La muerte de 18 miembros de la Policía Nacional desde septiembre de 2014 a la fecha es la cifra más alta de bajas de esa institución desde 1994, según la lista de nombres inscritos en el monumento a los agentes caídos que se erigió en Plaza El Sol.
Según el analista en seguridad, Roberto Orozco, “es un grave síntoma de descomposición social”.
En el mausoleo de la Policía Nacional, ubicado en Plaza El Sol, levantado para honrar a los policías caídos en combate, se registran 476 nombres desde 1979, siendo los años 1980, 1987, 1990, 1991 y 1994 los que registran la mayor cantidad de agentes caídos en cumplimiento del deber.
En la placa de 2015 apenas se registran dos nombres, pero el pasado 5 de septiembre, durante el acto en memoria de los cinco agentes asesinados en una emboscada en una zona selvática del Caribe Sur, la directora de facto de la Policía Nacional, primera comisionada Aminta Granera, reveló que desde septiembre del 2014 a esa fecha se reportaban 14 agentes caídos en cumplimiento del deber.
Desde esa fecha hasta hoy, cuatro agentes más han fallecido en misión del deber policial: el oficial Miguel Ángel Benavides, de 46 años, fue ahorcado con un mecate en Siuna el 9 de septiembre; el 3 de octubre el suboficial Carlos José Acosta, de 24 años, murió de un balazo por delincuentes en el barrio Jorge Dimitrov de Managua; el 6 de octubre el oficial Kevin Esaú Valle Carrasco murió supuestamente por golpes propinados por habitantes y trabajadores del distrito minero de Mina El Limón, en León, durante una jornada de protestas y el primero de noviembre un grupo de armados mató a Ananías Linarte González.
A la víctima la Policía Nacional lo reconoció ayer como expolicía voluntario hasta 2009, mientras su familia y amigos insisten en su filiación a la institución del orden público al momento de su muerte.
La cifra de 18 agentes muertos en misión del deber en un año es la más alta desde 1994 y a criterio del consultor en temas de seguridad, Roberto Orozco, es un grave síntoma de irrespeto a la autoridad que debe llevar a la institución a revisar su actuación frente a la sociedad.
“El fenómeno se debe a varios factores. El primero de estos es el resultado del uso político partidario que desde el ejecutivo se hace de la Policía Nacional. Cuando se politiza la actuación policial se desinstitucionaliza al cuerpo policial y deja de actuar profesional y neutralmente en obediencia a la Ley. El resultado es la deslegitimación social y pérdida de la autoridad”, indicó Orozco.
La historia ha demostrado que una de las causas de la violencia en Nicaragua es precisamente el uso político partidario y de intereses particulares que desde el ejecutivo se ha hecho de los órganos de seguridad, lo que conlleva a la exclusión de un gran sector de la sociedad, el cual deja de sentirse protegido y pasa a sentirse amenazado y, ante eso, busca cómo protegerse”, observó Orozco.
“Otro factor fundamental es que la violencia criminal ha aumentado. Y me refiero aquí a la violencia de la delincuencia común con la organizada. Es evidente ahora que los delincuentes están dispuestos a enfrentar más a los policías. Estamos ante lo que calificaría como un proceso de incremento de la violencia criminal que, de acuerdo con muchos estudios, esto va de la mano con una profunda descomposición institucional”, sostuvo Orozco.
CONTRADICCIÓN
Mientras la Policía Nacional en un comunicado leído ayer negó que Ananías Linarte González fuese policía activo y que había dejado de ser voluntario hasta 2009, sus familiares insistieron en su vinculación como policía voluntario. Freddy Daniel Linarte González, hermano de la víctima, insistió en que su hermano era miembro voluntario de la Policía en Siuna y que por ello, tras su asesinato, ellos fueron a avisar a sus superiores en espera de apoyo para sus funerales, pero nadie asumió los gastos.
El comisionado mayor Oswaldo Pérez Woo, jefe de la Policía en el Triángulo Minero, dijo que la víctima no era policía voluntario. Sin embargo, un video del 17 de junio de este año, grabado en un canal local, muestra a Linarte identificándose como agente ante una patrulla del Ejército de Nicaragua.