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CONTENIDO EXCLUSIVO.El mayor en retiro del ejército, Roberto Samcam, presentó hace ocho días un libro en el que, además de abordar otros temas, hace un recorrido histórico sobre el armamentismo en Nicaragua y la evolución de los grupos de choque desde la época de Somoza García hasta las turbas motorizadas actuales de Daniel Ortega, con las que el dictador reprimió las protestas de abril de 2018, así como los paramilitares con los que trata de impedir levantamientos o la sublevación del mismo ejército.
En entrevista con revista DOMINGO, Samcam explica que solo dos veces en su vida ha visto a Ortega y le parece un “pan sin sal”, que cuando habla es un “somnífero”, pero ya prepara un segundo libro acerca de él y su evolución desde su regreso al poder hasta los días actuales.
El exmilitar jinotepino, de 64 años de edad, fue candidato a alcalde en 2008 y a diputado en 2011, y actualmente se encuentra en el exilio.
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En esta entrevista señala que a Ortega le queda de tiempo en el poder el que demore la oposición en unirse y organizarse bien, sin pensar en excluir a quienes vengan del sandinismo.
Desmenuza por qué considera que Ortega mantiene a 20 mil paramilitares con fondos provenientes del narcotráfico y, aunque su base está totalmente disminuida, cómo se las arregla para sobrevivir con tan poco apoyo popular.
¿Cómo explica a la figura de Daniel Ortega en la actualidad?
Es una persona desconectada del país, ausente, que actúa a través de terceros. En primer lugar, de la Rosario Murillo, y en segundo lugar de todo un aparato de inteligencia, que es lo que en realidad gobierna y administra la política de terrorismo de Estado en el país. Esos son sus vasos comunicantes. De ahí está cerrado a todo mundo. Nos contaba el doctor Óscar Arias que, después del encarcelamiento a Cristiana Chamorro, llamó a su teléfono personal y le contestó la Rosario. Ni siquiera eso. Ortega está desvinculado del mundo exterior. Al final don Óscar tuvo que hablar con la hija de ellos, Camila, que es la asistente de su mamá. Le dijo que ahí lo iba a llamar. Hasta el día de hoy, dice don Óscar.
¿Por qué cree que se mantiene Ortega en el poder?
El principal problema no es Ortega, es la oposición. No hemos podido ponernos de acuerdo en puntos torales y básicos. Primero, la forma de salida. Segundo, una estrategia. Y tercero, un liderazgo. Todo mundo quiere pichar su juego, ser el cacique en la tribu y eso envía mensajes equivocados a la comunidad internacional, sobre todo a los Estados Unidos, que lo que más teme es un vacío de poder. Ortega está a un nivel extremo de debilidad, a nivel internacional y, a nivel interno, las votaciones del 7 de noviembre lo que manifestaron es un absoluto rechazo de los nicaragüenses hacia el régimen. Decir que Ortega tiene un respaldo del 20 por ciento (de los nicaragüenses) yo creo que es mucho, creo que puede andar en un 12 por ciento, pero es un 12 por ciento armado, organizado y atemorizado, que para mí es lo fundamental. Ortega tiene atemorizada a su base y todas las señales que él envía, de acciones en contra de la dirigencia opositora, es un mensaje directo a su base: miren lo que estoy haciendo con estos, que son mis opositores. Si alguien me traiciona, será peor. Su adhesión a Rusia lo dejó peor ante la comunidad internacional y ante los Estados Unidos, que ya están hablando de sanciones mucho más fuertes, como el Cafta y la ley Renacer.
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¿Ve efectividad en las sanciones?
El error que podemos cometer es creer que las sanciones botan gobiernos. Las sanciones debilitan gobiernos y lo que procuran es que el sancionado encamine sus pasos hacia la democracia, hacia la institucionalización y hacia el Estado de Derecho. Lo que pasa es que Ortega es un hueso duro de roer y es un tipo sin empatía, sin sentimientos y que no tiene ningún problema en someter al hambre al pueblo, y a un sentimiento aún mayor. En el diálogo (2018) Ortega dijo: abandonamos el poder en el 90 cuando había 50 mil muertos. La frase es lapidaria. Para sacarme tiene que haber una montaña de cadáveres.
¿Qué se está haciendo desde la oposición en este momento?
Hay intentos de establecer vasos comunicantes.
¿Quiénes son los opositores ahorita?
Los que estaban en la Alianza Cívica, en la Coalición Nacional. Los de Ciudadanos por la Libertad, las diásporas en Estados Unidos, en Europa, en el exilio, en Costa Rica. Es una fuerza impresionante. Si se lograra organizar, crear una estrategia, una voz que sea aglutinadora, en el sentido que no haya 10 voces diciendo cualquier cosa. Al despacho del secretario general de la OEA llegan cinco propuestas. Todo mundo manda. Eso crea desconcierto, la sensación de que los nicaragüenses no terminan de ponerse de acuerdo.
¿Cuánto tiempo más mira a Ortega en el poder?
El tiempo que dure el proceso ese que te digo de organización, de ponerse de acuerdo. Tener una estrategia y ver los liderazgos emergentes. Hay que darle espacio a la juventud, debe haber un relevo generacional, pero concertado entre la generación anterior y la generación actual. El otro tema importantísimo es que el sandinismo que está fuera de la línea oficial, es una realidad y hay que tomarlo en cuenta. Decir que yo no me meto con sandinistas, o que este fue MRS, este fue del ejército, lo excluyo, eso es falso. La respuesta es que, si estuviste en la contra, si fuiste liberal, no me junto con vos porque estuviste en el somocismo. En la medida en que sigamos con esas posiciones antagónicas, ese es el tiempo que le estamos dando a Ortega.
Se ha dicho que el sandinismo ya no debería de existir, que le ha hecho mucho daño a Nicaragua.
Ese es el tema. Ortega se ha encargado de poner a topos hablando de eso, topos dentro de las mismas filas azul y blanco. Cuando prestamos oídos a eso y reproducimos a un montón de gente que se ha especializado en esto, ahí es donde caemos en el error y creamos más la división. No puedo desconfiar de alguien que estuvo en una trinchera exponiendo su vida en abril y venía de las filas del sandinismo. El tema de la ruptura de la vieja guardia del sandinismo, después que finalizó la cooperación petrolera venezolana es una realidad y mucha de esa gente se volvió opositora y estuvo en las trincheras, en el bando azul y blanco, y muchos están en el exilio. Yo no puedo favorecer esa idea de que el que estuvo en el sandinismo no sirve. Diría yo, el que estuvo en el PLC no sirve porque Arnoldo es ladrón o vienen del tronco común, que era el Partido Liberal Nacionalista de Somoza.
“Decir que Ortega tiene un respaldo del 20 por ciento (de los nicaragüenses) yo creo que es mucho, creo que puede andar en un 12 por ciento, pero es un 12 por ciento armado, organizado y atemorizado, que para mí es lo fundamental. Ortega tiene atemorizada a su base y todas las señales que él envía, de acciones en contra de la dirigencia opositora, es un mensaje directo a su base: miren lo que estoy haciendo con estos, que son mis opositores. Si alguien me traiciona, será peor”.
Roberto Samcam, mayor en retiro del ejército de Nicaragua.
Pero, van más allá, hablan del sandinismo en sí.
Es que el sandinismo como tal ya no existe. Ortega se encargó de sepultarlo. Pero hay un antecedente del sandinismo de los años ochenta, de los años noventa, el sandinismo de las calles, el que se opuso a Ortega a partir del 95, o antes. El que le dijo no, no podemos entrar a poner de rodillas a los gobiernos libremente electos, eso no es democracia. Ahí hay un fenómeno de conversión política, en el sentido de que abandonas la tesis de que, al gobierno de derecha, al gobierno que fue electo democráticamente, tenes que ponerlo de rodillas, pero no es para conseguir beneficios al pueblo, sino que, para conseguir beneficios para una cúpula, la que giraba alrededor de Ortega. Hay sandinismo de sandinismo, pero como tal, Ortega se encargó de sepultarlo. La gente dice que todo lo que huele a Ortega es sandinismo, pero yo no puedo decir que a la Dora María hay que excluirla porque viene de las filas sandinistas.
¿Ha perdido fuerza la idea de un diálogo o cree que eso está en pie todavía?
Eso tiene que ver con los intereses de Daniel Ortega. El diálogo es única y exclusivamente de interés para Ortega en la medida en que haya circunstancias nacionales o internacionales que ameriten sentarse a dialogar. Al día de hoy, Ortega lo que grita desesperadamente es sentarse con los Estados Unidos, para que le quiten las sanciones, para que lo reconozcan como gobierno. En estas condiciones en que está el mundo, los Estados Unidos no se van a sentar a negociar con Daniel Ortega. Es considerado como un terrorista y los Estados Unidos no se sientan con un terrorista. En la medida que la tensión internacional disminuya, que lo veo muy difícil en el futuro inmediato, en esa medida Ortega va a pretender a activar este diálogo interno, para dar señales a la comunidad internacional. Lo que están planteándose ahorita es un cerco a todo el empresariado tradicional para sustituirlo con el empresariado que gira alrededor de la mafia en el poder.
¿Cómo abona a la situación actual de Nicaragua que Ortega apoye la invasión rusa a Ucrania?
Gravísimo. Ya (el senador) Bob Menéndez, (Ted) Cruz, dijeron que van a ver lo del Cafta con mayor seriedad. No han querido tocar esa tecla, pero ya Ortega se puso en la acera contraria visiblemente. Fue un error de cálculo.
En su libro menciona el aporte del ejército en la represión de 2018, ¿realmente salió armamento de las bodegas del ejército?
Por supuesto que sí. Hay testimonios. Las fotos y los vídeos son la mejor muestra, eso te impide mentir, hablar disparates, como los que habla Julio César Avilés, de que no existen los paramilitares. Ese sí es un disparate, cuando vos ves en las calles a gente portar fusiles Dragunov, que no los compras en una tienda de armas civiles, que existían antes de 2018. Cuando ves que andan ametralladoras PKM, fusiles que eran de instructores de francotiradores del comando de operaciones especiales, cuando ves que andan lanzagranadas. Eso es armamento pesado, de guerra, que estaba en los almacenes del ejército.
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Habla también del financiamiento a paramilitares con dinero proveniente del narcotráfico, ¿por qué lo afirma?
Tenes una fuerza de 20 mil hombres, que no puede estar dentro del presupuesto oficial, tenés que sacarlo de algún lado. ¿De dónde sale ese dinero para pagar a esta fuerza paralela que tiene Ortega como disuasivo para que el ejército no le de un golpe? Sencillo, de la plata del narcotráfico. Decía el lugarteniente, sicario principal de Pablo Escobar, que el paramilitarismo lo único que lo puede pagar es el dinero de la droga. ¿Cómo se pagaban las fuerzas de Autodefensa Colombiana, las AUC? Con la plata del narcotráfico. Mantener un ejército paralelo cuesta. No es que están en pie de guerra, pero para el 7 de noviembre los sacaron, para las votaciones ahí andaban porque temían un levantamiento. Para eso fueron creados.
¿Es evidente que Ortega tiene nexos con el narcotráfico? ¿En qué grado?
Por supuesto. A nivel altísimo. Esa es una estructura que la controla, la maneja, Néstor Moncada Lau, el jefe de la Policía, Marenco Corea, y el jefe de la DIC, y Chico López. Cuando vos tenés que tu principal mecenas es el jefe de un cartel, estoy hablando de Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, el Cartel de Los Soles, ¿cómo no vas a inferir que mandan la droga a través de Nicaragua, que Nicaragua es parte de ese entramado?
¿Qué debe de ocurrir con Ortega y Rosario Murillo cuando salgan del poder?
La justicia debe de encargarse de ellos. Me refiero no al tipo de justicia que muchos quisieran, verlos colgados en plaza pública, creo que deben enfrentar los tribunales y pagar por todos los crímenes cometidos, por el latrocinio, los robos, pero más que todo por las muertes, por los asesinados. Son criminales de lesa humanidad.
Plano personal de Roberto Samcam
Roberto Samcam Ruiz nació en Jinotepe, Carazo, el 11 de enero de 1958. Es ingeniero industrial, con estudios de postgrado y maestría en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Centroamericana, UCA.
Ha sido docente universitario, consultor, analista en temas políticos y militares. Bloguero y conductor de programas políticos en radio y televisión.
Es mayor en retiro del Ejército Popular Sandinista (EPS), con estudios militares de artillería terrestre en Cuba.
Acaba de publicar su libro “Ortega, el Calvario de Nicaragua” y desde 2018 está en el exilio.
Está casado y tiene dos hijos.
Afirma que es de gustos sencillos. “Un buen café es lo fundamental”, dice, además de ver una buena serie en televisión para desconectar del tema político, al que le dedica mucho tiempo. Actualmente es consultor en la Fundación Arias.
De vez en cuando da una salida a lugares donde respire otro aire.
Su diversión es ver televisión, compartir momentos agradables con su esposa, ir a algún lugar una vez al mes y al cine ya no va por lo de la pandemia, sino que prefiere las plataformas.
La esposa cocina muy bien y les encanta la punta de salón horneada, la cual suelen compartir con amigos. También disfruta las costillas de cerdo, pero como no tiene vesícula se cuida de esa carne.
Antes le gustaban los postres, pero ya no abusa de ellos por el azúcar.