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La guerra lejana que se sentirá en casa

Poco antes de que Vladímir Putin desatara la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, el periódico estadounidense The Wahington Post escribió que la crisis ruso-ucraniana “está a cinco mil millas de distancia, pero está llegando a casa”.

Igual podemos decir nosotros, que la guerra en Ucrania está muy lejos de Nicaragua, más o menos a 10,800 kilómetros, pero sus consecuencias llegarán a casa.

Esto no será porque el gobierno de Nicaragua es un aliado incondicional de Rusia, al extremo de que Daniel Ortega respaldó la agresión armada contra Ucrania en su discurso del lunes 21 de febrero, tres días antes de que ocurriera. Las consecuencias de la guerra en Ucrania llegarán a Nicaragua por su catastrófico impacto económico en todo el mundo.

Aunque está muy lejos de Ucrania y por decisión del régimen orteguista ahora  Nicaragua no es parte del mundo democrático, sino que gira en la órbita de Rusia, y en la de China, los nicaragüenses sufrirán por esa guerra, sobre todo por el mayor encarecimiento de los combustibles.

 “Rusia es un actor clave en la producción de petróleo —dice una información de LA PRENSA—, de hecho, es el segundo mayor exportador después de Arabia Saudita y el primero de gas natural”. Y al perder los mercados occidentales por la agresión bélica contra Ucrania, la consecuencia inevitable es el alza desmedida de los energéticos a nivel global. 

De manera que el régimen de Nicaragua tendrá que modificar hacia abajo las expectativas de crecimiento económico del país, para este año y los siguientes. Pues aunque pierda los mercados energéticos occidentales, Rusia no va a enviar petróleo a Nicaragua a precio preferencial, y menos de gratis, como recompensa  por el apoyo político a la agresión contra Ucrania.

 Cabe mencionar al respecto que  antes de agredir militarmente a Ucrania, Putin consiguió con su aliado político Xi Jinping, presidente de China, un acuerdo para venderle el petróleo y el gas natural que dejen de comprarle los países democráticos.

Los expertos económicos internacionales aseguran que la guerra en Ucrania provocará, primero, una fuerte caída en la tasa de crecimiento de la economía mundial; segundo, un gran impacto en el mercado energético; tercero, el alza de los precios de los cereales y las oleaginosas, de los cuales Rusia y Ucrania son grandes productores y exportadores; y cuarto, la liquidación de considerables activos financieros en favor del oro y el dólar.

Por supuesto que los daños de la guerra serán mayores en cuanto más dure. Cuando Adolfo Hitler invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, para anexar su territorio a Alemania, dijo que sería una blitzkrieg, guerra relámpago en idioma alemán. Lo mismo ha dicho ahora Putin de su agresión armada contra Ucrania, que será una bystro boina, o sea una guerra rápida en ruso.

Pero eso dependerá de la capacidad de resistencia patriótica de los ucranianos. Y del respaldo real y efectivo que el occidente democrático brinde a la agredida Ucrania.

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