa Rosario Murillo. El hecho fue interpretado como un gesto simbólico para satisfacer las supuestas expectativas de la actual vicepresidenta de asumir la titularidad del Gobierno en Nicaragua y que repetidamente se han visto frustradas por rechazos internos, eventos sociales, y la propia actitud de Ortega de mantenerse como jefe de Estado.
“Aquí (Nicaragua) tenemos dos presidentes, porque respetamos el principio de 50-50, o sea aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario”, expresó Daniel Ortega durante la última entrega de buses rusos que realizó el dictador. Sin embargo, el cargo de copresidente es inexistente en las leyes de Nicaragua.
Rosario Murillo es candidata a vicepresidente de la República por segunda ocasión consecutiva. Su nombre ha figurado desde 2008 como posible sucesora de Daniel Ortega y se esperaba que en estas elecciones de 2021 pudiera finalmente aparecer en la boleta electoral como candidata presidencial.
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Aunque ella no lo ha expresado nunca públicamente, allegados a la familia presidencial y disidentes del FSLN consideran que Murillo aspira a la silla presidencial, pero esas intenciones quedaron frustradas desde abril de 2018, cuando se le vinculó a ella como la persona que dio la orden de reprimir las protestas cívicas de ese año y que costaron la vida de más de 300 nicaragüenses a manos de paramilitares orteguistas, casi mil personas encarceladas y más de 100 mil en el exilio.
En enero de este año 2021, en un documento llamado El mundo en 2021, The Economist Intelligence Unit indicó que este año sería convulso para Nicaragua y que Ortega podría nombrar candidata presidencial a su esposa Rosario Murillo. Sin embargo, el 2 de agosto pasado, Ortega oficializó su candidatura a presidente y la de Murillo como vicepresidente.
La actual vicepresidenta llegó hasta a ese cargo en las elecciones de 2016, pero, además de lo ocurrido en abril de 2018, otros factores también han incidido para que no haya sido la candidata presidencial del FSLN en este 2021, explican analistas que pidieron el anonimato, así como los disidentes sandinistas Moisés Hassan y Óscar René Vargas.
La trayectoria de Rosario
Rosario Murillo es originaria de Niquinohomo, sobrina-nieta del general Augusto C. Sandino. Su madre, Zoilamérica Sandino era hermana por parte de padre del guerrillero.
El padre de Murillo, Teódulo Murillo, la envió a estudiar a Europa cuando ella era adolescente, pero en una de sus visitas a Nicaragua ella decidió no regresar al viejo continente.
Su pasión por la poesía la llevó a involucrarse en algunos movimientos de izquierda, como el grupo Gradas.
Trabajó como secretaria del director de La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro, pero desde 1976 se fue a la clandestinidad como miembro del FSLN que luchaba contra la dictadura de Somoza. A pesar de ello, no es considerada como una guerrillera que se jugó la vida en combates, explica un allegado a las altas esferas del Frente. Se le escuchaba en las transmisiones de la clandestina Radio Sandino que funcionaba desde Costa Rica.
Para 1978 se unió maritalmente con Daniel Ortega y luego del triunfo en 1979 se instaló con él en Managua.
Ortega fue elegido coordinador de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) y luego presidente de Nicaragua, pero Rosario Murillo no tuvo mucha trascendencia en el gobierno sandinista de los años ochenta porque no estaba considerada como una guerrillera, explica Óscar René Vargas, actualmente en el exilio.
Murillo se destacó en lo cultural, donde tuvo rivalidad con el ministro de Cultura, el padre Ernesto Cardenal. Para restarle importancia al Ministerio de Cultura que dirigía Cardenal, Murillo fundó la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC).
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Después de la derrota electoral del FSLN, una fuente allegada al FSLN explica que Rosario Murillo permanecía enfocada y concentrada en la labor de rescatar “la verdadera ideología del sandinista”, manoseada según ella por el grupo de empresarios de Bayardo Arce.
Entrevistaba a la gente más radical del FSLN y utilizaba esas entrevistas para hacer grupos de estudio, especialmente con miembros de la Juventud Sandinista, “para construir con ellos una nueva doctrina”.
Cuando el FSLN regresa al poder en 2006, ella escoge a algunos de esos miembros de la Juventud Sandinista con los que ella trabajaba y los integra al nuevo gobierno. Entre esos se encuentran Fidel Moreno, Bosco Castillo, María Isabel Muñoz y hasta el hijo de Carlos Fonseca.
La influencia de Murillo en Ortega
Para las elecciones de 1996 —coinciden varios allegados al sandinismo, entre ellos el disidente Moisés Hassan—, Murillo comienza a tener cierta influencia en el FSLN.
“Esa campaña electoral ya fue influenciada por el grupo y la lógica de Murillo y empieza a saberse que Murillo cumple el rol de mentora política en funciones de adoctrinamiento a estos entonces líderes de la Juventud Sandinista. Ella ejercía incluso cierto control espiritual y personal sobre sus estilos de vida”, dice una fuente anónima.
Moisés Hassan considera que, para esta época, de mediados de los noventa, Murillo comienza a aspirar al poder gracias a que Daniel Ortega pierde a su hombre de confianza, Sergio Ramírez Mercado, quien en 1995 abandona el FSLN y funda la disidencia del MRS. Según Vargas, Ramírez era el tutor de Ortega y cuando lo pierde queda como “huérfano”. Es cuando Murillo entra en escena.
Otro disidente del sandinismo, quien también pide el anonimato, señala la acusación por violación, en 1998, de Zoilamérica Narváez, como el momento en que Murillo comienza a tener influencia en Daniel Ortega, porque lo apoya a pesar de la denuncia de su hija, pero a cambio de compartir el poder en el partido.
La Vicepresidencia y los militantes históricos
El color rosado chicha de Rosario Murillo se impuso en la campaña electoral del FSLN del 2006, en las elecciones que le permitieron a Daniel Ortega regresar al poder.
Desde el principio del nuevo gobierno se vio la influencia de Rosario Murillo, quien en el 2008 sonó fuerte como posible candidata presidencial del FSLN porque Ortega tenía la prohibición de la reelección presidencial.
La candidatura de Murillo se diluyó cuando Ortega pasó encima de la Constitución Política y se reeligió en 2011.
Fue en el año 2016 cuando Ortega sorprendió llevando como su fórmula presidencial a Rosario Murillo. Los opositores denunciaron el nepotismo y las intenciones de convertir a la dictadura en dinastía.
Asomaron las inconformidades de la militancia histórica del FSLN, quienes —según Óscar René Vargas y Moisés Hassan—, no ven con buenos ojos a Rosario Murillo.
Varios factores influyen para que Murillo no goce de simpatía en el seno de la militancia histórica del sandinismo, especialmente por su carácter, pues se enoja violentamente con facilidad. “La gente sabe que se va a molestar rápidamente”, expresa Vargas, quien añade que además Murillo es voluble, cambia de posición con frecuencia.
Para el exguerrillero Moisés Hassan, es lógico que militantes del FSLN que arriesgaron sus vidas en la lucha contra Somoza no acepten la superioridad de Rosario Murillo. “Ellos aceptan a Daniel como jefe, pero a ella no”, manifiesta Hassan.
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Otro disidente del sandinismo indica: “Ella no fue combatiente de las que se las jugó, por lo tanto no tiene poder sobre ellos (militantes históricos). Por eso ella no tuvo relevancia en los años ochenta tampoco, solo en lo cultural, pero no a nivel de mandos”.
“Vamos con todo”
Las protestas de abril de 2018 agarran a Daniel Ortega en Cuba y a Rosario Murillo sola en Nicaragua, mandando, explican disidentes sandinistas.
Uno de los militantes históricos explica que, debido a la influencia de Murillo en la Juventud Sandinista de los años ochenta, ella tenía control sobre este grupo, que es el primero que sale a reprimir a los manifestantes en abril de 2018.
Luego también sale la Policía, en la que Murillo también tendría cierta influencia.
Posteriormente se conocieron, a través de una filtración a medios de comunicación, varios correos electrónicos en los que Murillo ordenó aplastar a las protestas ciudadanas, represión que causó más de 300 nicaragüenses asesinados por paramilitares y policías orteguistas.
En entrevista con el periodista Carlos Fernando Chamorro, Ligia Gómez, exgerente de Investigaciones Económicas del Banco Central de Nicaragua y secretaria política sandinista en esa institución, contó que en una reunión del 19 de abril de 2018 les dijeron que Murillo había ordenado: “Vamos con todo. No vamos a dejar que nos roben la revolución”.
Según Óscar René Vargas, desde entonces, Rosario Murillo aparece con baja simpatía en las encuestas de opinión.
A ello se le suma, indica Vargas, que todos los días Murillo aparece en los medios oficialistas con un discurso en el que niega la realidad de todo lo que está pasando en Nicaragua. Además, expresa Vargas, Murillo se dedica a insultar a los opositores en esas comparecencias públicas.
Las elecciones de 2021
De todos los factores que están jugando en contra de que Rosario Murillo sea la candidata presidencial del FSLN el más importante es el hecho de que ella no es bien vista dentro del seno del FSLN histórico, sino únicamente por los jóvenes, consideran los analistas como Óscar René Vargas.
Según una fuente anónima, decidir si Murillo sería candidata presidencial o no en este año 2021 generó fuertes discusiones hasta en el seno de la familia Ortega Murillo, pero al final prevaleció la voluntad de Ortega de no permitirle la candidatura a ella.
La fuente señala que Ortega y sus allegados prefirieron negarle la candidatura para no provocar una fractura a lo interno del FSLN, ya que Ortega sabe que la vieja guardia del partido no la aceptará a ella como candidata.
Ortega habría analizado que el partido arriesgaba el voto duro que siempre vota por el FSLN, pero que probablemente no lo haría con Murillo como candidata.
Moisés Hassan indica que ese conflicto podría explicar por qué Ortega la llamó copresidenta recientemente. “Él la soba porque ella no logró la Presidencia. Ortega se ahorró un problema con la militancia histórica”, expresa Hassan.
Llevar a Rosario Murillo como candidata presidencial por el FSLN era algo innecesario, explica un disidente sandinista, porque Murillo ya tiene suficiente poder. Además, indica la fuente, Daniel Ortega se encuentra bien de salud.
El exmilitante sandinista señala que en Cuba, Fidel Castro se apartó de la Presidencia cuando se sintió mal de salud, aunque siguió al frente del partido comunista. Algo parecido iba a hacer Daniel Ortega para en 2011, pero de nuevo se impuso el obstáculo de que la vieja militancia del FSLN no simpatiza con Rosario Murillo.