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Desde 2018, Donaldo Hernández es el corresponsal de la Voz de América en Nicaragua. Sus reportes llegan a varios televisoras de América Latina. CORTESÍA

Las dos decisiones que cambiaron la vida del periodista Donaldo Hernández

Cuando era un niño, Donaldo nunca pensó que podía llegar a estudiar en una universidad. Vendía tortillas en las calles y lácteos en el mercado. Esta es la historia de un niño que salió de la pobreza y la violencia en que vivía, para convertirse en corresponsal de una agencia extranjera de televisión

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Mucho antes de hablar frente a una cámara de televisión con un micrófono en la mano, Donaldo Hernández gritaba a sus cinco años a través de un megáfono desde una vieja camioneta por las calles cercanas del mercado Roberto Huembes.

–Va el queso, la crema, la leche agria. ¡Llévela!, ¡llévela!, ¡llévela!

Iba con su madre Santa de los Ángeles Reyes, una madre soltera que cada mañana despertaba con la preocupación de qué iba a darle de comer a sus cuatro hijos ese día. Donaldo era el menor y el único varón del cuarteto.

Cuando estaba más grandecito, a los ocho años, Donaldo ya no anunciaba lácteos. Más bien se iba con sus primos por los barrios aledaños al reparto Shick en Managua, donde nació y creció, vendiendo tortillas.

Aunque Donaldo siempre fue buen estudiante en primaria y secundaria, nunca pensó que iba a poder estudiar en una universidad y salir de la extrema pobreza en que vivía en aquel entonces. No es que ahora sea millonario, dice, pero ya no pasa por las necesidades que tenía cuando era un niño. Su vida ha cambiado a partir de las dos decisiones transcendentales que tomó durante su juventud.

A simple vista, parece una persona sencilla y alegre. Sus más cercanos lo catalogan como “humilde”, de “buen corazón”, y como alguien “intenso y perfeccionista” para trabajar. Esta es la historia de un niño que vivió entre la pobreza y la violencia, y fue en contra de su familia para salir de ellas.

Donaldo junto a su abuela Rosa Imelda. Él decidió ser periodista para ganarse la admiración de su abuela. CORTESÍA

Lechuzas de periódicos y tigüilotes

Donaldo Eliezer Hernández Reyes nació el 16 de abril de 1989. Era el segundo hijo que tenía su madre Santa de los Ángeles, mejor conocida como “Ángela”, con Donald Hernández, un hombre casado que tenía su familia aparte.

Ángela ya había tenido dos hijas con otra persona que había fallecido a mediados de los ochenta, y con Donald tuvo otros dos, una niña llamada Sheyla Hernández Reyes, y Donaldo, el menor de los hijos de Ángela.

Vivían en casa de doña Rosa Imelda Reyes, abuela materna de Donaldo, en el reparto Shick. En la casa también vivían los demás hijos y nietos de doña Rosa. “Éramos 12 nietos”, recuerda Donaldo de aquellos días de su infancia.

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Era una familia que vivía en la extrema pobreza. Su casa era de madera con una sola línea de piedras canteras como base. Piso de tierra. También había gallinas, patos y cerdos que la abuela de Donaldo engordaba y luego los vendía en diciembre

La madre de Donaldo era comerciante y tenía sus puestos de venta en el Mercado Oriental y en el Roberto Huembes, y ahí se llevaba al pequeño Donaldo para que le ayudara con sus ventas, pero debido a la crisis que sufría el país en aquel entonces, la mujer a duras penas obtenía ganancias.

Cuando Donaldo no iba a vender con su madre, se quedaba bajo el cuidado de su abuela Rosa Imelda. La señora vendía frijoles cocidos y tortillas en la casa, y cuando no lograba vender todas las tortillas, los nietos se iban a venderlas por los barrios aledaños.

Frecuentaba el sector de La Fuente, pero a Donaldo prefería ir a la colonia 14 de septiembre, Primero de Mayo y Villa Flor porque las personas del lugar siempre les regalaban ropa o comida.

“Yo nunca tuve un juguete. Nunca tuve un carrito para jugar. Vivíamos en tanta pobreza que lo más importante era comer el arroz y los frijoles”, rememora Donaldo, y relata que su diversión junto a sus primos era hacer lechuzas para volarlas.

El primero de izquierda a derecha es Donaldo, seguido por su abuela. A pesar de las dificultades económicas, él se destacó en los estudios durante su primaria y secundaria. CORTESÍA

Aunque la familia no tenía mucho dinero, la abuela Rosa siempre tenía para comprar el periódico, y como ella no sabía leer, les pedía a sus nietos que le leyeran las noticias. Quien normalmente le leía el periódico a la señora era Donaldo.

Una vez que terminaba de leerle a la abuela, Donaldo se llevaba el periódico con sus primos. Se repartían las páginas, las doblaban y le daban forma. Con el líquido pegajoso que suelta una semilla llamada tigüilote que daba un árbol del patio de la casa y con unos palitos de madera, los niños armaban una lechuza e intentaban volarla.

“Todavía puedo hacer lechuzas”, comenta el periodista con gracia.

Hubo un tiempo que la madre de Donaldo se llevó a sus hijos a vivir con una nueva pareja, pero esta persona más bien la golpeaba a ella y a los menores.

“Recuerdo que a los siete años intenté defenderla (a su madre). Me lancé contra mi padrastro, pero solamente era un niño. Me aventó contra la pared y él siguió golpeando a mi mamá”, relata Donaldo.

Costa Rica

Fueron tres años de violencia los que vivió la familia de Donaldo hasta que su madre decidió huir a Costa Rica. Se fue para encontrar trabajo y mejorar la calidad de vida de sus hijos, pero también huyendo del hombre que la maltrataba.

Donaldo y sus hermanas regresaron a la casa de su abuela, y tiempo después, cuando él tenía 13 años, su madre quiso llevárselo para Costa Rica junto a su hermana Sheyla, pero las autoridades de Migración le exigieron el permiso de su padre, quien, hasta ese momento, se había encontrado ausente en sus vidas y tampoco los había reconocido como sus hijos.

El hombre finalmente los reconoció y les dio el permiso para que se fueran al vecino país a inicios de 2002.

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Donaldo cuenta que a Costa Rica “venía muy ilusionado porque era un nuevo comienzo. Un país donde podía estudiar y probablemente estudiar una carrera”, recuerda, pero la emoción desapareció cuando le dijeron que no podía continuar con su secundaria.

“Fuimos como a cinco colegios, y en todos dijeron que tenía que esperar hasta el otro año, y estaba en tiempo para matricularme. Sentí que prácticamente me rechazaron por ser nicaragüense”, relata el periodista.

Donaldo ya iba a cursar su segundo año de secundaria, pero en Costa Rica también le dijeron que si entraba a estudiar debía hacerlo desde el primer año de secundaria porque la educación en Costa Rica era superior a la nicaragüense.

Ese año, Donaldo no pudo estudiar. Su madre trabajaba como doméstica con dormida adentro, así que rentaba una casa en Alajuelita donde sus dos hijos pasaban solos. “Vivíamos como aislados. Con temor a la discriminación. No salíamos ni a jugar, ni a pasear”, recuerda Donaldo.

Con el tiempo, Donaldo empezó a extrañar a su abuela, su casa, sus primos y su país. Cuando llegó diciembre de 2002, la familia viajó a Nicaragua de vacaciones y Donaldo tomó la primera decisión que le cambió la vida.

Encaró a su mamá y le dijo que no quería regresar a Costa Rica. Que iba a quedarse en Nicaragua, con su abuela y que iba a prepararse para cumplir su sueño de convertirse en maestro.

Después de una larga discusión, su madre aceptó y Donaldo se quedó en Nicaragua. “Fue la mejor decisión que pude haber tomado”, cuenta

El siguiente año, 2003, Donaldo pudo entrar al colegio Salomón Ibarra Mayorga para terminar su secundaria. Ahí conoció amigos, tuvo sus primeras novias, también hacía deportes y bailaba break dance con otros amigos de su barrio.

“No se me dificultaba hacer los pases de Michael Jackson. Hacía el helicóptero, vueltas de cabeza”, relata, e incluso hacía competencias de baile con sus primos y otros jóvenes de su barrio. “Se van a desnucar” les gritaba la abuela.

Donaldo junto a su madre Ángela y su abuela Rosa Imelda. CORTESÍA

Maestro o periodista

Desde pequeño Donaldo había querido ser maestro. Tenía una tía que era profesora que vivía cómodamente y tenía una mejor vida que el resto de la familia.  “Yo quería eso, una forma para salir de la pobreza”, comenta.

Donaldo trató de entrar a la Escuela Normal para convertirse en maestro, pero no pudo hacerlo porque en ese entonces tenía que pagar, además de comprar libros, uniforme y demás gastos que no podía asumir.

Su segunda opción era estudiar periodismo en la Universidad Centroamericana (UCA). Donaldo comenta que en su familia siempre se ha creído que el trabajo es mejor que el estudio para salir de la pobreza, pero él quería hacer las cosas de manera distinta y por eso tomó la decisión de ir en contra de los consejos de su familia.

La abuela de Donaldo era admiradora del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Siempre hablaba de él. Esa fue la razón por la que Donaldo terminó por decidirse a estudiar periodismo, “porque quería ganarme la admiración de mi abuela”.

A finales de 2006, Donaldo se bachilleró a sus 17 años. El secretario político del Frente Sandinista en el reparto Shick, le comentó a la familia de Donaldo que la Alcaldía de Managua estaba otorgando becas a los mejores estudiantes del barrio, así que el joven decidió aplicar y consiguió estudiar en la Universidad Hispanoamericana (UHISPAM).

Donaldo se graduó de periodista en la Universidad Hispanoamericana (UHISPAM) en 2011. CORTESÍA

El joven Donaldo se hizo una promesa a sí mismo. Dijo que iba a enfocarse en sus estudios, no iba a ir a fiestas, y tampoco iba a tener novias porque no podía permitirse ninguna distracción en su carrera que le hiciera perder lo que él consideraba que era la oportunidad de su vida. Nunca antes había siquiera llegado a imaginar que podía estudiar en una universidad.

“Algunas de mis compañeras creían que yo era gay”, recuerda Donaldo, porque no le conocieron novias en ese tiempo.

Sin salario

Donaldo se graduó como periodista en 2011, aunque un año antes había empezado haciendo prácticas para Radio Maranatha y luego trabajó en una organización no gubernamental en donde le tocaba monitorear diariamente a las principales radios y periódicos del país.

Antes de graduarse, una amiga de él que trabajaba en 100% Noticias le comentó que en ese canal estaban buscando a jóvenes para que aprendieran edición de video y cámara. Donaldo se interesó y aplicó.

Estuvo todo el mes de abril de 2011 aprendiendo edición y cámara, y en mayo se acabó el entrenamiento. Empezó a enviar su hoja de vida a varios medios de comunicación, hasta que en junio lo volvieron a llamar de 100% Noticias para ofrecerle empleo como editor de video.

Aceptó el trabajo. Su esperanza era llegar a ser reportero. Estuvo dos años como editor de video, luego lo pasaron a ser productor del noticiero y en 2015, pasó a ser reportero.

Donaldo presentando el noticiero en el estudio de 100% Noticias. CORTESÍA

En octubre de 2017, Donaldo fue despedido del canal y junto a su mejor amigo, que también es periodista, empezaron a trabajar para fundar un medio de comunicación digital, pero el proyecto nunca se consolidó

Cuando estalló la crisis política en abril de 2018, Donaldo no estaba trabajando en un medio de comunicación. Le pidió a un colega que le ayudara a entrar a la Radio Corporación porque sentía la necesidad de estar cubriendo los hechos.

Su amigo le dijo que podía trabajar, pero sin salario y solamente con un pequeño viático de transporte y alimentación. “Era estar en mi casa sin hacer nada como periodista, o me arriesgaba a cubrir la crisis política sin salario”, cuenta.

Donaldo aceptó. Dice que pudo cubrir casi todas las manifestaciones entre mayo y julio de 2018. Cubrió la llegada de los obispos a Masaya, y estuvo en las operaciones limpieza en León, Sébaco, Jinotega, Estelí y Matagalpa. También pudo dar cobertura al primer Diálogo Nacional en mayo de ese año.

La VOA

En agosto de 2017, el periodista Gesell Tobias de la agencia de noticias estadounidense Voz de América (VOA), visitó Nicaragua para hacer un reportaje sobre la influencia rusa en Nicaragua. Cuando llegó al aeropuerto, le dijeron que sus equipos de televisión iban a quedar retenidos.

Para ese entonces, Donaldo aún trabajaba en 100% Noticias. Este canal era afiliado de la VOA, entonces Tobias le solicitó apoyo técnico, además de un periodista que le ayudara con la producción. Donaldo fue el encargado de apoyar a Tobias.

Trabajó muy bien con Tobias y una vez que salió del país, mantuvieron contacto. Cuando estalló la crisis política en abril de 2018, Tobias llamó a Donaldo.

“Vamos para Nicaragua a cubrir la crisis. Quisiera que nos ayudaras para saber qué está ocurriendo”, le dijo el 20 de abril. Días después, el equipo de la VOA llegó a Nicaragua y Donaldo empezó a colaborar con ellos.

En julio, Tobias y su equipo tuvieron que regresar a Estados Unidos. Donaldo siguió trabajando sin salario con radio Corporación hasta que Tobias le dijo que estaban buscando un corresponsal permanente en Nicaragua y lo animó a que aplicara. Después de dos meses, Donaldo fue seleccionado.

Donaldo es el corresponsal de la Voz de América en Nicaragua. Sus reportes llegan a varios medios de comunicación afiliados de toda América Latina. CORTESÍA

Su primera nota se publicó el 19 de septiembre de 2018. Desde ese día, su vida ha cambiado completamente. No solo por lo económico, sino por la oportunidad de trabajar para un medio de comunicación extranjero.

Este domingo, Donaldo se encuentra en Costa Rica como parte del equipo de la VOA que dará cobertura a la segunda ronda de las elecciones presidenciales de este país.

Ahora tiene 32 años. Después de estudiar periodismo en la UHISPAM, ha podido hacer estudio de posgrado sobre derechos humanos y memoria, y quiere continuar profesionalizándose y aprender inglés.

“Cuando deje de ser periodista, me gustaría hacer cine documental”, comenta, y espera poder estudiar algo relacionado en México, España o Argentina, por la calidad de sus escuelas de cine y comunicación. Todavía quiere ser maestro, pero de periodismo o producción audiovisual.

La madre y las hermanas de Donaldo viven en Costa Rica. Su abuela de 92 años continúa viviendo en su casita del reparto Shick. Según Donaldo, pudo lograr el objetivo de ser admirado por su abuela después de convertirse en periodista

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