¿Se imaginan ser el futuro de Nicaragua en el beisbol, la esperanza de tener un bateador que haga ruido en las Grandes Ligas, ser firmado por 1.35 millones de dólares, haber ganado dos millones de dólares en salario en seis temporadas y que en la pelota de más bajo nivel de un país nadie te elija como refuerzo? Parece mentira, pero se convirtió en realidad este martes cuando los cuatro equipos que van a las semifinales rechazaron al costeño Cheslor Cuthbert.
El Bóer pensó que tenía suficiente bateo en sus peloteros mayores como Darrel Campbell, Wuillians Vásquez, Edgard Montiel y Winston Dávila; Chontales prefirió mantener a Oscar y Juan Carlos González que ingresar a Cuthbert; León decidió conservar a Jilton Calderón, Marvin Martínez y Arnol Rizo como titulares mayores, mientras que los Dantos por nada del mundo intentó sustituir a Ronald Garth, Ofilio Castro, Jonathan Loáisiga y Henry Burton.
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Cheslor es una bomba de tiempo que puede estallar pronto o nunca, una moneda al aire que puede ser cara o cruz, pero nadie quiere el riesgo de jugar con el azar cuando vienen siete juegos claves por delante y el costeño fue incapaz de reaccionar en 60 desafíos en los que bateó .278 de promedio con 10 jonrones y 37 carreras impulsadas.
León desde un inicio tenía intensiones de ingresar a un bateador, sin embargo, fue la sorpresa de los refuerzos con la integración de Luis Montealto. Su mánager Ramiro Toruño explicó porqué él y no Cuthbert. “Queremos combinar todas las categorías para tener a nuestros tres mayores, tres B y tres C de titulares, además que queríamos a alguien con fuerza para nuestra alineación y que tenga hambre”, indicó Toruño.
Esa última frase parece ser la verdadera razón del por qué nadie quiso comprar lotería con Cheslor, la falta de hambre, de un propósito. Su carrera se ha convertido en una pluma movida por el viento, por algo dijo el mismo costeño al iniciar a jugar: “este será mi año sabático”, y así lo ha sido porque parece no haber existido.