Diez años de edad. Un niño moreno, cuerpecito delgado, pelo y ojos oscuros. Aún bajo de estatura, tiene semblante serio, reflexivo, pero sonríe y se suelta en habladera cuando le preguntan sobre un tema que le gusta. Va tranquilo en el asiento trasero de un carro, con su madre, y de pronto se exalta: “¡Mama, me rindo!… Me rindo mama ” No puede más. Pero no se refiere a su enfermedad. “No puedo con este nivel de Geometry Dash”. Le cuesta el nivel 21 de ese videojuego. Su hermano mayor le ayudará cuando regrese a León, de donde son ellos. Por ahora se encuentra en Managua con sus padres, en el Hospital La Mascota, donde hace unos días, por segunda vez en su corta vida, le han detectado una recaída de la pesada cruz diagnosticada a sus 4 años: cáncer en la sangre.
La meta es astronómica: 350 mil dólares. Es lo que necesita para un trasplante de médula ósea, que es el área más afectada por su leucemia y que no se realiza en Nicaragua. Pero para Mario y Samantha, sus padres, no hay imposibles. Están dispuestos a luchar por la vida de su niño y han emprendido una maratónica campaña en internet para recaudar el dinero. El objetivo sobre todo es comenzar el procedimiento en Estados Unidos lo antes posible. “Si tenemos que trabajar toda la vida para seguir pagándolo, lo haremos”, afirma el padre decidido.
Para la pediatra y hematóloga Andrónica Flores, que ve el caso de Adrián en La Mascota, “lo que están haciendo los padres es buscar lo mejor para su hijo y ese es un derecho que ellos tienen. El problema es que nosotros no podemos ofrecer lo que no tenemos. La institución es la que ha asumido prácticamente toda la quimioterapia pero 350 mil dólares es la quimioterapia de setenta niños”, revela.
EL NIÑO CREE EN SUS PADRES
Los padres de Adrián se conocieron en un gimnasio que frecuentaban en la ciudad de León, hace 18 años. Primero entablaron una buena amistad que fue echando raíces y se casaron. Ese vínculo primerizo ha sido vital para la lucha que siguió. Una que jamás imaginaron.
El padre, Mario Alfonso Gutiérrez, de 42 años y tez morena, estudió administración de empresas y diseño gráfico. Dirige un negocio que vende souvenirs y artículos promocionales y también es músico. Fue cantante y guitarrista del grupo de rock Zona 21 y ahora lo es de un nuevo proyecto llamado Patas de Gallo, cuyo primer videoclip — El Hijo de León , disponible en YouTube— fue lanzado el mes pasado y tiene como protagonista inicial a su hijo Adrián.
El tono de piel de la madre es más claro y su expresión un poco severa. De 36 años, Alicia Samantha Espinoza es odontóloga y docente en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua de León y, contrario a su marido, quien parece lleno de energías, ella luce algo cansada. Samantha es la principal responsable de que Adrián no perdiera un solo año en la escuela.
“Si no podía ir al colegio hacíamos los exámenes por competencia y aunque estuviera con quimioterapia siempre iba a clases. Incluso hacíamos las tareas en la cama del hospital. Él está con sus mismos amigos de siempre”, dice con algo de orgullo, y explica que debe pedir permisos especiales en la universidad cada vez que necesita traer a su hijo a Managua.
La situación de Adrián, segundo de tres hijos que tiene el matrimonio, los ha hecho madurar como personas. “Y también como pareja”, comenta Mario. “Nos ha sensibilizado. Y el niño lo sabe. Es un niño grande ya. Sabe lo que significa para él. Se puso triste y lloró mucho. Se consideraba sanado y las dos veces que recayó lloró. A nosotros nos toca darle la vuelta y decirle que todo va a estar bien. Él cree mucho en nosotros”.
El panorama, eso sí, no es sencillo. La doctora Flores explica que la recaída que se le detectó a Adrián hace unos días es doble. Hay afectaciones en la médula ósea, como en su primera recaída de 2013, y también en el cerebro. “Esto ensombrece el pronóstico, pero no se sabe cómo va a responder”, expresa.
LA ÚLTIMA ESPERANZA
Pero los padres de Adrián no se rendirán fácilmente. Lo último que harán es cruzarse de brazos. Ellos no quieren escuchar la palabra “desahuciado” y han enviado cartas y correos a todas partes. Mediante la fundación Misión La Mascota USA, están aplicando a programas de ayuda completa y gratuita en hospitales especializados de Miami, Estados Unidos (EE. UU.). Que acepten a su hijo no es sencillo porque hay miles de aplicaciones del mundo entero para casos similares y recientemente aceptaron a Camila, otra niña nicaragüense con leucemia. Pero si acaso son seleccionados, aseguran que cancelarán inmediatamente la campaña y usarán el dinero para medicamentos o para lo que no cubra la ayuda.
Mario y Samantha también han escrito a la Presidencia de Nicaragua, pero hasta ahora no han tenido respuesta. Su tercera opción, les explicó Carolina Diago, quien dirige Misión La Mascota USA y los está ayudando diario para agilizar los diálogos con centros médicos de EE. UU., es ingresar a un hospital privado de Miami.
“Y la suma de 350 mil dólares desafortunadamente es lo que costaría el trasplante. Pero en Houston, por ejemplo, llegan a costar hasta más del medio millón de dólares”, aclara Diago, quien ha cotizado en diferentes lugares, entre ellos, el Hospital de Niños Holtz, de Miami.
Mario Gutiérrez mira a su niño sentado en el carro, se queda pensativo, y dice: “La campaña no es algo que yo hubiera querido hacer. Y este procedimiento nosotros no decimos que es la solución definitiva pero es la última esperanza que tenemos”. El niño se acerca. Su expresión es un poco tímida. Su papá le dice bajito: “Van a hacer un trabajo sobre tu lucha, sobre cómo has luchado todos estos años”. Adrián parece más animado y comienza a enumerar sus gustos. Los mismos de muchos niños de 10 años.
“Cuando estoy libre me gusta jugar con mi teléfono o con mis hermanos. Juego Geometry Dash, es de un cuadradito bien famoso ahorita. En la tele me gusta Cartoon Network y Disney Channel y en música he practicado con el piano. Estoy en quinto grado y tengo bastantes amigos”. Y aparta la vista, con más ganas de estar con sus amigos que en un hospital.
¿QUÉ TIENE ADRIÁN?
La hematóloga Andrónica Flores explica el caso de Adrián: “En la médula ósea, que está en los huesos, los seres humanos producimos los elementos de la sangre: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. En circunstancias normales esta producción tiene ciclos establecidos, pero en el caso de Adrián, por el cáncer, hay una producción excesiva de células inmaduras que invaden la médula y sustituyen los glóbulos y las plaquetas”.
El procedimiento es muy caro, según la experta, por la tecnología y el personal empleado. “El estudio inmunológico para determinar la histocompatibilidad, la terapia de condicionamiento, los medicamentos que se pueden utilizar, porque el paciente queda sin células para esperar al donante que le va a transfundir las suyas… Todo eso es carísimo”.
AYUDE A UN NIÑO
Si usted quiere contribuir a esta causa, puede hacer su donación a la cuenta de Banpro en dólares a nombre de Adrián Marcelo Gutiérrez Espinoza: 10020219735393. De igual manera, puede donar en línea y seguir la evolución de la campaña dando “click” aquí.