“¿Dónde vas, te acompaño?” “Psst, psst… amor”. “¡Qué riiicaaa!” ¿Le suena? Si es mujer y camina por las calles, usa transporte o espacios públicos seguramente escucha silbidos y otras frases, muchas ofensivas o de contenido sexual.
Por eso en los últimos años se han desarrollado iniciativas civiles para exigir un cese al acoso callejero contra las mujeres. En Matagalpa, movimientos feministas y organizaciones como Action Aid realizan campañas y acciones para demandar y promover espacios públicos seguros para las mujeres. En Managua grupos de redes sociales han trascendido con intervenciones en las calles. En Chinandega también hay mujeres que defienden su derecho a transitar sin ser acosadas.
“Todas hemos sido o somos víctimas de un abuso disfrazado como piropo, por eso seguimos exponiendo la realidad que vive la mayoría de las mujeres. El acoso es un problema de seguridad en una sociedad machista”, expone Icsa Osorio, del grupo Crecer.
Intervenciones públicas, marchas y pintas en las calles son algunas de las acciones que este grupo ha realizado desde el 2013 en El Viejo, Chinandega, para denunciar el acoso del que son víctimas adolescentes y mujeres adultas en este municipio del occidente.
“Ya se habla de acoso callejero aquí, se reconoce como algo intolerable. Ahora hace falta llegar al acosador y enseñarle que eso no enamora, no es correcto”, agrega Osorio.
El grupo Crecer no está solo, desde hace un par de años también se conformó el Grupo Contra el Acoso Callejero Nicaragua, una comunidad virtual en Facebook donde se expone esta forma de agresión, y se ofrecen herramientas de denuncia o de defensa personal.
Pero la iniciativa trasciende las redes. Cuando una miembro del grupo denuncia el acoso sistemático en un espacio público que frecuenta, se realiza una intervención en el lugar. “Llegamos unos cuantos, se denuncia el acoso callejero, se dejan pintas con frases en el lugar y se aborda al acosador”, explica Milagros Romero, administradora de la página.
Son más de trescientos miembros. Lo que empezó como un grupo de denuncia, es también una incubadora de ideas. Desde la organización de talleres de autodefensa o manuales de campañas contra el acoso callejero, hasta las intervenciones públicas.
HOMBRES SÍ, MACHOS NO
“El acoso callejero es la forma cotidiana de violencia contra la mujer, pero el machismo de nuestra sociedad que admite esa idea de la mujer como un objeto al que se puede decir o hacer cualquier cosa en la calle, es el mismo machismo que mata desde las casas”, advierte Osorio, fundadora de Crecer, en El Viejo, Chinandega.
Las iniciativas se replican en otros puntos del país con redes civiles que abordan estos temas, pero las activistas insisten en que no se trata solo de enseñar a las mujeres a denunciar y a defenderse, se trata de educar a hombres y mujeres en el respeto y la igualdad.
9 de 10 mujeres encuestadas por el OCAC-Nicaragua, reconocieron haber sido víctimas de acoso callejero. La muestra para el estudio fue desde adolescentes de 14 años hasta mujeres de 55.
NO ES PIROPO, ES ACOSO
El Observatorio Contra el Acoso Callejero, OCAC-Nicaragua, presentó en junio un estudio sobre el acoso a mujeres en espacios públicos del casco urbano de Managua.
Más del noventa por ciento de las encuestadas admitió haber sido víctima de acoso callejero, además de reconocer una actitud pasiva ante el acosador. Huir y evitar pasar por ciertos lugares fueron las reacciones más comunes.
La Ley 779, Contra la Violencia Hacia la Mujer, tiene dos artículos que mencionan algunas manifestaciones de acoso, pero ninguno especifica el acoso callejero como delito.