El pueblo ucraniano es reconocido como uno de los más cristianos del mundo y desde hace muchos siglos celebra la Semana Santa con ejemplar devoción.
Además, la celebración de la Semana Santa de Ucrania se distingue por una vistosa diversidad de actividades populares, muy arraigadas en la cultura nacional ucraniana.
Pero este año, por causa de la guerra, la Semana Santa ucraniana se está celebrando sin expresiones de cultura y religiosidad popular, limitada a los servicios religiosos en los templos y hogares donde se pueden celebrar; con el temor de la gente a los bombardeos que destruyen las ciudades y masacran a la población civil; con la inmensa tristeza de llorar a sus muertos asesinados por la guerra de agresión de Vladímir Putin.
Los ucranianos viven un viacrucis permanente de muerte, dolor, violaciones sexuales de mujeres, asesinatos de niños, crímenes contra la humanidad cometidos por la soldadesca de Putin.
El papa Francisco, el recién pasado Domingo de Ramos pidió “una tregua de Semana Santa” en la guerra de Ucrania. En realidad, debió pedir a Rusia, y personalmente a Putin, que ponga fin a la guerra, porque los ucranianos no han agredido ni invadido a nadie. Ellos solo se defienden y luchan por su derecho a existir como una nación libre e independiente.
De todas maneras Putin no atendería la petición del papa. Lo que quiere el autócrata guerrerista de Rusia es someter a Ucrania a su designio imperial. Y como los ucranianos se resisten, está dispuesto a exterminarlos.
Es necesario dejar claro que el pueblo ruso no es culpable de los crímenes de guerra y contra la humanidad que el ejército de Rusia está cometiendo en Ucrania. Los culpables son Putin y su camarilla de militares asesinos, que ojalá pudieran ser juzgados pronto y paguen por sus horrendos crímenes.
En esta Semana Santa, el pueblo ucraniano ora fervorosamente por el fin de la guerra de agresión, para que vuelva la paz a su país y pueda conservar su libertad. Para los ucranianos, por su sufrimiento todos los días de esta Semana Mayor son Viernes Santo, el día en que se rememora el dolor de la crucifixión y muerte de Jesucristo.
Este Viernes Santo, en el Viacrucis que presidirá el papa Francisco en el Coliseo de Roma, una familia ucraniana y otra rusa cargarán la cruz en la decimotercera estación, en la que se medita y ora por el momento “cuando Jesús muere en la cruz”.
Las dos familias, ucraniana y rusa, también escribieron las meditaciones que ellas mismas rezarán, en la cual dirán: “¿Dónde estás Señor? ¿Dónde te escondiste? Queremos recuperar nuestra vida anterior. ¿Por qué todo esto? ¿Qué culpa hemos cometido? ¿Por qué nos has abandonado? ¿Por qué has abandonado a nuestros pueblos? ¿Por qué has dividido nuestras familias de esta manera? ¿Por qué ya no tenemos ganas de soñar y de vivir? ¿Por qué nuestras tierras se han vuelto tan oscuras como el Gólgota?… “Señor, ¿dónde estás? Habla en el silencio de la muerte y de la división y enséñanos a hacer la paz, a ser hermanos y hermanas, a reconstruir lo que las bombas habrían querido destruir”.