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Familiares de presos políticos no ceden en la demanda de su libertad

Una parte de los familiares de presos políticos ha vuelto a la carga en la demanda de su libertad, ahora con una petición pública de amnistía.

Estos mismos familiares de presos políticos hicieron en enero del presente año, un llamado “a los gobernantes, fuerzas vivas de la nación y a nuestra Iglesia católica, a encabezar y apoyar un proceso de unificación ciudadana…”, para lograr una paz duradera y unidad genuina que pase por la liberación de los presos políticos.

     Lamentablemente aquella demanda cayó al vacío, por la extrema y rígida polarización política que hay en el país. 9 meses después la cantidad de presos políticos ha aumentado y ahora son más de 200.

     Pero la sordera del régimen ante ese clamor y que siga aumentando el número de presos políticos no desalienta a los familiares. Es que no tienen alternativa. Para ellos la liberación de sus deudos presos es una cuestión de amor y vida.

     Está claro que no debería haber presos políticos. Ni uno solo. Nadie debe ser encarcelado por tener sus propias opiniones políticas y manifestarlas de manera cívica y pacífica.

Además, los presos políticos no han cometido delito, están encarcelados por acusaciones infundadas y han sido condenados en procesos judiciales espurios. Lo legítimo y justo es que sean dejados en libertad.

     Hay distintas llaves para abrir las puertas de la cárcel y que los presos políticos recuperen su libertad. Una es la anulación de los procesos judiciales condenatorios, en la Corte Suprema de Justicia. Otra sería un indulto dictado por la Asamblea Nacional, por iniciativa propia o del poder ejecutivo, según lo establecido en el artículo 138 numeral 3 de la Constitución. Y la tercera es la amnistía que piden los familiares de los presos políticos, la cual es factible de acuerdo con el mismo artículo constitucional.

     La amnistía es una herramienta política democrática válida para procurar la recuperación de la gobernabilidad. Puede ser motivada por la necesidad  de reparar una injusticia, o por la conveniencia de reconciliar a la nación y devolver la paz a una sociedad que ha sido rota por graves conflictos políticos.

     Por ambas razones los familiares de los presos políticos piden la amnistía. Lo hacen en ejercicio de sus derechos constitucionales, pero sobre todo motivados por la compasión y el amor a sus parientes, que sufren un régimen carcelario particularmente cruel y extintor gradual de la vida humana.

     En su nueva declaración pública dada a conocer este martes 20 de septiembre, los familiares de presos políticos reconocen “las complejidades que una amnistía acarrea para nuestros compatriotas y familiares. Pero, al revisar nuestra historia más profundamente, vemos con igual claridad que las amnistías han brindado espacios de quietud, comprensión y reencuentro a los nicaragüenses durante momentos altamente críticos”.

Tienen razón. Y por el amor inmenso a sus parientes encarcelados, sea que estén en los calabozos o con prisión domiciliaria, esos familiares de presos políticos están dispuestos a afrontar los riesgos que les cause su petición pública de amnistía.

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