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Los que se van y los que no se quieren ir

Latinobarómetro es un estudio de opinión pública que se realiza anualmente en 18 países de América Latina, representando a más de 600 millones de habitantes. La responsable de las encuestas es la Corporación Latinobarómetro, una ONG que cuenta con más de 25 años de experiencia y tiene su sede en Chile.

En su más reciente encuesta dada a conocer esta semana, Latinobarómetro informa que más de la mitad de los nicaragüenses quieren irse del país. Con el 52 por ciento de sus habitantes que tienen la intención de emigrar,  Nicaragua es el cuarto país de Latinoamérica en ese ranking, solo detrás de Haití, Jamaica y Honduras.

     Estos datos de Latinobarómetro son coherentes con las informaciones que se publican a diario: niños, adultos, mujeres y hombres que mueren ahogados en el río Bravo tratando de cruzarlo para entrar ilegalmente a Estados Unidos; migrantes nicaragüenses que en su camino hacia el norte son víctimas de secuestros, violaciones sexuales, robos y otros abusos físicos y morales.

Los nicaragüenses emigran a otros países, porque en su propia tierra no tienen oportunidades ni esperanza de mejorar sus vidas. Y de remate, tampoco tienen libertad, no se respetan sus derechos humanos y carecen de seguridad jurídica pública y privada.

     Según la encuesta de Latinobarómetro, el 53 por ciento de los consultados dijo que el motivo principal para querer irse del país es la falta de oportunidades económicas. El 21 por ciento precisó que es porque no  tienen oportunidades educativas, y un 21 por ciento respondió que “por otras razones”. Según  el investigador de la encuesta, “otras razones” es una manera de decir que quieren emigrar por la situación política del país.

     El prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento, definió la función de gobernar  como la responsabilidad de “trabajar en beneficio de los demás”. O sea que los gobernantes deben procurar a todos los habitantes de su país las condiciones básicas para vivir con dignidad. Enseñó Sarmiento que gobernar significa gestionar los asuntos del Estado en función del interés general, no en beneficio de los pocos que desempeñan los cargos gubernamentales.

     Pero en Nicaragua no es así. Casualmente, en estos mismos días el medio independiente Nicaragua investiga ha dado a conocer el resultado de una investigación, según la cual 7 altos funcionarios del régimen escogidos para el estudio reciben mensualmente casi 65 mil dólares en concepto de sueldos. A lo cual hay que agregar los privilegios adicionales que se recetan.

Uno de esos funcionarios —¡solo él!— tiene asignado un sueldo mensual de más de 18 mil dólares. ¿Qué debería pensar y decir al respecto alguien que no puede encontrar empleo, y que si lo tiene el salario no le alcanza ni para cubrir la mitad de la canasta básica?

Nicaragua es el segundo  país más pobre de las América. La mayoría de la gente quiere emigrar porque no soporta sus infames condiciones de existencia. Sin embargo, hay una ínfima minoría que disfruta la dolce vita a expensas del Estado. Por eso mismo no quiere irse, pero del poder.

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