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La despedida de Angela Merkel

La canciller o primera ministra de Alemania, Angela Merkel, se despidió oficialmente del gobierno el jueves 2 de diciembre en una emotiva ceremonia y con un discurso político memorable.

Merkel habló de su experiencia como gobernante, de los valores que practicó y aconsejó a los políticos de Alemania –pero igual a los de todo el planeta– a “ver siempre el mundo a través de los ojos de los demás”.

La primera mujer gobernante de Alemania y una de las más democráticas en la historia de este país europeo, dijo en su discurso de despedida que la democracia alemana “prospera en la habilidad para tener un discurso crítico y autocorrección. Prospera en el constante discurso de intereses y respeto mutuos. Prospera en la solidaridad y la confianza, también en la confianza de los hechos. En todos los lugares en los que los hechos científicos son negados, se propagan teorías conspirativas y campañas de difamación, la resistencia debe ser fuerte”.

Merkel, oriunda de la parte de Alemania donde la Unión Soviética impuso el comunismo al final de la II Guerra Mundial, escogió como una de las tres piezas que la banda musical del Ejército suele ejecutar en la despedida del gobernante saliente, una melodía que fue emblemática en la resistencia cívica libertaria contra la dictadura comunista. Esto fue un mensaje muy significativo

De manera ejemplar la señora Merkel desempeñó el cargo de canciller o primer ministro durante cuatro períodos o mandatos consecutivos, a lo largo de 16 años, desde noviembre de 2005 hasta ahora. 

Por eso el errático líder izquierdista de Brasil, Lula da Silva, dijo en una entrevista con el diario El País de España, refiriéndose a Nicaragua y las cuestionadas votaciones del 7 de noviembre pasado: “¿Por qué Angela Merkel puede estar 16 años en el poder y Daniel Ortega no?”

Probablemente Lula dijo eso por cinismo, porque no es posible que no conozca la  diferencia que hay entre los sistemas parlamentarios de gobierno y los presidencialistas. Y sobre todo entre democracia y autoritarismo, y entre las reelecciones que se hacen  en las democracias parlamentarias y las que imponen las dictaduras autocráticas.

Para empezar, el primer ministro en la democracia parlamentaria (el canciller en el caso de Alemania), solo es jefe de gobierno, no de Estado, a diferencia de los presidentes en los sistemas presidencialistas.

Además, sus funciones administrativas las cumple en conjunto y consenso con los ministros, rinde cuentas de manera permanente a los diputados, que lo  pueden revocar el mandato si se excede en sus atribuciones, incurre en actos de corrupción o demuestra incompetencia en el desempeño de sus funciones.  

No hay manera de que un primer ministro se atornille en el poder para siempre. Y el o los partidos que lo nominan para el cargo y lo eligen por mayoría de votos parlamentarios, renuevan en elecciones populares  los mandatos de sus diputados, cada cierto período no muy largo que en Alemania es de cuatro años.

De manera que la comparación que ha hecho Lula de Alemania con Nicaragua y personalmente de Merkel con Ortega, es un absoluto disparate, por decir lo menos, algo impropio de una persona que ha sido gobernante dos veces y aspira ahora a  una tercera oportunidad.

Editorial Angela Merkel
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