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Los universitarios encabezaron diversas protestas en contra del régimen Ortega-Murillo en 2018/O. Navarrete

El enorme esfuerzo de los estudiantes de la UCA para terminar sus carreras

Los recortes del presupuesto asignado a la Universidad Centroamericana (UCA) ha obligado a la institución a reducir becas, mientras los estudiantes se ven obligados a trabajar al mismo tiempo en que tratan de culminar sus estudios. Otros tuvieron que desertar.

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“Mario” es un joven de 23 años, estudiante de la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Centroamericana (UCA) que se ha visto obligado a estudiar y trabajar al mismo tiempo porque su beca ha sido reducida y cada vez se le hace más difícil poder costearla.

Este joven nos solicita anonimato por temor a represalias, de manera que lo llamaremos “Mario”. Primero estudió una carrera de Humanidades en una universidad estatal, y pronto se dio cuenta que no era para él, por lo que no dudó en empezar a estudiar lo que le apasionaba y con mucho esfuerzo logró entrar a la UCA en 2019 con una beca arancelaria del 70%.

Desde que Mario supo que el régimen de Daniel Ortega empezó a recortar el presupuesto a la UCA empezó su preocupación. “Supe que algo nos iba a pasar. Yo pensé que nos iban a quitar las becas. Luego nos avisan que nos redujeron el 20% de las becas. Estaba desesperado con esa noticia”, relata el joven.

Mario vive solamente con su madre, quien trabaja para el Estado y su hermano menor de 17 años que está culminando la secundaria. Su padre falleció un par de años atrás por motivos naturales. Ahora, Mario y su familia tienen que duplicar esfuerzos para poder asumir sus aranceles universitarios.

“Para poder pagar el segundo semestre del 2022 tuve que buscar un trabajo adicional”, explica. Mario debía pagar 350 dólares en un solo pago por sus clases, incluyendo la matricula del semestre. Como no contaba con ese dinero y su madre tampoco podía ayudarle, el joven tuvo que hacerle los trabajos de clases a varios compañeros de su clase para poder completar el pago.

“No les cobraba mucho si”, comenta entre risas.

Como inicialmente su beca era del 70%, él debía costear el 30% restante, por lo cual el joven buscó un trabajo “relajado”, que le permitiera estudiar y a su vez ganar un poco de dinero para completar el costo de sus estudios.

“Mi trabajo estable es como mesero, estoy en un restaurante familiar desde que empecé a estudiar y como tengo conocidos en común con el dueño, ha sido bastante relajado con cuestión de horarios. La paga junto con la propina era suficiente para ajustar con lo que tenía que cubrir de los estudios, y antes podíamos tener arreglos de pago así que era más fácil juntar el dinero”, comenta Mario.

Este joven no es el único que trabaja y estudia para costear su carrera universitaria en la UCA. Natalie Aragón, estudiante de la Facultad de Humanidades comenta que cuando se enteró del ajuste contempló dejar de estudiar, pues además de costear sus gastos personales, también es responsable de su abuela de la tercera edad y una prima adolescente que le ayuda a cuidarla.

“Tuve que empezar a dar clases privadas de reforzamiento de español y matemáticas a niños que viven cerca de mi casa. Yo antes solo tenía el 80 por ciento de beca y luego me recortaron otro 20 por ciento, así que, aunque no parezca mucho dinero, con los gastos que tengo a mí me cuesta conseguir ese dinero extra que eran casi 80 dólares”.

Natalie comenta que por suerte ya está en su último semestre, pero que para otros estudiantes a los que les falta un año o más para terminar, está situación puede ser más complicada. “Los trabajos que encontramos son de tiempo completo, y la universidad quiere que vayamos diario a clase, no podemos hacer ambas cosas”, afirma.

Agentes de la Policía Nacional permanecen permanente fuera de la UCA/O.Navarete

Represalia del régimen

Obtener el título de pregrado es la principal meta de la mayoría de estudiantes universitarios, sin embargo, después del estallido de la crisis sociopolítica, para quienes estudian gracias a una beca en la Universidad Centroamericana (UCA) este objetivo se ha vuelto más difícil de alcanzar.

La UCA se convirtió en uno de los bastiones de los manifestantes opositores en 2018, y también sirvió de refugio cuando eran reprimidos por las fuerzas policiales y paramilitares de la dictadura de Daniel Ortega. Su rector en ese entonces, José Alberto Idiáquez, criticó la represión estatal e incluso participó en el primer Diálogo Nacional como miembro de la Alianza Cívica.

La postura del rector, y sobre todo la participación de los estudiantes de la UCA en las protestas tuvo consecuencias negativas para la institución, empezando por el recorte del presupuesto asignado que le corresponde a esta casa de estudios, el cual sale del seis por ciento del presupuesto general de la República.

Desde 2018, el régimen ha ido recortando gradualmente el presupuesto asignado a la UCA con el cual otorgaba becas para jóvenes de escasos recursos. Por decisión interna del Consejo Nacional de Universidades (CNU), este año solamente se le entregó un millón de córdobas de lo que le correspondía de la partida presupuestaria, y en marzo de este año, la Asamblea Nacional controlada por Daniel Ortega aprobó una reforma a la Ley del CNU que termina por excluir a la UCA.

La medida ha obligado a las autoridades de la UCA a reducir el porcentaje de becas en los estudiantes que ingresaron a esta casa de estudios después de 2018, por lo que actualmente los jóvenes, como Mario y Natalie están haciendo un doble esfuerzo para poder asumir los actuales costos.

Ante esto, la UCA ha impulsado algunas iniciativas para apoyar a sus estudiantes. Recientemente, esta universidad habilitó una plataforma virtual de apadrinamiento para mantener activas las becas de los jóvenes. Sin embargo, luego del anuncio y únicamente dos correos enviados a los estudiantes, la universidad no ha dado mayores detalles sobre si este proceso ha tenido efectividad

Revista DOMINGO contactó a las autoridades de la UCA para obtener mayores datos de cómo avanza la situación de los jóvenes becados, pero solamente respondieron que toda la información se encuentra en el sitio web de la universidad.

Un trabajador administrativo de manera anónima comentó a DOMINGO que esto se debe a que las autoridades de la universidad quieren mantener el anonimato de los donantes porque debido a la situación de alta peligrosidad que vive el país no quieren exponer a las personas que apoyan a los jóvenes a seguir estudiando.

Asimismo, otro trabajador de esta universidad explicó que todas las becas fueron reducidas, sobre todo las de los estudiantes que entraron antes de 2018 debido a que estaban por finalizar sus estudios. Sin embargo, las pocas becas que se asignaron después de 2019 cuando ya había empezado la implementación de recortes presupuestarios, son las que se están viendo afectadas en este momento con la exclusión de la UCA del CNU.

Entre los mismos estudiantes hay incertidumbre sobre el futuro de sus becas. Tamara Ramírez, estudiante de la carrera de Licenciatura en Comunicación comenta que “a los que nos dieron becas luego del recorte presupuestario nos la renuevan semestral, pero ya hemos escuchado de fuentes no oficiales que probablemente el año entrante nos recorten algún porcentaje”.

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Hay quienes no pudieron asumir

Mientras algunos estudiantes han podido continuar sus carreras en medio de la crisis económica y con los esfuerzos de sus familias, hay otros como Nohely Guevara, que se vieron obligados a desertar por completo.

Guevara es originaria de Chinandega y estudiaba la carrera de Licenciatura en Comunicación. Ella abandonó sus estudios cuando estaba a punto de iniciar el cuarto año de la carrera a finales de 2020. Ella entró a la universidad en 2017 con una beca arancelaria del 25%.

Aunque afirma que su primera opción no era estudiar en la UCA, cuando conoció el campus universitario y el ambiente de los jóvenes “uqueños”, no dudó ni un momento en solicitar una beca para poder estudiar en esta universidad de reconocimiento centroamericano.

La madre de Nohely trabajó para el Estado hasta finales de 2018, cuando ella estaba en su segundo año universitario, por lo cual se le complicó apoyarla económicamente cuando la UCA empezó a sufrir el recorte presupuestario.

“Tuve que empezar a vender comida los fines de semana para costear algunos gastos. Porque no solo era pagar la universidad, sino también pasajes, el lugar donde vivía (en Managua), mi comida y lo que uno necesita para vivir”, relató.

La hermana de Nohely utilizó sus ahorros para ayudarle a costear los gastos arancelarios del año 2019, pero en 2020, sobre todo con la llegada de la pandemia del covid-19, para sus familiares se volvió complicado ayudarle.

Nohely afirma que para los jóvenes que no viven en la capital es más complicado poder seguir estudiando porque “no era solamente pagar los aranceles, era costear tu vida completa en Managua”.

La joven lamenta haber interrumpido sus estudios de manera abrupta y espera retomarlos en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), pero cree que como ya estudió en la UCA y la UNAN está controlada por el régimen de Ortega, le pondrán trabas para poder matricularse.

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Estrés

Mario dice que estudiar y trabajar al mismo tiempo no es nada fácil, pero él se aferra a la esperanza de conseguir un futuro mejor. “A finales de mi primer año me vi mal de salud, estaba siendo estresante con las dos cosas (trabajo y estudio), no tenía mucho tiempo para dormir por desvelarme haciendo tareas, ir a la universidad, cumplir con el trabajo. Me generaron una crisis de estrés que afecto directamente la gastritis, y todo lo vomitaba y pasé con fuertes dolores de estómago, hasta me tiraba al suelo del dolor”, cuenta.

Los doctores le dijeron a Mario que la solución para era relajarse para poder evitar que esto le volviera a ocurrir. Él tiene temor de que sus crisis vuelvan producto del estrés

Lo que más teme es no culminar su carrera y no poder salir de Nicaragua con intenciones de buscar una beca para estudiar una maestría o un posgrado en el exterior. “Sin ese cartón será difícil que pueda migrar en condiciones seguras. Le he dado mucho a la universidad como para no terminarla”, asevera.

Como Mario, existen otros muchos estudiantes de la UCA que temen por su futuro universitario y han tenido que buscar soluciones que no tenían contempladas para poder seguir estudiando y cumplir con el sueño de alcanzar su título universitario.

A otros, la situación los está orillando a pensar en abandonar todo por lo que se han esforzado y salir del país en busca de una situación económica estable para ellos y su familia. Temen que si toman esa decisión sería olvidarse de obtener un título que podría potenciar sus oportunidades en el extranjero.

La Prensa Domingo Becas estudiantes Universidad Centroamericana

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