El presidente de la Asamblea Nacional dominada absolutamente por el partido Frente Sandinista, Gustavo Porras, habló en un programa de la televisión oficialista, el pasado 21 de febrero, sobre el modelo de economía nacional que está tratando de implementar el régimen orteguista.
A Porras hay que darle crédito en lo que dice, porque hasta donde se puede conocer del régimen, al menos aparentemente él es el funcionario del Estado y dirigente del partido sandinista más allegado a la pareja gobernante.
Pues bien, según Porras, el sistema económico sandinista que están tratando de construir en sustitución del modelo que colapsó con la rebelión popular de 2018, es una mescolanza de “economía creativa, social, popular, familiar, cooperativa, asociativa y comunitaria”. Así lo dijo de manera textual.
Haciendo un esfuerzo de interpretación, eso nos parece una modalidad siglo XXI del socialismo pequeño burgués, que Carlos Marx y Federico Engels fustigaron y ridiculizaron a mediados del siglo XIX.
Sin embargo, como queriendo poner los pies en el suelo, el dirigente sandinista expresó de manera condescendiente, que los grandes empresarios podrían participar en ese modelo anacrónico de economía y socialismo, si respetan las bases ideológicas y las reglas del FSLN”.
Ya a fines de 2018, después de la ruptura del pacto del gobierno sandinista con la empresa privada independiente por medio del Cosep, como consecuencia de la rebelión de abril de ese año, Daniel Ortega anunció que iba a crear una economía de subsistencia, o economía del “gallo pinto”, según dijo.
En aquella ocasión, el economista José Luis Medal declaró que eso es “un absurdo total, porque los impuestos no se recaudan del arroz y de los frijoles, que están exentos de tributos. Los impuestos se recaudan de la venta de televisores, de vehículos, del sector formal de la economía… Una economía del gallo pinto no genera ingresos fiscales para mantener la burocracia estatal”, advirtió el economista. Y menos que pueda financiar la salud, la educación pública y demás gastos sociales, agregamos ahora nosotros.
En realidad, las medianas y grandes empresas son las que cargan con el mayor peso en la creación de riqueza social, la formación del Producto Interno Bruto, la generación de empleos de calidad, el pago de impuestos al Estado y contribuciones al sistema de seguridad social. Y aunque es obvio que hay grandes y medianas empresas sandinistas, originadas en la “piñata” de los años ochenta y en el enriquecimiento al amparo del poder del Estado en los últimos 15 años, el peso de la empresa privada independiente es el más importante en cuanto a la generación de riqueza, impuestos y empleos.
Los sandinistas se pueden hacer grandes ilusiones económicas, igual que se las hacían los socialistas pequeño burgueses del siglo 19, como Proudhon, Sismondi, Fourier y otros. Pueden “dejar de vivir en la realidad para transportarse al cielo vaporoso de la fantasía…”, como los ridiculizara Max. Pero así no se construye una verdadera economía y mucho menos una sociedad decente, próspera y digna como la que se necesita y demanda en la actualidad.