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Suspensión de sanciones a Cuba y una necesaria reciprocidad

18 expresidentes y ex primeros ministros izquierdistas de América Latina y el Caribe, han pedido al presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Joe Biden, que levante las sanciones a Cuba y la saque de la lista de países que practican y patrocinan el terrorismo.

      La petición es firmada por José (Pepe) Mujica, de Uruguay; Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador; Juan Manuel Santos, de Colombia; Vinicio Cerezo, de Guatemala; Martín Torrijos, de Panamá, y otros ex primeros mandatarios  que pertenecen al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla.

      Los exgobernantes izquierdistas presentaron esta  demanda al presidente de EE. UU., al mismo tiempo que la Asamblea General de las Naciones Unidas estaba discutiendo y aprobando por vigésima novena (29) vez, con una abrumadora mayoría de 184 países, su ya tradicional resolución anual contra las sanciones a Cuba.

      El régimen cubano llama bloqueo a las sanciones estadounidenses. Pero es por una estrategia propagandística que le da buenos dividendos políticos, como lo prueba el inmenso coro que le hacen las Naciones Unidas. En realidad, según el Diccionario de la Lengua Española, bloqueo no es una sanción económica, sino una acción militar “que se hace con fuerzas marítimas suficientes para cortar las comunicaciones”.

      Elías Amor Bravo, economista, profesor universitario y presidente del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, escribe en el periódico en línea 14ymedio que “Cuba comercia, invierte, recibe turistas y subsidios de 192 países del mundo de forma completamente libre”.

      Agrega el intelectual cubano que a pesar de las restricciones estadounidenses, que en todo caso son parciales, Cuba compra actualmente en EE. UU. alimentos de todo tipo, medicamentos y equipos médicos por valor de más de 200 millones de dólares. La única condición es que debe pagar de contado, lo que se entiende porque el régimen cubano es muy mal pagador.

      En realidad, para el régimen de Cuba las sanciones de EE. UU. son más beneficiosas que perjudiciales, porque le sirven para ocultar el hecho del atraso y la miseria extrema del país —que la sufre la población pero no los líderes—, se debe al fracaso del sistema comunista.

      De cualquiera manera, los exgobernantes izquierdistas de Latinoamérica y el Caribe —y los gobiernos que apoyan a Cuba en las Naciones Unidas—, tienen derecho de pedir a EE. UU. que le quite las sanciones.

      Pero no deberían mirar a Cuba solo con el ojo izquierdo. Está bien que pidan a EE. UU. levantar las sanciones a Cuba, pero también deberían pedirle al régimen cubano que le quite sus propias sanciones al pueblo cubano. Que respete los derechos humanos. Que deje en libertad a  los presos políticos y de conciencia. Que permita la libertad de expresión y de prensa, así como la libre organización de partidos políticos de oposición  y la realización de elecciones libres, justas y competitivas.

      En esto es necesario aplicar el principio de reciprocidad que establece el derecho internacional. Una política de cero sanciones externas se debe corresponder con medidas internas para reconocer al pueblo cubano su derecho a la libertad, la democracia, el Estado de derecho y el respeto a los derechos  humanos.  

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