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La guerra de Rusia contra Ucrania y la sinrazón de las Naciones Unidas

La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha puesto en evidencia la necesidad imperiosa de reorganizar el orden internacional; de una nueva organización mundial de Estados que responda realmente al interés de los pueblos en vivir y prosperar en paz, seguridad, libertad y democracia.

La guerra de agresión del régimen autocrático ruso de Vladímir Putin, contra la Ucrania libre de Volodimir Zelensky, ha hecho que en la parte democrática del mundo aumenten las voces que apoyan esa idea. Cabe mencionar entre ellas la de Gonzalo Pérez del Castillo, vicepresidente del Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales y también vicepresidente del Comité de Evaluación de la Reforma de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

“La razón de ser de la ONU es mantener la paz y la seguridad internacionales. Si no es capaz de detener esta guerra que representa Putin, ya deja su razón de ser y en consecuencia no se justifica”, ha escrito Pérez del Castillo. El secretario general de las Naciones Unidas debería estar en Ucrania, despachando allí para al menos intentar el cumplimiento de la misión pacificadora de la ONU, sostiene el diplomático suramericano.

El primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas establece que su objetivo es “Mantener la paz y seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas y eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz; y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz…” Más adelante la Carta especifica las medidas prácticas, inclusive militares, que debe tomar la ONU contra los agresores.
Pero la ONU es incapaz de cumplir ese mandato fundamental, porque en ella están revueltos con iguales derechos los países agresores con los agredidos. Inclusive Rusia tiene el poder de vetar cualquier propuesta para poner fin a su guerra de agresión contra Ucrania que se quisiera aprobar en el Consejo de Seguridad.

El 28 de febrero pasado, los representantes de 141 países —de los 193 que pertenecen a la ONU— aprobaron en la Asamblea General una resolución que “deplora enérgicamente” la agresión de Rusia contra Ucrania. Pero más, nada. Sin duda que esa resolución en la que el régimen de Nicaragua se abstuvo por su alianza con Rusia, ha sido importante moralmente. Pero no ha servido para poner fin a la devastación de Ucrania y el asesinato en masa de civiles ucranianos, por parte de Rusia.

Otra muestra de lo absurdo del actual orden internacional ha sido el llamado de la Corte Internacional de Justicia a suspender las operaciones militares exigiendo a las dos partes “garantizar que no agravarán su controversia”. Los jueces del mundo califican la guerra como una “controversia” y ponen a los agresores y los agredidos en el mismo plano. Como ha dicho el jurista internacionalista venezolano Asdrúbal Aguiar, esos jueces internacionales “hielan la sangre al acabar con la razón ética que exige discernir entre víctimas y victimarios”.

En el nuevo orden mundial que debe crearse después de esta guerra del mal contra el bien, las dictaduras no deberán estar revueltas con las democracias, ni las potencias agresoras como la Rusia autocrática y de Putin, con naciones democráticas y pacíficas como la Ucrania de Zelensky.

Si a los países dominados por bandidos no se les permitiera sentarse en los mismos asientos y tener iguales o más derechos que los Estados gobernados por gente decente, sin duda que el mundo podría andar mejor.

Editorial Naciones Unidas ONU Rusia Ucrania
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