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En “El Nuevo Chipote”, hay dos salas habilitadas para que los reos políticos sean juzgados y condenados. Ilustración/LA PRENSA

Así son los juicios que oculta Daniel Ortega

Se realizan en la cárcel y a escondidas del público y los medios de comunicación. Revista Domingo reconstruye, a través de testigos, familiares y abogados, los Juicios de El Chipote donde se acusa y condena a los presos políticos en Nicaragua.

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En la cárcel El Nuevo Chipote hay dos salas donde se acusan y condenan a los presos políticos. Una grande y otra más pequeña. Es algo anómalo, dicen los abogados. Los juicios deben realizarse según la ley en un complejo judicial, salvo situaciones de índole humanitaria como cuando el reo está enfermo y debe hacerse la audiencia en el hospital.

Cuando llegan a traerlo a su celda, el preso político no tiene ni idea que va para juicio. Según una fuente que solicita anonimato, es uno o a veces dos agentes policiales quienes van por el detenido para llevarlo a uno de los dos lugares habilitados como salas de juicio en el interior de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), mejor conocida como El Nuevo Chipote.

Abogados y familiares de los presos políticos que han estado en estos juicios y que demandaron el anonimato por temor a represalias, describen estas salas improvisadas y las anomalías que se presentan desde que inician hasta que terminan estos procesos.

Los juicios en El Nuevo Chipote están marcados por un patrón de violaciones a los derechos constitucionales y procesales de los detenidos, según han denunciado sus abogados defensores y especialistas en derecho penal.

Entrada de la Dirección de Auxilio Judicial, conocido como el nuevo Chipote, donde se realizan los juicios de los presos políticos. LA PRENSA.

Hasta el momento, al menos 18 presos políticos han enfrentado juicios en el nuevo chipote. Todos acusados de menoscabado a la integridad nacional, todos han sido declarados culpables y ocho han recibido condenas de entre 8 y 13 años de cárcel.

El artículo 285 del Código Procesal Penal indica que todos los juicios, incluidos estos en contra de los reos políticos, deben ser orales y públicos. Sin embargo, el acceso a las instalaciones de la DAJ está restringido. No hay acceso a medios de comunicación, ni al público en general, y el perímetro permanece rodeado de policías antidisturbios.

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Auditorio amplio

El preso político es llevado a su juicio a eso de las ocho de la mañana. A esa hora empiezan todos regularmente. Llega con las manos en la espalda atadas con bridas de plástico y vestido de azul.

En caso de que el detenido guarde arresto domiciliar, estos son llevado a la DAJ para ser enjuiciados. Eso pasó recientemente en el caso de la exdiputada María Fernanda Flores y sucedió para las audiencias de Cristiana Chamorro, Jaime Arellano y Noel Vidaurre, quienes permanecen en sus casas detenidos.

La primera sala habilitada para estos juicios en la DAJ es un auditorio grande, describen los abogados.

Hay dos puertas de vidrio al lado oeste. Por la que está más hacia el norte entra el juez con su equipo y por la que está más hacia el sur entran los defensores de los reos políticos y sus familiares. Por esa puerta también entran y salen policías en cada momento que se quedan durante todo el juicio.

Antes de entrar por esa puerta, los abogados defensores y familiares del acusado son requisados en la entrada del complejo y si llevan libros u objetos religiosos son retenidos por los oficiales.

“A mí por ejemplo me quitaron una tarjetita de Sor (María) Romero. Me dijeron que me la quitaban, que no podía entrar con eso”, relata una de las fuentes.

“Todo lo que tenga que ver con el tema religioso te lo quitan. A otro colega le quitaron un Rosario”, menciona otra fuente. Posteriormente, son llevados en un vehículo al auditorio donde se llevará a cabo el juicio.

Al este del auditorio hay otras dos puertas y por la que está más al norte es por donde llevan al acusado.

El auditorio es grande, pero está vacío. Solamente están los escritorios de la defensa y de la fiscalía. Dos sillas por escritorio, los cuales tienen unos 10 metros de separación. El juez se ubica en una tarima al costado norte del auditorio, la defensa a la derecha y los fiscales a la izquierda.

Unos cuatro metros detrás de la defensa es donde ubican al acusado con un policía a la par, y más atrás todavía, hay unas sillas para los familiares, de manera que los reos no pueden hablar ni con sus abogados, ni con sus familias. “Es imposible hablar. Lo que hablés, lo van a oír los oficiales que están en el auditorio”, describe una de las fuentes.

Las paredes de este auditorio son de color blanco. Hay aire acondicionado, baños para hombre y mujer. Es obligatorio el uso de la mascarilla como parte del protocolo para prevenir contagios de Covid-19.

En este mismo auditorio es donde se llevaron a cabo las audiencias en contra de los reos políticos el año pasado. “En las audiencias de septiembre, a cada hora pasaba un policía echando alcohol”, dice uno de los abogados consultados.

Algo que ha llamado la atención en este auditorio es la presencia de civiles que supervisan el proceso. “Al ingresar a la sala está una mujer en la entrada y otra (mujer) a la par del juez, que nunca tuvieron participación ninguna. Y dentro de los procesos legales, no existen, pues”, dice uno de los abogados.

“Esas personas que estaban ahí no tenían identificación de qué institución eran, simplemente estaban de civil, una en la entrada y otra contiguo a la juez. A mi parecer, creo yo que son operativos del gobierno que de una u otra forma mandan o traen información sobre algo o simplemente son las autorizadas para algo, pero no es normal que estén ahí”, detalla el abogado

Otros de los abogados consultados por la presencia de estas mujeres menciona que ellas no tienen comunicación con nadie, y al menos durante el juicio, no es notorio que establezcan comunicación con ninguno de los presentes en la sala.

Sala pequeña

El otro espacio habilitado para llevar a cabo los juicios es más pequeño. Es como una sala de visitas. “Son unos 10 metros de este a oeste y unos 14 metros de norte a sur. Estamos hablando como de unos 150 metros cuadrados”, detalla uno de los abogados.

No hay ventanas, no hay baños y tampoco hay aire acondicionado. Lo que sí hay es un abanico. Las paredes también son blancas. En esta sala solamente hay dos puertas. Por la del norte es por donde entran el juez, los fiscales, la defensa y familiares. Por la del sur, es por donde entra el reo político. El periodista deportivo Miguel Mendoza es uno de los que ha sido juzgados en esta sala.

Según la fuente, el edificio que se ubica al sur de esa sala es donde están las celdas de los reos políticos.

El juez se sienta de frente en un escritorio improvisado con su equipo ubicado al costado este. La defensa y la fiscalía, al igual que en el auditorio, a la derecha e izquierda respectivamente. Entre cada una de las mesas, hay unos cinco metros de distancia.

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Lo mismo sucede con los testigos, que son ubicados frente al juez, al centro de la sala, y dando la espalda a la defensa y los fiscales. Los testigos en su mayoría son policías y suelen demorarse unos siete u ocho minutos en llegar. “Me imagino que como esa es la base de operaciones, ellos deben estar haciendo su trabajo y los mandan a llamar para declarar”, especula uno de los consultados.

Aunque esta sala es pequeña, sigue siendo “más grande que algunas salas de juicios de los juzgados de Managua”, comenta uno de los abogados.

El preso político es ubicado en una esquina de la sala, atrás de la defensa con un policía a su lado. “A veces hay tres o cuatro oficiales, y en la mayoría del tiempo hay como siete u ocho agentes en la parte pequeña. Eso depende de la cantidad de presos, porque en los juicios donde hay hasta siete imputados entonces se hace en el auditorio y ahí hay unos 15 o 20 policías que permanecen ahí durante todo el juicio”, relata una de las fuentes.

El perímetro de la DAJ se mantiene resguardados por agentes antidisturbios que salen cuando llegan medios de comunicación. LAPRENSA/Archivo

Indefensión

Para iniciar el juicio “se les explica a los familiares y al acusado o acusada de qué se trata. Posteriormente durante el desarrollo del juicio que nos toca a los abogados intervenir o simplemente a la hora de hacerle las preguntas a los testigos que son policías nos merman ese derecho”, denuncia uno de los defensores.

Los abogados mencionan que les cortan el tiempo para hablar o para exponer sus alegatos. Lo mismo sucede a la hora de las consultas o cuando quieren interrogar a uno de los testigos. “Por poner un ejemplo, de 10 intentos de preguntas solo me dejan pasar una. Y esa que dejan pasar ha sido por insistencia”, detalla la fuente.

A los acusados tampoco se les permite hablar durante el juicio. En algunos casos, se les permite dar unas breves palabras previo a que el juez dicte su fallo. “En algunos casos, cuando prácticamente ha terminado hay un intento de dejarlos hablar, pero que al final los merman. Como a los abogados, te cortan, no te dejan hablar. Cortan sus derechos”, señala una de las fuentes.

El pasado tres de febrero la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) detalló en un comunicado que en un momento del juicio contra el líder universitario Lesther Alemán, él intervino para señalar discrepancias de los escritos presentados por el Ministerio Público, pero la fiscal lo interrumpió y le dijo a gritos a la jueza: “Aunque sea su derecho, no le permita hablar”.

En ese momento, según la nota de AUN, la jueza le ordenó al joven universitario que guardara silencio. Alemán solamente terminó diciendo: “¡Soy inocente!”.

A los acusados no se les permite hablar con sus abogados. “Tampoco que nos acerquemos, por más que lo solicitamos ambas partes”, dice uno de los defensores de presos políticos.

En el caso de los familiares de los reos políticos, estos están en la sala en calidad de “oyentes”, sin embargo, fue hasta el segundo día de juicios en que se permitió la asistencia de un familiar. El primero de febrero, a los familiares de Yader Parajón y Yasser Vado González, no se les permitió asistir.

“Por lo que vimos en el primer juicio que no dejaron entrar a los familiares, insistimos, solicitamos que por lo menos entrara un familiar a la audiencia, que era parte del derecho del acusado. Luego nos dimos cuenta que sí iban entrar a la audiencia, porque llamaron directamente a los familiares que se presentaran. Y eso es lo que está haciendo hasta hoy, llamando a los familiares para que lleguen el día del juicio”, detalla uno de los abogados.

En algunos casos les han permitido a los familiares hablar cinco minutos con los detenidos una vez concluido el juicio. Después, los abogados y familiares son llevados a la salida, mientras el preso político es trasladado nuevamente a su celda. Ni los abogados ni los familiares son revisados al salir, solamente se les entregan sus pertenencias en caso de haber sido retenidas al entrar.

Así es el interior de una de las celdas del Nuevo Chipote. TOMADA DE EL 19 DIGITAL

Hora de almuerzo

Los juicios contra los presos políticos suelen extenderse hasta las cuatro o cinco de la tarde, por lo cual el juez o jueza a cargo hace un corte para el almuerzo. Normalmente entre la una o dos de la tarde.

“A los abogados y los familiares nos sacan de la audiencia. Afuera hay unos toldos con mesas y sillas para nosotros. El acusado se queda adentro. Suponemos que también come. No lo sabemos, porque no nos permiten entrar hasta que termina la hora asignada del almuerzo”, relata uno de los abogados.

Los agentes de la DAJ permiten que alguien llegue a dejarle comida a la defensa o al familiar. Ellos se encargan de recibir la comida en el portón principal y llevarla hasta el toldo donde se encuentran los destinatarios del almuerzo. En las mesas de plástico, alcanzan unas 10 o 12 personas.

Otro de los consultados menciona que los parientes tienen la opción de quedarse en la sala con el reo a la hora del almuerzo, aunque no coman. La esposa de Miguel Mora, Verónica Chávez, prefirió no almorzar el día del juicio y compartir esa hora con Mora. Eso sí, bajo supervisión policial.

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