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El mar ha dejado sin hogar a más de un centenar de familias corinteñas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Galería | Corinto pierde la batalla frente al mar
Más de un centenar de corinteños, que habitaban en las costas, han perdido sus casas en los últimos cinco años, debido a que el mar está carcomiendo el poblado. Estas son las imágenes de una ciudad que sucumbe frente a la naturaleza y la inapropiada gestión gubernamental
Doña Juanita tuvo que abandonar hace un mes su casa en el sector de la Invi con sus niños de 5 y 7 años de edad durante la última marejada que hubo en Corinto porque las olas del mar la inundaron. Ella es una de las más de cien cabezas de familia que han tenido que abandonar sus casas en los últimos cinco años debido a que el mar de Corinto ha carcomido unos 200 metros de espacio donde había viviendas construidas.
“Está todo feo aquí. El mar no quiere parar”, explica Julio Alexander González, de 25 años de edad, quien junto a su esposa y su hija pequeña se resisten a abandonar la casa, de la cual la mitad ya está destruida por las aguas.
“Desde el 2019 se agravó la situación”, indica González, aunque otros afectados, como Adrián Martínez Sobalvarro y Kimberling Cano, aclaran que el problema ha sido de toda la vida, pero en los últimos cinco años la situación se volvió más intensa.
Emilio de Jesús Torres, de 39 años de edad, indica que para 1998 una empresa holandesa dragó el mar con máquinas de calidad, pero el gobierno les adeudaba más de un millón de córdobas y se fueron. Las dragas recientes son más pequeñas, no resuelven el problema de los habitantes de las costas, sino que solamente sirven para limpiar el canal por donde pasan los barcos hacia el puerto.
Kimberling Cano ya perdió su casa, ahora está posando en otra casa que también está a punto de ser devorada por el mar. “Hace años que no dragan”, indica Cano.
Emilio de Jesús Torres agrega que todas las soluciones que el gobierno ha tratado de encontrar no han servido, pues las piedras que han puesto de dique son muy pequeñas, y, unos geotubos que instalaron, a los que llamaban “ballenas”, no tenían la profundidad suficiente y más bien son para aguas calmas y no para olas de siete y ocho metros como las que rompen en las costas de Corinto, como en el sector de la Invi o en el barrio San Martín.
La Revista DOMINGO le trae a sus lectores en este artículo imágenes del drama que están viviendo los corinteños que viven en las casas de ese puerto.
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