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Los sueños del corazón de doña Violeta

El año pasado, en el editorial de LA PRENSA con motivo del 92 cumpleaños de doña Violeta Barrios de Chamorro, se recordó que siendo presidenta de la República de Nicaragua ella “instituyó la democracia después de dos férreas dictaduras; pacificó el país  al cabo de también dos sangrientas guerras civiles, promovió la reconciliación nacional y restableció la economía de mercado, que es la única que crea riqueza y produce prosperidad”.

Hoy, 18 de octubre de 2022, doña Violeta llega a los 93 años de edad. Los cumple —no los celebra— en las tristes circunstancias de que siguen encarcelados —como presos políticos y de conciencia—, sus dos hijos: Cristiana y Pedro Joaquín Chamorro Barrios. Otro, Carlos Fernando, está en el exilio por la misma causa. Y dos de sus sobrinos: Juan Lorenzo Holmann Chamorro y Juan Sebastián Chamorro García, también guardan prisión en la misma condición de reos de conciencia.

El 25 de abril de 2006, cuando el entonces presidente de Nicaragua Enrique Bolaños Geyer la condecoró con la Orden Rubén Darío en su máximo grado de Gran Cruz, doña Violeta dijo en su elocuente discurso de agradecimiento:

“El legado de mi gobierno fue dejar una Nicaragua en paz y democracia, con plena libertad de prensa y expresión, sin censuras ni amenazas. La tolerancia a las críticas, incluso las más injustas y despiadadas, se convirtió en una política de Estado. Durante mi gobierno le devolvimos su independencia a los cuatro poderes del Estado. Logramos que la autoridad militar se subordinara al poder civil. El Ejército y la Policía pasaron a ser profesionales y dejaron de llevar las siglas de un partido político…”

No hubo presos políticos durante los 6 años y 9 meses del gobierno de doña Violeta, porque en una democracia no hay presos políticos. Pero ahora, como ya se ha dicho, pero es necesario repetirlo, dos de sus hijos están encarcelados, otro se tuvo que ir al exilio, y dos de sus sobrinos también están en prisión siendo personas de intachable conducta y moralidad ejemplar. Están presos por aspirar al restablecimiento de  la libertad y la democracia que doña Violeta instauró y practicó.

Doña Violeta escribió en su libro de memorias Sueños del corazón, publicado en 1997, que “el bienestar de toda una nación depende de la moral que logramos enseñar a nuestros hijos”. Relata que en 1959, su esposo, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, le pidió en una carta: “Dile a nuestros hijos que la Patria son ellos y otros niños como ellos, y que por ellos debemos sufrir y en ocasiones incluso morir”. Como en efecto él murió asesinado en enero de 1978.

Doña Violeta dice también en ese libro de sus recuerdos políticos, que cuando el doctor Chamorro Cardenal fue encarcelado en 1967, a raíz de la matanza somocista del 22 de enero, “para los niños (nuestros) quedó perfectamente claro que en nuestro país una vida en la política implica grandes riesgos y que uno debe estar en todo momento dispuesto a aceptar las consecuencias de sus acciones con gracia y dignidad”.

¡Qué gran madre que era —y es—doña Violeta. Con justa razón es llamada la madre de Nicaragua.

Y cuánta razón tenía doña Violeta en el antes mencionado discurso de 2006, cuando recibió el Premio Rubén Darío, al citar al gran poeta nacional que en un artículo titulado La comedia de las urnas escribió lo siguiente: “El caudillismo continuista y la corrupción descarada no deben tener cabida. Debemos tomar en cuenta las lecciones del pasado con el objeto de resolver las desavenencias que agobian a una nación dividida en partidos intransigentes y preservar en la mira, ante todo, la dignidad y el engrandecimiento nacional”.

Ojalá que el consejo de Rubén Darío fuese atendido por quienes tienen la obligación de hacerlo, por el bien de Nicaragua; y que los sueños del corazón de doña Violeta Barrios de Chamorro se vuelvan a convertir en realidad.

Editorial democracia libertad Nicaragua presidenta
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