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Kevin Pineda, ahorcado, Matiguás. reo

Darling Herrera, madre de Kevin Pineda, llora desconsolada junto a su hija Isamara Herrera. LA PRENSA/O.Navarrete

La historia de Kevin Pineda, el reo que apareció ahorcado en la Policía de Matiguás

Kevin Pineda se suicidó horas después que lo detuvieron, según la versión oficial. Testigos vieron y escucharon durante toda la madrugada la golpiza que sufrió por parte de los policías. La estación de Matiguás es la misma donde vapulearon a Juan Lanzas, a quien le amputaron los pies

El cuello de Kevin Pineda tenía la marca de ahorcamiento. Los dedos encogidos, pequeños, quebrados. La boca cerrada. Varios moretones en el torso. Ojos entreabiertos, blancos, con una inflamación en el relieve de los pómulos. Una expresión serena en el rostro que contrastaba con los golpes en la cabeza y los oídos reventados. En ese estado sus amigos y familiares depositaron en Matiguás su cuerpo el lunes 9 de abril de 2018.

Cuando José Pineda, su padre, llegó el domingo al hospital de Matiguás para ver el cadáver, su hijo todavía estaba “calientito”. La noche anterior miró pasar por su casa la camioneta de la Policía que lo llevaba detenido. Nunca se imaginó que los propios policías lo llegarían a buscar a las 7:00 de la mañana del día siguiente para avisarle que Kevin se había suicidado en una de las celdas de la Policía de Matiguás.

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“Estaba jovencito. No tenía ningún motivo para suicidarse. Nunca lo había intentado aquí en la casa”, dice su padre. “Yo lo miré de primero (en el hospital) y tenía su lengua normal, sus ojos normales. No parecía que se había ahorcado”, agrega el padre.

José Pineda y Darling Herrera, padres de Kevin, no creen en la versión de que su hijo se suicidó en la policía de Matiguás. LA PRENSA/ O.Navarrete

El capitán de la estación de Matiguás, a quien José Pineda describe como moreno, bajo y regordete, le mostró las fotos donde Kevin aparecía ahorcado a una altura de poco más de un metro. “A mí no me llamaron para que llegara a ver dónde estaba ahorcado en la cárcel. Me dijeron hasta que ya estaba muerto en el hospital”, dice José Pineda.

La versión oficial de la Policía indica que lo encontraron en la celda en estado agonizante, y fue trasladado de inmediato al hospitalito de Matiguás donde falleció. “Médicos examinaron el cuerpo, no presentaba signos vitales, determinando fallecimiento por asfixia mecánica, fractura de la tráquea”, cita el documento.

Kevin Pineda tenía 19 años de edad. El 5 de abril de este año, dos días antes de morir, había regresado a Matiguás después de trabajar tres meses en una floristería de Costa Rica. Regresó con su novia, con quien tuvo una relación durante más de un año y medio. Dormía donde su tía y planeaba, según le dijo a sus padres, ir a trabajar a Panamá este lunes 9 de abril.

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Aproximadamente a las 11 de la noche del sábado 7 de abril, vecinos de la Estación de Policía de Matiguás comenzaron a escuchar los gritos de Kevin. A las 5:45 de la mañana otro ruido los despertó: los oficiales tomaban fotos del cadáver —el patio les permite ver parte del interior de la delegación— cerca de la puerta ubicada a más de siete metros de distancia de las celdas donde Kevin Pineda se habría colgado, según la propia versión de la Policía.

Kevin Pineda tenía 19 años de edad cuando fue arrestado y encontrado muerto horas después. LA PRENSA/Cortesía

No hubo autopsia

Los familiares de Kevin Pineda aseguran que no se les entregó ningún documento más que el acta de defunción del hospital de Matiguás. El cuerpo fue revisado por un forense, cuando estaba en la casa en el barrio Linda Vista, pero no emitió ninguna información al respecto.

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El capitán de la Estación de Matiguás tenía las fotos, en su celular, de cuando Kevin estaba colgado, en estado agonizante, y se las enseñó a su padre, José Pineda, pero no se las entregó.

Varios pobladores de Matiguás, consultados para este reportaje, prefirieron no hablar porque dicen sentir temor al denunciar los abusos policiales en el municipio. “Las autoridades no deben entrenar a los policías para que maten, sino para proteger al pueblo. Si cometieron algún delito deben ser juzgados”, dijo Darling Herrera, madre de Kevin Pineda, el joven fallecido.


“No me maten”

Era un día de fiesta. El pasado sábado 7 de abril se celebraban las fiestas de Matiguás. Una radio instaló tarimas en la calle principal del barrio Linda Vista, de donde es originaria la familia de Kevin Pineda. Había toldos donde se vendía cerveza y música a volumen alto.

Kevin, en el barrio Linda Vista, era conocido como Pelusa. Se juntaba con los amigos del barrio para tomar licor y “hacer otras cosas”, según sus propios familiares. Hace dos años fue arrestado por robo con fuerza, por lo que pagó una condena de un año de prisión en Matagalpa. “Pero desde que salió, se alejó de ellos (de los amigos) y se mantenía trabajando”, dice su madre Darling Herrera.

Después de la cárcel, mantuvo una mejor relación con su novia. Se mantenía solo con ella, hasta que a inicios de febrero decidió ir a Costa Rica a trabajar. “Me dijo que se iba a regresar, que le había gustado estar allá y que iba a juntar un dinero para buscar cómo ir a Panamá”, dice José Pineda, su padre.

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El jueves 5 de abril regresó a Matiguás. El sábado andaba de fiesta. Jasmina Herrera, tía materna, aquella noche oscura —puesto que en el barrio no hay luminarias— lo siguió de cerca sin hablarle mientras Kevin caminaba solo por las calles. Lo miró entrar al bar Acacia, que está ubicado a la par de la casa de Jasmina. Pero eran las 10:00 de la noche y el local estaba a punto de cerrar.

Este es el bar Acacia, donde la Policía arrestó a Kevin Pineda el sábado siete de abril LA PRENSA/O.Navarrete.

Habría pedido una media de ron y pagado con cien córdobas. “Una de las meseras del bar le dijo que ya no había servicio y ahí empezó el pleito”, dice Jasmina, quien desde la puerta de su casa seguía pendiente de lo que pasaba en el bar. “Kevin gritaba que le regresaran el dinero. Le gritaba a una de las mujeres (meseras) que le regresara el dinero, pero ella se negaba a dárselo”, dice su tía.

Según la nota de prensa que la Policía publicó el domingo 8 de abril, a las 10:40 de la noche del sábado, “la Policía Nacional recibió denuncia de Cindy Mairena Alaniz, de 24 años de edad, Juan Francisco López García, 19 años de edad y José Rodolfo Urbina Castilblanco, 50 años de edad, víctimas de los delitos de amenazas de muerte con arma blanca (cuchillo), agresión física y daños, realizados por Kevin Pineda Herrera”.

Una patrulla policial, según la versión oficial, se hizo presente al lugar capturando a Kevin en estado de ebriedad y se le ocupó un cuchillo. “Posee antecedentes de robo con violencia, robo con fuerza y lesiones”, dice la nota.

LA PRENSA llegó a buscar la versión de Bernardino Rosales, dueño del bar Acacia, sin embargo los trabajadores dijeron que no se encontraba en ese momento. Jasmina Herrera, tía de Kevin, dice que el dueño del local tiene buena relación con la Policía de Matiguás y cada vez que quiere “correr a los borrachos necios” los llama para que impongan el orden en su establecimiento.

La familia de Kevin Pineda no recibió ningún dictamen forense después de la muerte. LA PRENSA/O. Navarrete

Aquella noche habría hecho lo mismo después de sacar a Kevin del bar. Según Jasmina, su sobrino seguía insultando a la mesera desde la ventana, hasta que llegaron los policías. “Los policías venían como arrechos. Parecía que los acababan de levantar”, dice Jasmina, quien estaba viendo la escena desde la ventana de su casa.

“Kevin se corrió y las mujeres (meseras) gritaban que lo agarraran. Había una camioneta, pero también llegó una moto con policías. Ahí fue donde lo agarraron”, dice Jasmina. “Le dieron el primer pencazo en el estómago y se dobló. Le pusieron las chachas y lo siguieron pateando durísimo. Lo subieron a la camioneta e iban haciendo como estaciones”, dice Jasmina, quien seguía la camioneta, montada como pasajera en una moto.

“Cuando la camioneta se detenía, un policía se paraba y le pegaba patadas”, relata la tía de Kevin. “Cuando estaban casi llegando a la estación de policías, el hombre que me llevaba en la moto se caga y me dice: ‘Yo te dejo aquí’, y yo me bajo, solita, en esa oscurana para seguir la camioneta”.

Jasmina miró cuando la patrulla llegó a la delegación y lanzó a Kevin desde la camioneta hasta el suelo. “No me quiebren las manos. No me maten”, recuerda Jasmina que decía Kevin. “Se le paraban encima y yo quería ir adentro pero a la vez me daba miedo porque también me hubieran echado presa y tal vez me hubieran matado por atestiguar”.

Los vecinos de la Policía de Matiguás también vieron y escucharon cuando llevaron a Kevin Pineda. “Les gritamos a los policías que no fueran perros y le pegaran. Ahí nomás lo zumbaron y lo metieron”, dice uno de los testigos, que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias.

“Siempre vienen agrediendo a los reos así, siempre le gritamos que no sean tan hijueputas. Ya es normal”, agrega el testigo.

La estación de policía de Matiguás es la misma donde vapulearon a Juan Lanzas. LA PRENSA/O.Navarrete.

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Según la versión oficial, Kevin Pineda fue ingresado en la celda preventiva policial “donde hoy domingo ocho de abril del año dos mil dieciocho, a las cinco de la mañana, se colgó con elástico de su prenda íntima de vestir (calzoncillo ) al portón de la celda”.

LA PRENSA llegó a la Estación de Policía de Matiguás, pero los oficiales dijeron que cualquier información se pidiera en la delegación de Matagalpa. Según fuentes cercanas a la Policía, desde el domingo hay refuerzos para resguardar la institución en caso de represalias de amigos y familiares de Kevin Pineda.


Caso Francisco Ponce

Francisco Javier Ponce Sanarrusia fue encontrado ahorcado en las celdas de Auxilio Judicial de Managua, conocidas como El Chipote, el 3 de mayo del año 2015.

Según la versión de la Policía, el cuerpo de Ponce estaba colgado de una camisa de mangas largas a cuadros en la celda 23 de la Dirección de Auxilio Judicial, en medio de cuatro camarotes. En la celda contigua, la 22, solo se encontraba otro reo, según la versión de la Policía, que registró con fotografías la escena.

Ponce estuvo detenido desde el 29 de abril, es decir más de cinco días encarcelado, permanecía solo en su celda con la camisa de mangas largas, aunque se sabe que en El Chipote, una cárcel de investigación especializada, hay un protocolo que impide que los reos tengan esta clase de vestimenta. De acuerdo con testimonios de quienes han estado presos en esas celdas, los oficiales los mantienen en calzoncillos o sin camisa. Pero Ponce estuvo cinco días con una camisa mangas largas que luego habría utilizado para ahorcarse.

El caso de Francisco Ponce y Juan Lanzas serían utilizados como ejemplo por el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) para reflejar lo que viven muchos presos en Nicaragua.


Abusos policiales en Matiguás

La estación policial Omar Averruz, de Matiguás, es la misma donde el campesino Juan Lanzas —quien fue amputado de los pies después de ser golpeado por los policías según denunció él y su familia— fue detenido el 29 de diciembre del año 2017, antes de ser trasladado a la cárcel de Matagalpa.

Los dedos lastimados de Kevin Pineda antes de ser enterrado. LA PRENSA/O. Navarrete

“No es el primer caso aquí (en Matiguás). Ya ocurrió lo del joven (Juan) Lanzas, a quien le cortaron las piernas. A mi hijo lo mataron. A uno lo dejaron coto, a otro lo mataron. ¿Ahora qué va a pasar? Esa es la seguridad que tiene el pueblo, que más bien es inseguridad”, dice Darling Herrera, madre de Kevin, en la casa donde el muchacho vivía.

La casa de la familia de Kevin, ubicada en una esquina de la calle principal del barrio Linda Vista, es completamente de tablas. Son unos largos tablones desvencijados que forman un rectángulo grande donde alcanza una mesa, una cocina de dos hoyos y varios cuadros de fotos. El piso es de tierra. Afuera hay monte seco y al fondo hay un patio amplio, con algunos árboles que dan sombra, donde está ubicada una letrina.

Kevin no aprobó la primaria y en Matiguás trabajó como ayudante de albañil, antes de viajar a Costa Rica. Cerca de la puerta delantera de su casa todavía están las sillas plásticas que utilizaron para el velorio. Están sentadas varias hermanas de Kevin, quien era el tercero de seis hermanos; su abuela, dos tías y sus padres, quienes desde hace años se separaron. Darling Herrera ahora vive con su nueva familia en Tipitapa, donde Kevin llegaba a pasar algún tiempo.

Una de las hermanas muestra la camisa que Kevin llevaba el día que lo arrestaron. Era una camisa blanca, que ahora parece gris de lo sucia que está, y tiene la marca de una bota militar en el centro y al costado izquierdo hay varias manchas de sangre.

“Es un dolor muy grande el que tengo. Porque a pesar de todo es un ser humano”, dice su mamá. “Ninguna persona tiene el derecho de quitar la vida a otro ser humano. Yo he visto asesinos que matan a su esposa y ahí aparecen intactos, no los golpean, y mi hijo no era ningún asesino, no mató a nadie”, dice Darling Herrera, desconsolada, mientras abraza la última camisa que utilizó su hijo.

A Darling Herrera, madre de Kevin, los policías le dijeron que su hijo intentó colgarse en dos oportunidades antes de conseguirlo. LA PRENSA/O.Navarrete.

Ante la denuncia de la familia, LA PRENSA buscó alguna declaración de la Policía de Matagalpa, pero el oficial Heberto Méndez, número de placa 24010, dijo que iba a consultar si podía hablar del tema, pero 20 minutos después aseguró que los comisionados tenían una reunión y no podían atender al equipo periodístico, pero que cualquier información se podía solicitar en Relaciones Públicas de Managua.

La Policía de Matiguás informó a la familia de Kevin Pineda que él fue el único reo que tenían esa noche en las celdas. Sin embargo, testigos cercanos a la estación de policías de Matiguás aseguran que el sábado habían dos reos en las celdas, pero fueron trasladados o liberados en la mañana del domingo, poco después que ocurrió la muerte.

Junto a su novia, con la que llevaba más de un año y medio. LA PRENSA/O.Navarrete

Uno de los reos que estaba ese día, según los testigos, era Edwin Saúl Álvarez, conocido como Indión. LA PRENSA conversó con Álvarez, pero dijo que fue liberado el sábado a las 10 de la mañana, 12 horas antes de que detuvieran a Kevin Pineda, después de pagar una mediación de 2,500 córdobas por una acusación de robo.

A Darling Herrera la Policía le dijo que su hijo intentó matarse en dos ocasiones antes de conseguirlo. “Los policías dicen que (Kevin) se subía para colgarse pero que el elástico se reventaba”, dice Herrera. “Si dicen eso es porque lo miraron, entonces ¿por qué no lo detuvieron y le quitaron el elástico?”

Los vecinos de la Estación de Policía aseguran que siempre dejan un oficial haciendo guardia a los presos. También afirman que Kevin lloró durante toda la noche. “Gemelas, ayúdenme”, decía. “Pegaba gritos de dolor, no de locura, eran gritos de como si lo estuvieran torturando”. A las cinco de la mañana gritaba más fuerte, hasta que se hizo un silencio absoluto. A esa hora es donde Kevin, por fin, habría muerto colgado del elástico de su calzoncillo.

La Prensa Domingo Reportajes abusos policiales Juan Lanzas

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