Hemos conocido las reacciones que motivó el editorial de LA PRENSA del jueves 21 de abril corriente, titulado “¿Qué hacer después del cuarto aniversario de abril?” y publicado en ocasión del cuarto aniversario de la rebelión cívica de 2018.
Antes de referirnos a tales reacciones, debemos reconocer y agradecer que LA PRENSA sigue siendo un periódico tan leído y tomado en cuenta, como siempre lo ha sido a lo largo de su historia casi centenaria. Nos satisface comprobar que el Diario de los Nicaragüenses sigue generando controversias y formando opinión.
En el caso de las reacciones al editorial del jueves 21 de abril, debemos reconocer que la mayor parte han sido contrarias a lo que en él se dijo. Aunque también hemos recibido opiniones de coincidencia y respaldo, que las agradecemos, pero siendo honestos debemos admitir que han sido menos que las críticas y los ataques, algunos de ellos innecesariamente groseros y ofensivos.
Pero no tenemos interés en pelear con nadie. Basta decir que LA PRENSA no es un movimiento político de oposición que lucha por el poder, no tiene interés en quitárselo a quienes lo tienen ni disputárselo a quienes lo quieren tener. LA PRENSA es un medio de comunicación cuya naturaleza y funciones son informar, opinar, buscar la verdad y decirla, aunque a veces nos equivoquemos.
Lo que nos importa, sobre todo, son los valores y principios de la democracia y la libertad, la vigencia de los derechos humanos, de la economía de mercado y la libre empresa, y ante todo de la libertad de expresión y de prensa que para nosotros es el bien jurídico y moral más apreciado.
Respetamos todas las opiniones sin excepción y expresamos libremente lo que pensamos en la medida de que nos lo permiten las circunstancias. No pretendemos que nadie acepte lo que decimos. Es necesario tener claro que, así como LA PRENSA no busca ni disputa el poder político, sus editoriales no son órdenes ni “orientaciones”. La función de un editorial es fomentar o aportar al debate de ideas, sobre todo frente a los problemas que enfrenta una sociedad. Pretender la imposición de un pensamiento único siempre es pernicioso, venga de donde venga.
Ahora bien, como demócratas que somos practicamos la autocrítica cuando consideramos que es necesario hacerlo. El maestro colombiano de ética periodística, Javier Darío Restrepo (q.e.p.d.) nos enseñó cuando vino a fines de los años 90 del siglo pasado para hablarnos del tema —traído por la Fundación Violeta Barrios de Chamorro— que las prácticas del periodismo deben ser sometidas de manera permanente a cuestionamientos autocríticos.
Aprendimos que no debemos responder con el “victimismo” a los cuestionamientos o críticas que nos hacen, aunque a veces sean crueles y dolorosas. Además, autorregularse y autocriticarse no es autocensurarse. “Se autorregula (y se autocritica) el que quiere hacer un periodismo mejor”, nos enseñó el gran maestro de ética periodística fallecido en octubre de 2019.
Comprendemos que no somos dueños de la verdad, por eso no pretendemos imponer nuestras opiniones. Lamentamos que en el lado de los que luchan por la libertad y la democracia haya quienes se sientan ofendidos por lo que decimos algunas veces.
Entendemos, sin embargo, que la diversidad de opiniones fomenta una sociedad sana, por lo que animamos a quienes tengan puntos de vista distintos a los expresados en nuestros editoriales a expresarlos en LA PRENSA. Siempre hallarán espacio en la República de Papel que bautizó el poeta Pablo Antonio Cuadra, hoy transformada en una república digital.
Por otra parte, con el editorial del 21 de abril no hemos pretendido exonerar al régimen, absolutamente de nada. Solo hemos querido decir que en las condiciones tan complejas y duras de Nicaragua actualmente, tal vez los actores políticos deberían pensar en alternativas de acción cívica y pacífica que puedan conducir a, por lo menos, aliviar la situación. El editorial reiteró claramente que esas alternativas pasan por alcanzar la liberación de todos los presos políticos, el restablecimiento de los derechos y libertades constitucionales y, ¿por qué no?, a la creación de condiciones reales para que haya elecciones libres, limpias y competitivas.
Poner ese planteamiento para su consideración no es claudicar. A lo largo de su historia LA PRENSA nunca ha claudicado en la lucha por la libertad y la democracia en Nicaragua, tampoco ha renunciado a demandar y defender el derecho de los nicaragüenses a vivir en paz, seguridad y con oportunidades para progresar.
Que esta no es una declaración peregrina lo confirman nuestros 96 años de historia, así como nuestra cobertura diaria en constante denuncia de la dictadura. Pero sobre todo lo confirma la sangre derramada por nuestro director mártir Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y el encierro que hoy viven en celdas de tortura nuestro gerente general Juan Lorenzo Holmann Chamorro y nuestro directivo Pedro Joaquín Chamorro Barrios, así como el arresto domiciliario de Cristiana Chamorro, quienes junto a más de 180 nicaragüenses son hoy presos políticos por oponerse a la oprobiosa y sangrienta dictadura Ortega Murillo.
