Por ser el 23 de abril de cada año Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor, en esta fecha se realizan en todas partes de la Tierra diversas actividades para exaltar a los escritores y el valor de la cultura y el talento humano.
Como información de contexto, cabe mencionar que la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), proclamó a fines de 1995 el 23 de abril como Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor, para que la humanidad le rinda un merecido homenaje a eminentes escritores universales como Miguel de Cervantes, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare.
Pero además de honrar la memoria de esos ilustres escritores en el día que se conmemora su natalicio o defunción, la celebración es para fomentar el hábito de lectura, apoyar la literatura y la creación cultural en todo el mundo, así como promover la protección de los derechos de los que escriben los libros.
En todos los países la gente se siente orgullosa de sus escritores que dan forma y sentido a su identidad cultural nacional. Las naciones, aunque sean pequeñas y pobres, son más honorables y respetadas en la medida que tienen buenos escritores y excelente literatura.
El académico y literato nicaragüense Jorge Eduardo Arellano, en su libro Diccionario de Autores Centroamericanos, editado en el año 2003 como parte de la Colección Cultural de Centroamérica auspiciada por el Grupo Uno, incluye a 114 escritores nicaragüenses. Seguramente son más, sobre todo si se incluyera a los que publicaron en los últimos 19 años.
En esa pléyade de escritores nicaragüenses resplandece con prestigio nacional el gran Rubén Darío quien es sin duda el principal símbolo de identidad nacional que une a su alrededor a prácticamente todos los nicaragüenses.
Ahora bien, en este día en el que se rinde homenaje mundial a los escritores y se reivindican sus derechos, hay que lamentar que los dos escritores nicaragüenses que han sido honrados con los galardones literarios más importantes de la lengua española, Sergio Ramírez con el Premio Cervantes y Gioconda Belli con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, están en el exilio por razones políticas.
También es triste y lamentable que el autor nicaragüense recientemente fallecido, Ernesto Cardenal, fuera ultrajado en sus últimos años de vida por sus antiguos compañeros de lucha sandinista, y hasta después de muerto sigue siendo perseguido. Así lo demuestra la cancelación represiva de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, creada por él para promover el desarrollo socioeconómico y cultural de esa comunidad isleña en el lago de Nicaragua.
Lo mismo le ocurrió a la Fundación Luisa Mercado, que fue fundada por el laureado escritor nicaragüense Sergio Ramírez para fomentar la cultura literaria y musical en su natal pueblo de Masatepe, liquidada por motivos políticos como muchas otras ONG que se dedicaban a realizar servicios humanitarios y democráticos.
Pero aún en estas sombrías circunstancias políticas los escritores nicaragüenses deben recibir el homenaje de la nación. El talento y la capacidad creativa de los nicaragüenses hacedores de cultura, es siempre el más valioso y apreciable patrimonio nacional, y hay que honrarlo como se debe.