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En el negocio de la migración coyotes recomiendan a los adultos acompañarse de menores de edad para ingresar a Estados Unidos, sin embargo el costo del viaje es parejo para adultos y niños. FOTO Tomada de Redes Sociales/ LA PRENSA

Los niños que mueren buscando el norte

Cuatro niños nicaragüenses han sido víctimas del río Bravo en los últimos cinco meses. Tres murieron ahogados y una niña cumplió cien días desaparecida

Con un pequeño short, calcetas y zapatos deportivos fue recuperado el cuerpo sin vida de un niño nicaragüense de cuatro años a la orilla del Río Bravo. Él y su hermano de tres meses de edad se convirtieron en nuevas víctimas de la migración, pero no las únicas.

De acuerdo con los últimos datos de la organización Texas Nicaraguan Community, Dervin Iván López Velásquez sufrió un accidente acuático cuando se transportaba con su hermana y sus dos sobrinos en una lancha que intentaba cruzar desde México a Estados Unidos.

De los cuatro integrantes de la familia solo los adultos sobrevivieron a la tragedia ocurrida el pasado 22 de agosto. El cadáver del niño mayor fue rescatado río abajo minutos después del incidente y el menor de solo tres meses de edad fue llevado a hospital donde permaneció en estado reservado hasta la mañana del 27 de agosto que fue declarado con muerte cerebral.

La familia López era originaria de Managua y las versiones de vecinos apuntan que los cuatro miembros habían emigrado hace un mes en busca de mejorar sus condiciones de vida.

Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, en los primeros nueve meses del año fiscal 2022, se ha registrado la muerte de 609 migrantes, una cifra que supera por 43 casos, los 566 reportados en 2021.

Los niños continúan poniéndole rostro a la ola migratoria de quienes se aventuran a pasar el río Bravo y su corriente les gana la partida. En los últimos cinco meses dos niños y una niña murieron ahogados y otra menor que fue arrastrada por el caudal cumplió cien días desaparecida.

El caso de Angélica

El 10 de marzo, marcó un antes y un después para Angélica Mendoza. Su hija de cuatro años fue encontrada muerta a orillas del río Bravo en Piedras Negras, México. La niña estuvo desaparecida seis días, desde la noche del cuatro de marzo cuando la corriente se la arrebató de los brazos a un migrante del grupo que minutos antes se había ofrecido a cargar a la menor hasta a la orilla opuesta del río, mientras la madre caminaba adelante.

La pequeña Angélica Mariel Silva Mendoza llevaba el nombre de su madre. “Cuando llegué a la orilla, yo oí de lejos a la niña gritando: mami, mami. Fue cuando ahí supe que se me la había llevado la corriente”, relató Angélica a la radio mexicana La Rancherita del Aire el 9 de marzo.

Lea también: La trágica historia de la niña nicaragüense que falleció ahogada mientras cruzaba a Estados Unidos

Aunque habían pasado cinco días, todavía abrazaba la esperanza que su hija se encontrara con vida, pero fue disipada en horas.

Fue el diez de marzo que las autoridades mexicanas le confirmaron la recuperación del cadáver de la pequeña Angélica a solo diez metros de donde había sido arrastrada río abajo.

Madre e hijas fueron separadas para siempre por el río Bravo. Angélica llegó a Miami donde se asentó junto a familiares, pero en su interior aún persiste el dolor de haber perdido a su única hija tratando de alcanzar el sueño americano.

Angélica Mendoza perdió a su única hija en el río Bravo el marzo de este año. /FOTO tomada de Redes Sociales.

100 días sin Sofía

Habían pasado dos meses de la muerte de Angélica cuando se conoció que el 17 de mayo Sofía Abigail Caballero Huete de cuatro años desapareció junto a su madre en las aguas del río Bravo.

Dos días después fue encontrado el cadáver de Irma Huete, madre de la pequeña Sofía, sin embargo, la niña sigue desaparecida. El 25 de agosto se cumplieron cien días desde que ocurrió la tragedia. La familia se aferra a que la menor se encuentre con vida.

Lea también: En busca de Sofía: “Creemos cien por ciento que la niña está con vida”, afirma la familia

Entre 2007 y 2021, mil 280 migrantes fueron reportados como desaparecidos en México, según el Servicio Jesuita Migrantes (SJM). El 75% fueron localizados y el 25% se mantiene como que fueron víctimas de algún delito o se perdieron en el desierto o en algún estado fronterizo.

En un informe la JSM destaca que el 71 por ciento de los 1,280 migrantes desaparecidos son de nacionalidad centroamericana. Un 96 por ciento desapareció en México y el 6 por ciento en Estados Unidos.

Entre los datos este puntualiza que el 44 por cierto son jóvenes, 42 por ciento adultos y el 14 por ciento niñas y adolescentes.

Thelma Yaritza Huete murió ahogada en el río Bravo en mayo pasado, su pequeña hija continúa desaparecida. FOTO tomada de Redes Sociales.

Usan niños como pasaporte

El sacerdote Simón Vadea Castellón a cargo de la iglesia Santa Ana de Yalagüina, Madriz dice que, desde hace un año, decenas de familias bajan de las montañas a pedirle la bendición tras negociar el viaje irregular con los coyotes.

En numerosas ocasiones el religioso ha intentado persuadir a los adultos para no llevarse a los niños, pero dice que no tuvo éxito porque son los mismos coyotes quienes han divulgado entre los migrantes que con niños el ingreso a Estados Unidos está “asegurado”.

La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, afirma que entre 2013 y 2021 ha admitido como refugiados a mil 207 nicaragüenses. LA PRENSA/ GUILLERMO ARIAS/AFP

“Todo lo que respira paga”

Darling Centeno llegó a Estados Unidos en 2017. Emigró sola en un viaje que le tomó casi un año. Con 38 años es madre de cuatro y abuela de dos. Cuenta que el primer año envió remesas al país, pero su familia es demasiado grande y un día se puso a pensar que si ayudaba a familiares a llegar a ese país se le aliviaría la carga.

“Me traje a tres de mis hijos y a mis nietos. Solo quedó una hija en Nicaragua y eso porque ella no se quiso venir”, dice vía telefónica a Revista Domingo desde California.

En febrero pasado, Darling contrató a un coyote que llevó a sus hijas de 19 y 12 años junto a sus nietos de 4 y 6 años. Pagó cinco mil dólares por cada uno. “Para los niños no hay rebaja porque el decir de los coyotes es que todo lo que respira paga”, dice.

El viaje tardó 29 días, tiempo que le pareció eternos porque pensó que se iba a morir de la preocupación. Sus nietos se enfermaron de Covid-19 en el trayecto, los metieron a unos furgones y al cruzar el río Bravo escaparon de morir arrastrados por la corriente.

Unos 121 mil nicaragüenses han buscado protección internacional tras huir de la crisis socio-política según estimación para Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. LA PRENSA/ GUILLERMO ARIAS/AFP

La Prensa Domingo Migraciones

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