LOS FALSOS SECRETOS DE LA MUERTE
(pequeñas simulaciones)
A Joel Flores
La muerte: una niña
perdida en Madrid
es ingenua, tierna
y melancólica.
No sabe perdonar,
pero dice estar enamorada
del chico que simula
morir en las cursivas líneas
de este poema.
No comprendo el porqué
del empeño
de los hombres malos, piensa
y casi sin fuerza
se envuelve en las sábanas
de una camilla
cuando escucha en la radio
la noticia de una mujer asesinada
en Ciudad Juárez.
En este suburbio rural
no se escuchan noticias como éstas, advierte.
Hay noches en que sonríe a la tristeza
—le avergüenza admitirlo—
pero no es ella quien sufre,
sino la niña de la televisión
que fue violada por su padre.
Esta vez
no seré humana con ellos, vacila.
Se toma un vaso con agua
Y con las manos a ciegas
en los bolsillos de su overol
emprende su nuevo camino
Mañana será otra niña muerta
y la mano que la invocó
será el homicida prófugo
de la página en blanco.
UN HOMBRE CANTA Y RECUERDA
«He aquí un hombre que canta y recuerda »ARIS DISTEOS
a Hardiel Vílchez
Por aquí vimos pasar
a los niños
que ahora son viejos.
Ya sé que el tiempo
es un joven avaro
que acusa a los buenos hombres
—antes que naciéramos
eran infantes felices
jugando a la guerra
con soldados de barro—.
Hice dormir al día
en el bolsillo de mi pantalón
y desde entonces
la noche construyó
casa en mi cuerpo.
Dejé desvanecer a las mujeres
que venían a mi encuentro
cuando torpe y sordo de corazón
me preguntaban por el amor
que un día perdieron
por temor a lo ignorado.
Hace tiempo que olvidé el horror
y la lástima
porque el antiguo silencio
dibujado en las hojas de los árboles
era la vida del hombre
que en esta ciega tarde
canta y recuerda su orfandad.
EN EL ORFANATO
a Eli y Enrique
En el orfanato
nos daban de comer
tierra húmeda
para burlar el hambre.
El aire de aquellos días
era una tarjeta postal
remitida por un
hombre encerrado
en una jaula con pájaros
cuyo mensaje,
era una caricia de auxilio
impresa en mi mano.
Mi tristeza, era el sueño
de la ausencia que paseaba
en bicicleta por las calles
de la adoptada infancia
de mis compañeros de cuarto
y el olvido, era la voz
de mi hermano gritando
desde el manicomio
que por favor,
no pronunciaran su nombre
si no volvía a ver a nuestra madre.
Una lectura de sus poesías en https://www.laprensani.com/tv/
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