Los resultados de las elecciones municipales no son del todo halagadores porque han consolidado al Frente Sandinista como partido hegemónico y ante los fraudes evidentes en las elecciones anteriores, desde el 2008, personalmente no creo que en estas haya ningún fraude que “documentar”, tarea a la que se abocaron aquellos grupos que propiciaban la abstención.
Quienes piensan que un voto en abstención —por más grande que haya sido esta— es un voto a favor de algo, se equivocan. Los que no han votado han ayudado a que la columna de votos del Frente Sandinista sea más grande en relación a la del PLC, que ganó 11 alcaldías y Ciudadanos por la Libertad que ganó 6, que fueron los únicos contendientes reales el pasado 5 de noviembre, y ALN que ganó una.
Ya veremos qué dice el informe de la OEA, que ciertamente señalará fallas, denuncias y cambios que habrá que hacer para que las elecciones generales del 2021 sean transparentes y sobre todo, para recuperar la confianza en el sistema electoral que ha sido gravemente erosionada en Nicaragua, lo que se ha traducido en una apatía política a gran escala.
Recientemente me propuse motivar a una persona muy cercana y conocida a involucrarse en la política, en la cosa pública y este casi convencido de mis argumentos, me dijo que en la antigua Grecia, que es la cuna de la democracia, llamaban “idiotas” a quienes no se involucraban y se conformaban con ver únicamente lo suyo, lo privado y esto no tiene nada que ver con la connotación peyorativa que tiene hoy en día.
Dice el diccionario “el término idiota proviene de la antigua Grecia, donde se utilizaba para denominar a personas que no se interesaban en los asuntos públicos o políticos (desinterés que no era bien visto), sino que se ocupaban solo de sus propios asuntos. La raíz idios, que significa lo privado, lo personal, lo particular, es la misma raíz que comparten la palabra idiosincrasia o idioma, rasgos propios de una nación”.
Siempre que he podido votar he votado, salvo en elecciones generales del 2016 en las que yo no voté porque nos arrebataron el PLI, partido que estaba amalgamando a toda la verdadera oposición. Nos dejaron sin vehículo electoral y luego nos arrebataron ilegalmente y prematuramente las diputaciones a las que fuimos legítimamente electos en el 2011.
Como resultado, la ejecutoría del PLI en estas elecciones municipales es decepcionante. El partido histórico fundado en 1944 obtuvo únicamente el .8 por ciento de los votos a nivel nacional, solo por encima del APRE que obtuvo un mísero .2 por ciento, mientras que Ciudadanos por la Libertad obtuvo más de 185,000 votos que representan casi el diez por ciento a nivel nacional, nada malo para un partido que hace apenas seis meses obtuvo su personería jurídica.
Me decía una buena amiga de gran trayectoria política, pero que esta vez no votó, que el gran problema que podríamos enfrentar en las próximas elecciones, es que como ha habido tanta abstención en los últimos procesos, cuando los ciudadanos quieran acudir a votar masivamente a las urnas para cambiar las cosas, ya no podrán hacerlo porque estarán fuera del padrón y habrán pasado a ser “padrón pasivo”.
En estas elecciones municipales fue una “concesión” del Consejo Supremo Electoral, para tratar de disimular la abstención masiva, permitir que los ciudadanos que estuvieran en el padrón pasivo (verde) pudieran votar, pero esta “concesión” fue de carácter temporal, únicamente por esta vez, a menos de que se instituya como una ley que garantice que todos los ciudadanos puedan ejercer su derecho al voto, aunque no hayan votado en dos o más elecciones recientes, tal como debe ser en cualquier democracia.
Estas elecciones municipales nos han dado lecciones que debemos aprender, creo que la primera es que para ganar, hay que participar y para participar hay que organizarse con mística.
Convencido de que solo por la vía electoral se pueden cambiar las cosas en forma pacífica, se debe perfeccionar el sistema electoral para restaurar la confianza ciudadana de que su voto cuenta y que su voto puede hacer la diferencia. Para tal efecto, es necesario un diálogo nacional entre las fuerzas políticas y empresariales de la nación.
El autor es periodista, exministro y exdiputado.