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Román González y Julio César Martínez durante el combate. LAPRENSA/CORTESÍA MATCHROOM BOXING

¡Masacre en San Diego! Román González aplasta el ímpetu de Rey Martínez y lo hace tragarse sus palabras

El joven de barrio bravo se encontró con una leyenda en los pesos pequeños, el pugilista que decía que sería el primer mexicano en noquear a Román González se tragó sus palabras a palo limpio. El hombre considerado un kamikaze capaz de entregar el alma hasta morir sintió por primera vez el miedo y tuvo que retroceder, se arrepintió de hacer un acto de sacrificio y se dedicó a sobrevivir

El joven de barrio bravo se encontró con una leyenda en los pesos pequeños, el pugilista que decía que sería el primer mexicano en noquear a Román González se tragó sus palabras a palo limpio. El hombre considerado un kamikaze capaz de entregar el alma hasta morir sintió por primera vez el miedo y tuvo que retroceder, se arrepintió de hacer un acto de sacrificio y se dedicó a sobrevivir. El personaje circense llamado a brindar espectáculo se transformó en una víctima más de Chocolatito. El veterano peleador nacido en La Esperanza, Managua, consiguió su triunfo 51 y se adueñó el título diamante del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en una decisión unánime (118-110, 117-11 y 116-112), dejando en el camino otra presentación brillante, que más allá de arrinconarlo al retiro lo coloca en un pedestal como el mejor del momento. Chocolatito desquitó cada uno de los 750 mil dólares que se embolsó.

En el primer asalto se empezó a librar la guerra del centro del ring. Chocolatito y Martínez se pararon a medir sus fuerzas. Rey atacó primero, Román retrocedía, pero poco a poco recuperaba terreno con un cierre impresionante que hizo pensar mucho al mexicano al combinarle la izquierda y derecha en corto. En el segundo asalto, González entendió que tenía el combate con el sartén por el mango. Obligó por primera a vez en su carrera a ir para atrás a un pegador como Martínez. La mano izquierda de Chocolatito entró como si tuviera las llaves de la casa del azteca, mientras la derecha en recto movía la cabeza de su rival sin piedad. El trabajo de demolición de González apenas empezaba.

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Durante el tercer asalto Chocolatito le ganó en la corta distancia a Rey, ya en ese momento dominaba todas las esferas del combate, González se había asentado en el ring. Martínez empezó a refugiarse en las cuerdas y como única opción lanzaba el upper tratando de encontrar petróleo. En el cuarto Román siguió arrollando, cedió un poco al principio del asalto, pero cerró castigando a Martínez. El gran problema del mexicano es que no tenía opciones, se las habían arrebatado todas: Chocolatito había demostrado soportarle la pegada, le había ganado el centro del ring, lo enviaba a las cuerdas, le cerrabas los espacios, le castigaba en los bajos y mallugaba el rostro.

Chocolatito dosificó sus energías en el quinto asalto, siendo el primero que ganaba el mexicano. Sin ser abrumador, el mexicano aprovechó que el nicaragüense tiró pocos golpes. En el sexto round parecía que Román ganaría por nocaut. Castigó sin piedad en el cierre del asalto al mexicano que solo arrugaba la cara, miraba a su esquina, se sentía abrumado por la cantidad de golpes por doquier. Sobrevivió como un guerrero azteca. Martínez se resiste a morir en el séptimo, se refugia solo en las cuerdas, parece un vehículo en reversa, empieza la retirada, sabe que tiene la pelea perdida, pero su corazón le dice que resista por orgullo. Chocolatito lo martilla con la izquierda en cruzado. Una caída por resbalón de Román interrumpe la demolición. Chocolatito no se sintió cómodo para terminar de liquidarlo, aún las piernas de Martínez lo tratan de mantener con vida.

Sorpresivamente, Román bajó el ritmo en los dos asaltos siguientes, aunque un poco cerrados, el mexicano siente por primera vez que puede llegar con vida al final de la pelea. Parece que la edad hace estragos en Román que decide tomar aire para finalizar ganando los tres asaltos finales, siendo el último el más trepidante por los constantes intercambios. La violencia telúrica con la que empezó la guerra los acompañó hasta el final, los dos tipos salidos de una cueva como caníbales a devorarse resistieron en pie, aunque la pelea fue de un solo acto y de un solo lado, la del nicaragüense, quien manda en las categorías pequeñas sin necesidad de un título mundial.

Deportes Román González

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