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Mensaje funesto no vence a la esperanza

La Fiscalía o Ministerio Público de Nicaragua informó mediante un comunicado oficial, que a partir de este martes 1 de febrero se realizarán los juicios de los presos políticos que están en las cárceles y con arresto domiciliario.

Este comunicado fue entendido por observadores y analistas de la situación política de Nicaragua como el mensaje de respuesta del régimen a la petición de libertad de los presos políticos que han hecho sus familiares.

“La libertad de nuestros presos no es un asunto de preferencias partidarias, ni es una maniobra en una lucha por el poder”, han expresado en un pronunciamiento público los familiares de los prisioneros políticos. Más bien, sostienen, “su liberación se puede ver como el paso inicial en un proceso que conlleve un mayor grado de serenidad para los hogares nicaragüenses, dentro y fuera de nuestras fronteras, y que ayude gradualmente a reducir grietas en nuestra sociedad”.

Con este pronunciamiento público de contenido humanitario, desmarcado de cualquier interés partidista por ambición de poder, los familiares de los presos políticos han querido ablandar el corazón y los sentimientos de los que mandan, motivarlos a que dejen libres a sus deudos que están sufriendo en las cárceles, y a compadecerse del dolor que ellos mismos, los familiares de los presos, sufren también en carne propia.  

Pero hasta ahora, la conmovedora petición de las familias de los presos políticos ha sido en vano. La respuesta del régimen anunciada con el comunicado del Ministerio Público ha sido que todos ellos serán condenados.  Y quienes han criticado con dureza y sin compasión a las familias de los presos políticos por el mensaje que enviaron al régimen dicen que eso ha sido algo que nunca debieron hacer. 

Pero ellas no pueden desistir de su petición de libertad para sus familiares presos. No pueden perder la fe ni renunciar a la esperanza, que además de la razón es lo único que tienen y les ayuda a soportar el calvario que están sufriendo. 

La compasión, la caridad, el amor al prójimo y la solidaridad parecieran no existir en Nicaragua. Al menos no en las encumbradas esferas del poder. Sin embargo, como dice el refrán popular,  Dios tarda la justicia pero no la olvida. Y la oración conforta con el mensaje de que Dios cambia lágrimas por sonrisas, tristezas por alegrías y angustias por bendiciones. 

Confiamos en que así será también en el caso de los presos políticos, que es como una herida en el corazón de Nicaragua.

Editorial Fiscalía Ministerio Público de Nicaragua
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