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El Instituto Nacional de Migración de México (INM) informó que la niña fue arrastrada por 10 kilómetros río abajo. INM

La trágica historia de la niña nicaragüense que falleció ahogada mientras cruzaba a Estados Unidos

Angélica Mariel tenía cuatro años. Salió de Nueva Guinea con su madre en busca de una vida mejor, pero la corriente del río Bravo no se lo permitió.

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Las últimas palabras que Angélica Mendoza escuchó decir a su hija del mismo nombre, fueron “mami, mami”. Eran gritos de ayuda. La niña de cuatro años estaba siendo arrastrada por el caudal del río Bravo, en la frontera entre México y Estados Unidos.

El plan de Angélica era cruzar el río con su hija, solicitar refugio en Estados Unidos y luego irse a vivir a Miami con unos familiares para empezar a trabajar y darle una mejor vida a su hija. Estaba cansada del desempleo y la falta de oportunidades en Nicaragua.

Según una familiar de Angélica, la mujer había partido de su natal Nueva Guinea el pasado viernes 25 de febrero. Un día antes, Angélica había llevado a la niña a la casa de una de sus tías para despedirse de ella y de sus primos.

Los niños estuvieron comiendo, jugando y corriendo por el patio, mientras los adultos hablaban sobre la decisión de Angélica de irse a Estados Unidos. Ya era una decisión que había tomado tiempo atrás, pero esperó a reunir dinero suficiente para hacer el viaje.

Esa noche se durmieron temprano, y en la madrugada del 25 de febrero, Angélica inició el viaje con su hija. “Ella se mantuvo en contacto con nosotros hasta el 2 de marzo, que ya iba llegando a la frontera de Estados Unidos”, detalla su familiar.

La siguiente comunicación que tuvo con Angélica fue hasta el nueve de marzo y ahí le contó que había podido cruzar a los Estados Unidos, pero que la niña estaba desaparecida desde la noche del cuatro de marzo cuando intentó cruzar el río junto a otros migrantes.

“No me lo podía creer. Todavía no me lo creo”, relata su familiar al recordar la llamada que recibió de Angélica para contarle lo sucedido. “Mi miedo era que la secuestraran como a tanta gente que los han secuestrado, pero uno nunca espera lo peor”, agrega.

Fue entre las siete y ocho de la noche del viernes cuatro de marzo cuando Angélica entró al río con su hija. La corriente estaba muy fuerte, pero era la mejor hora para pasar el río porque no estaba la guardia fronteriza

Un hombre que iba en el grupo se ofreció para ayudarle a pasar a la niña. Angélica aceptó. Ella iba adelante y el hombre iba atrás con la niña en sus hombros.

Mientras se adentraban en el río, la corriente era más fuerte y en una de esas Angélica se cayó y empezó a ser arrastrada por el caudal. El hombre que llevaba a su niña alcanzó a agarrarla y le dijo que se pusiera de pie, pero ella no pudo, así que le pidió al hombre que cruzara a la niña y ella se soltó.

A los pocos metros logró llegar a la orilla y cuando estaba saliendo del río, fue cuando escuchó los gritos de su hija. “Cuando llegué a la orilla, yo oí de lejos a la niña gritando “mami, mami”, fue cuando ahí supe que se me la había llevado la corriente”, relató Angélica a la radio mexicana La Rancherita del Aire.

Angélica entró en pánico. El hombre que llevaba a la niña pudo pasar el río, así que Angélica le preguntó qué había pasado con su hija, y él le explicó que la corriente lo había botado a él y en ese momento fue cuando se le soltó la niña y no pudo hacer nada por rescatarla.

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La mujer corrió desesperada hacia la orilla. Le pidió ayuda a otros migrantes que ya habían pasado el río para ir a buscar a su hija, pero nadie quiso ayudarla. En la madrugada del cinco de marzo, una patrulla fronteriza de los Estados Unidos encontró a la mujer. Entre llantos, fue llevada a un centro de detención en donde permaneció cuatro días.

Hasta el nueve de marzo, cuando Angélica se comunicó con sus familiares en Nicaragua, la niña seguía reportada como desaparecida.

Quería ser doctora

Su nombre era Angélica Mariel Silva Mendoza. Nació el 26 de agosto de 2017. Medía más o menos un metro de estatura y pesaba unos 15 kilogramos, según la descripción que dio su madre a las autoridades mexicanas.

Angélica Mariel tenía cuatro años de edad. En agosto iba a cumplir cinco. TOMADA DE REDES SOCIALES

Hace un año había aprendido a escribir y decía que cuando fuera grande iba a estudiar para ser doctora. Su familiar dice que era una niña tranquila. “A veces sus malacrianzas, pero lo normal de cualquier niña de su edad”, la recuerda.

Vivía con su madre en la zona 3 del municipio de Nueva Guinea, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur. Todavía no entraba a estudiar a un colegio porque su madre no podía costear los gastos de uniforme, vestimenta, útiles escolares, además de que tenía la idea de llevársela a Estados Unidos y poder matricularla en un centro de estudios en ese país para que tuviera una mejor educación, comenta su familiar.

Entre sus conocidos, amigos y familiares, a la pequeña Angélica la conocían por su inteligencia y astucia desde muy pequeña. También le gustaba bailar, sobre todo en piñatas o fiestas a las que asistía con sus primos.

Angélica, la madre, tiene 32 años. Era madre soltera y la pequeña era su única hija. Había trabajado como cajera, y otras veces como recepcionista en algunas empresas de Nueva Guinea, pero lo que ganaba no era suficiente para mantener a su hija.

Desde el mes de enero, la joven madre estaba desempleada y fue cuando empezó a ver la posibilidad de irse a trabajar a Estados Unidos porque ahí tenía familiares que podían ayudarla a establecerse, pero la mujer jamás se imaginó lo que iba a suceder la noche del cuatro de marzo.

La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) es una agencia de Naciones Unidas que monitorea la migración en todo el mundo. Según sus cifras, en 2021, entre la frontera de México y Estados Unidos murieron 650 migrantes, un récord histórico desde 1998.

En los últimos meses, las cifras de nicaragüenses que migran a Estados Unidos ha crecido de manera exponencial, de acuerdo a cifras proporcionadas por Manuel Orozco, analista de Diálogo Interamericano.

Las cifras reflejan que el mes en que más nicaragüenses migraron a Estados Unidos fue en noviembre de 2021, con un total de 13,637 compatriotas. Para este 2022, el mes de febrero es el que más se acerca a esa cifra con 13,356 nicaragüenses.

Los motivos que tienen los nicaragüenses para migrar son la represión del régimen orteguista, la crisis económica y el desempleo. Estas dos últimas fueron las causas que motivaron a Angélica a migrar con su hija.

La búsqueda de Angélica duró casi una semana en el Río Bravo. TOMADA DE REDES SOCIALES

Identificada por su ropa

Cuando Angélica contactó a su familia el nueve de marzo, ya había recibido sus papeles como refugiada, así que la dejaron salir del centro de detención y además le extendieron un permiso para acercarse a la zona donde creía que se encontraba su hija, explica su familiar.

Para aquellos días, la mujer todavía tenía la esperanza de que la niña estuviera con vida. Pensaba que se encontraba en territorio mexicano porque desde ahí fue donde escuchó los últimos gritos de su pequeña.

Angélica había cruzado el río en un poblado llamado Piedras Negras, en el estado de Coahuila, México, con dirección a Eagle Pass, en Texas, Estados Unidos. La mujer y la familia hicieron una campaña en redes sociales para que los pobladores de la zona brindaran información en caso de que vieran a la niña.

“Yo sin mi hija no puedo vivir”, dijo Angélica en medio del llanto a la radio mexicana ese mismo nueve de marzo.

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Un día después, su hija fue localizada a orillas del río en Piedras Negras, según informó el Instituto Nacional de Migración (INM) de México. La niña fue reconocida por la ropa que andaba puesta al momento de la tragedia: una licra de color negro, una blusa de botones de gamuza color rosa, calcetines rosados, y los dos lunares pequeños que tenía en ambas mejías.

Un equipo de buzos de las autoridades mexicanas la encontró la mañana del diez de marzo flotando a unos 10 kilómetros río abajo de donde había intentado cruzar con su madre hacia Estados Unidos.

Ese mismo día, Angélica informó sobre el hallazgo del cadáver de la niña a su familia en Nueva Guinea. “Estaba destrozada, como cualquier madre. Y nosotros también. Si a la niña la queremos mucho”, dice su familiar.

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