Las noticias sobre los niños que sufren “bullying” en el entorno escolar están a la orden del día. Ahora se pone la mirada en el agresor, no en la víctima. No hay mejor solución que conocer la base del problema y actuar.
El psicólogo José Antonio Luengo ha tratado a niños acosadores, asegura que el “acoso escolar o entre iguales es un comportamiento de violencia de unos contra otros”. Resalta la palabra violencia porque las víctimas sufren “vejación” y “maltrato” físico o verbal.
Luengo recalca que prefiere la denominación de “acoso entre iguales” porque ya no solo se desarrolla en la escuela.
Los compañeros pueden agredir en la calle a la víctima y ahora también a través de las nuevas tecnologías.
TIPOS
El acoso en el mundo físico: el conocido como bullying, donde lo sufren entre “las cuatro paredes del centro escolar” o incluso “en el propio barrio” de la víctima.
El ciberacoso: este tipo de maltrato se desarrolla utilizando los dispositivos propios de las tecnologías de la comunicación y la información.
CARACTERÍSTICAS
Se mantiene en el tiempo: No es una cosa puntual, es algo que se repite en el tiempo. “Son situaciones que se estabilizan, nos hacen ver que los agresores son conscientes de que alguien está sufriendo y sin embargo siguen haciéndolo”, señala.
Intencionalidad: Los agresores quieren hacer ese daño.
Desequilibrio de poder: Entre los agresores y sus víctimas hay desigualdades físicas, psicológicas y sociales.
¿CÓMO ACTÚAN?
Actúan con comportamientos que atentan contra la dignidad de alguien. “Es una falta de respeto en estado puro, con insultos directos o indirectos, difundiendo rumores, utilizando la violencia física y verbal, con exclusiones y amenazas”, alerta el especialista.
ACOSADOR
El perfil del acosador se ha ido transformando. “Antes eran los malotes de la clase, pero ahora hay agresores en todas las clases sociales y en todos los rendimientos académicos”, señala el psicólogo José Antonio Luengo.
“Son personas que tienen una falla en su desarrollo afectivo y emocional que obtienen satisfacción del sufrimiento que producen sobre la víctima”, detalla.
Carecen de empatía hasta el punto de que “no reconocen el dolor y no sienten compasión”. “El agresor no solo es incapaz de ponerse en la situación del otro, sino que disfruta de ese daño y le hace situarse en una posición de liderazgo”, concluye el especialista.