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Dios salve a la reina, viva la monarquía democrática

Inglaterra está echando la casa por la ventana, como dice el antiguo dicho español, con la celebración del Jubileo de Platino de la reina Isabel II, una fiesta del Reino Unido y la Mancomunidad Británica que tiene gran resonancia mundial.

Isabel II cumple 70 años de ser la reina de Inglaterra. Los cumplió el 6 de febrero pasado, pero se festeja hasta ahora porque hay un mejor clima en el país, apropiado para celebrar.

Vista desde las Américas, donde hay una tradición republicana de casi dos siglos y medio, a partir de la declaración de independencia de los Estados Unidos (EE. UU.) en 1776, la monarquía parece algo anacrónico. En las Américas solo en Brasil hubo un breve período monárquico en la primera parte del siglo XIX, aunque ha tenido presidentes republicanos peores que los más odiosos monarcas absolutos.

Las monarquías surgieron en el mundo hace más de 5 mil años. Fue en las antiguas culturas políticas sumeria y egipcia, en las que el monarca era rey o emperador, e incluso dios. Durante mucho tiempo dominaron el mundo, pero con el desarrollo y el progreso social muchas desaparecieron y dieron lugar a formas de gobierno más modernas, como la república.

Sin embargo, en algunos países la monarquía sigue siendo consistente, sobre todo las democráticas, como la de Inglaterra, que se han acomodado a los cambios sociales, políticos y culturales, y son más un símbolo nacional que régimen de gobierno.

Todavía quedan monarquías absolutas y odiosas, con reyes despóticos a la cabeza, en algunos países árabes y asiáticos. Pero en Europa, donde 10 países tienen reyes, reinas, príncipes y princesas, y Japón en Asia, las monarquías son democráticas, constitucionales, parlamentarias y los pueblos viven en plena libertad.

En cambio, en muchos países donde no hay monarquía, sino sistemas republicanos, los presidentes y jefes de gobierno son tan autocráticos y tiránicos como los peores monarcas absolutistas y despiadados del pasado.

La verdad es que, puestos a escoger, es preferible vivir donde hay monarquías democráticas, con “reyes que reinan, pero no gobiernan”, en vez de en repúblicas como la de Irán, China, Corea del Norte y Cuba, para solo mencionar algunas. Porque en estas no hay libertades individuales y democráticas, los gobernantes se atornillan en el poder y no se respetan los derechos humanos más elementales.

La frase “Dios salve a la reina”, que hemos puesto en el título de este comentario editorial, es el nombre del himno nacional de Inglaterra o Reino Unido. Fue adoptado en 1745 y, aunque no está oficializado por ninguna ley ni decreto real, preside las ceremonias y actos oficiales, así como los eventos deportivos y sociales de toda clase.

El himno Dios salve a la reina se está entonando con más fervor en estos cuatro días de festejos oficiales por el Jubileo de Platino de la reina Isabel II, que culminan el domingo 5 de junio y en los cuales ella no ha podido participar en todos, por su longeva edad de 96 años acompañada con los achaques correspondientes e inevitables.

En realidad, que Dios salve a la reina y proteja la democracia monárquica británica, que es un gran ejemplo para todos los pueblos que quieren y necesitan vivir en democracia, pero se la niegan algunos pocos reyes absolutistas y muchos presidentes despóticos con pretensiones monárquicas y dinásticas.

Editorial
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