En su presentación ante el foro empresarial realizado en Los Ángeles en el marco de la IX Cumbre de las Américas, el presidente de Chile, Gabriel Boric, dijo que llegaba “a reivindicar, con mucha alegría, que es posible levantar un proyecto de izquierda que sea democrático, que tenga un profundo respeto por los derechos humanos, que fomente el crecimiento inclusivo y en donde nadie se quede atrás”.
Boric respaldó la posición de los presidentes de México y Argentina, quienes exigieron inútilmente la participación de las dictaduras en la IX Cumbre. Pero lo hizo desde su propia perspectiva, criticando al mismo tiempo las violaciones a los derechos humanos y la falta de libertad y democracia en los países cuyos regímenes fueron excluidos del máximo evento político hemisférico.
Es interesante la posición de Gabriel Boric —quien saltó del activismo estudiantil izquierdista y callejero a la Presidencia de Chile— de que la izquierda es compatible con la democracia.
Desde la derecha política, pero más desde la extrema derecha, se suele rechazar de plano a la izquierda acusándola de que cuando está en el poder liquida la democracia. Y en respaldo de su posición acuden a las experiencias trágicas de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Pero la verdad es que sí hay una izquierda democrática, así como también hay una izquierda antidemocrática. De la misma manera que existe una derecha democrática y otra que rechaza la democracia.
Existe una izquierda o socialismo democrático, desde que en la última parte del siglo 19 los dirigentes y teóricos socialistas alemanes, Karl Kautski y Eduard Bernstein, rechazaron la doctrina marxista de la dictadura del proletariado y sustentaron la tesis de que el socialismo podía ser compatible con la democracia y la economía de mercado o capitalista.
La tesis de Kautski y Bernstein, por la cual Lenin los acusó de renegados, fue comprobada en la realidad de los países europeos donde, después de la II Guerra Mundial, se establecieron gobiernos de la izquierda democrática que ejecutaron sus programas socialistas, y los siguen ejecutando, con el máximo respeto a la democracia y las libertades individuales, incluyendo las económicas.
Pero también otros países donde se eligieron gobiernos de la derecha democrática, o lo han alternado con los del socialismo democrático, igualmente han sido exitosos y llevado a sus pueblos a la prosperidad.
Volviendo al presidente chileno Gabriel Boric, este dijo el lunes 6 de junio en una reunión con representantes de la banca internacional: “Algunos dicen sobre mí o sobre nuestro gobierno que seremos el próximo (Nicolás) Maduro o cosas por el estilo: eso no es verdad”. “Nosotros —agregó— realmente creemos en la democracia; nosotros realmente estamos comprometidos con el respeto a los derechos humanos; nosotros queremos un Estado más fuerte, pero un Estado más fuerte no es posible sin el sector privado…”
“Les aseguro —dijo también Boric ante el gremio empresarial— que los principios que han inspirado el desarrollo de Chile en los últimos años, como la certeza jurídica, como el respeto a los tratados internacionales, la independencia de poderes, el respeto al poder judicial, la libertad de expresión, el respeto irrestricto a los derechos humanos, son principios que vamos a mantener y nuestro gobierno está profundamente comprometido con ello…”
Boric está comenzando. Ya se verá más adelante si habla con sinceridad o solo quiere engañar. No se puede olvidar que Fidel Castro, Hugo Chávez y otros dictadores de izquierda, prometieron lo mismo, pero hicieron todo lo contrario.