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Corrupción y régimen político

Según el último reporte de Transparencia Internacional (TI), Nicaragua está entre los países más corruptos de las Américas, solo encima de Venezuela. 

Hay que aclarar que Transparencia Internacional no mide la corrupción en su sentido real, por la cantidad y magnitud de los actos corruptos en cada país. Lo que mide es la percepción de la corrupción, con base en diversos índices y consultas a instituciones y organismos de mucha responsabilidad y credibilidad.

Por cierto que el Diario LA PRENSA ha publicado este jueves 27 de enero una información amplia y detallada de cómo Transparencia Internacional investiga y pone en su ranking el orden de los países en los que hay más y menos percepción de corrupción. 

Para hacer esa clasificación se valoran categorías como el soborno, desvío de recursos públicos, uso de los fondos del Estado para beneficio particular, nepotismo en la función estatal, falta de transparencia y de rendición de cuentas, e incapacidad o falta de interés para hacer cumplir las leyes y los mecanismos de integridad. Ahora bien, se define como corrupción el incumplimiento por parte de los funcionarios de cualquier categoría y rango, de las normas legales y éticas del servicio público, con el propósito de obtener un beneficio particular, ya sea personal y familiar, o de un colectivo político, social o institucional.

Cabe mencionar que en el último Índice de Percepción de Corrupción, de Transparencia Internacional, Cuba —que tiene un régimen político autoritario e inclusive totalitario—, ocupa el lugar número 46, por encima de países con gobiernos democráticos como Colombia (39), Ecuador y Panamá (36), República Dominicana y Paraguay (30). 

Esto significa que la corrupción no necesariamente se asocia con un sistema político determinado, pues si así fuera Cuba estaría en el mismo lugar que Venezuela y Nicaragua, y hasta más abajo. Habitualmente la gente de izquierda sostiene que la corrupción es característica de la democracia representativa, o burguesa y neoliberal como la llaman. Mientras que la derecha denuncia a los regímenes izquierdistas autoritarios como esencial e inevitablemente corruptos.

Al respecto, el académico español Ramón Soriano, de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, España, dice en un ensayo titulado La  corrupción política: tipos, causas y remedios:  “La corrupción política es omnipresente y persistente; está en toda clase de sociedad, en todos los sistemas políticos; y no solamente está, sino que no se va; su relevancia dependerá de los controles jurídicos e institucionales y de la sensibilidad social respecto a la misma y el grado social de admisibilidad, pero en todo caso la corrupción persiste; hasta el punto de que algunos estudiosos del fenómeno llegan a catalogarle como un hecho natural”.

Pero no se debe aceptar que la corrupción es un fenómeno natural y por tanto irremediable. Si bien las personas humanas no solo son virtuosas, sino también defectuosas, la corrupción se puede controlar y reducir haciendo funcionar los mecanismos de transparencia, control y rendición de cuentas. 

La democracia está en declive en América Latina e inclusive en Estados Unidos, no porque haya fracasado como sistema político, sino por los gobiernos  democráticos que fomentan y toleran la corrupción. 

Editorial corrupción
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