En estos días el mundo está inundado de noticias procedentes de Ucrania, donde hay una tensa confrontación de las potencias democráticas con la autocrática Rusia que podría conducir a una guerra internacional de grandes proporciones.
Pero nada se dice de lo que ocurre en el interior de Ucrania, donde la población está sitiada, de hecho, por el poderoso y expansivo vecino ruso. Este ya le arrebató la península de Crimea, hace ocho años, y ahora pretende apoderarse de otras regiones ucranianas donde ya ha impuesto regímenes rusófilos.
En Ucrania, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica, dice que “la peligrosísima escalada militar (de Rusia) es solo una parte del panorama completo de las diferentes amenazas y las diferentes tensiones” que sufren los ucranianos. Además de la presión militar en las fronteras, dice el prelado católico, hay escaladas políticas y económicas de Rusia contra Ucrania, y una “guerra de propaganda”.
Ucrania es un país muy católico. La nación fue cristianizada desde el año 988, por el príncipe de la Rus de Kiev Vladímir Sviatov. Ni siquiera la colosal embestida del comunismo contra el cristianismo pudo erradicar la fe religiosa de los ucranianos.
En la actualidad, más del 85 por ciento de la población pertenece a las tres grandes denominaciones católicas: El Patriarcado de Kiev; el Patriarcado de Moscú, que obedece a la Iglesia Ortodoxa Rusa; y la Iglesia greco-católica ucraniana, que tiene comunión con el Vaticano y reconoce la jefatura espiritual del papa Francisco.
De la Iglesia greco-católica es líder el arzobispo mayor Shevchuk, quien ha explicado al medio católico Zenit que el asedio ruso ha creado una situación crítica para los ucranianos. Especialmente en invierno, cuando el termómetro de la temperatura ambiente marca bajo cero.
“Tenemos la sensación de que Rusia está utilizando el precio del gas como arma económica contra Ucrania”, dice el líder católico. Y agrega que por eso mucha gente no puede calentar sus hogares, está obligada a padecer el frío.
La Iglesia católica greco-latina organiza la ayuda para los necesitados, sobre todo para calentar a los que tienen frío, dice el arzobispo mayor ucraniano. Agrega que las parroquias han creado bancos de alimentos y almacenes de ropa y tratan de desarrollar y fomentar el trabajo en red de las comunidades eclesiásticas.
La Iglesia ayuda a los afligidos a sobrevivir a la crisis de diferentes maneras, explica monseñor Shevchuk. “Debemos permanecer juntos para apoyarnos mutuamente”, dice, y subraya la importancia de la oración en la resistencia popular a la escalada agresiva de Rusia.
Cada día a las ocho de la noche todos los católicos de Ucrania se unen en oración por la paz y la integridad soberana de su país. “Cuando rezamos ya no tenemos miedo”, asegura el arzobispo mayor ucraniano, monseñor Sviatoslav Shevchuk.