En su campaña de exterminio de las organizaciones independientes y democráticas de la sociedad civil, el régimen ha liquidado también a la histórica Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH).
La CPDH ha sido liquidada el mismo día de su 45 aniversario. Han sido cuatro décadas y media de lucha de sus valerosos funcionarios, abogados y activistas defensores de los derechos humanos, enfrentando a tres dictaduras: la somocista, la sandinista de los años ochenta del siglo pasado y la de ahora.
Muchas personas detenidas y desaparecidas, torturadas en prisión, pisoteados sus derechos fundamentales, fueron beneficiadas durante estos 45 años por las gestiones de la CPDH. Podemos decir, inclusive, que no pocas de ellas salvaron la vida o lograron su libertad gracias a ella.
Por esas gestiones la abnegada y valerosa abogada defensora de los derechos humanos, María Oviedo, está en la cárcel y ha sido condenada a ocho años de prisión, bajo la pérfida acusación de “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas”.
No cabe ninguna duda de que los presos y perseguidos políticos, todas las víctimas de cualquier clase de injusticia y abuso de poder, quedan en total indefensión debido al cierre de la CPDH. Solo esta quedaba legalmente en el país, después de que el Cenidh y la ANPDH fueron canceladas anteriormente por el régimen.
También la causa de la democracia pierde un valioso apoyo con el cierre obligado de la CPDH. Decimos esto basados en que la Asamblea General de las Naciones Unidas consagró en su Declaración del 8 de marzo de 1990 que “la labor de defensa de los derechos humanos es fundamental para el fortalecimiento de la democracia”. Esta es una norma del derecho internacional humanitario transgredida con la liquidación de los organismos nacionales defensores de los derechos humanos.
La CPDH es o ha sido la institución defensora de los derechos humanos más antigua de Nicaragua. Fue fundada el 20 de abril de 1977 por un grupo de personalidades democráticas, entre ellas el profesor e historiador nacional Ricardo Paiz Castillo, el jurista y político socialcristiano Eduardo Rivas Gasteazoro, el intelectual y editor Javier Zavala, y el sociólogo José Esteban González, quien fuera su primer coordinador nacional. Otros directores ejemplares de la CPDH fueron Martha Patricia Baltodano y Marcos Carmona, quien la venía conduciendo admirablemente desde hace veinte años.
Fueron directivos destacados de la CPDH otras personalidades como monseñor Luis Amado Peña, la profesora de generaciones Digna Zamora de Corea, y Frank Lanzas, el primer alcalde democrático de Matagalpa después de la derrota electoral sandinista en febrero de 1990.
Esta no es la primera vez que el régimen sandinista liquida a la CPDH. Ya lo había hecho en febrero de 1981, no mediante una disposición legal sino por un asalto violento de la policía sandinista. Pero los comandantes cedieron a las peticiones de la CIDH de la OEA, y la CPDH volvió a funcionar.
Ahora que ha sido nuevamente liquidada por el régimen sandinista no le deseamos a la CPDH que descanse en paz. Su desaparición no será para siempre. Es seguro que cuando la democracia sea restablecida en Nicaragua, la CPDH volverá a funcionar vigorosamente como lo ha hecho en los últimos 45 años.