Desde que inició el recrudecimiento de la represión a la protesta en Nicaragua el pasado mes de abril, el debate público se ha centrado en demandar al régimen Ortega-Murillo el ingreso al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Como es costumbre, el régimen accedió hasta verse sin remedio para hacerlo, pero este debate público creó altas expectativas en relación con la visita de la CIDH, lo que eventualmente puede crear la sensación que dicha visita fue inútil.
Antes de saber qué viene a hacer la CIDH, hay que tener claridad qué no hará. No viene a investigar quién mató a quién; no viene para capturar a Daniel Ortega y Rosario Murillo; pero sobre todo y lo más importante, no viene a decir borrón y cuenta nueva. La CIDH viene a llamar a cuentas a las autoridades en su actuación, determinar si: Nicaragua violó el derecho a la vida por hacer uso desproporcionado de la fuerza, al reprimir las protestas; si las acciones de la Policía y la Juventud Sandinista violaron el derecho de los nicaragüenses a expresarse y movilizarse libremente; si las detenciones fueron ilegales violaron el derecho a la libertad; si las agresiones que sufrieron los detenidos configuraron tortura y si al respecto el Estado cumplió con su deber de investigar los hechos y sancionar a los responsables; saber que ha hecho el Estado ante las denuncias de desaparición forzada o si estas existen; si las represalias del gobierno contra activistas sociales y/o defensores de Derechos Humanos viola el derecho a defender derechos; si las investigaciones del Ministerio Público se ajustan a la debida diligencia establecida por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos; si la comisión de la verdad cumple con las garantías de independencia, imparcialidad y cuenta con los recursos humanos, técnicos y financieros para poder emitir un informe útil o por el contrario hay que mandarla a la porra, entre otras cosas.
La visita de la CIDH posiblemente dure más o menos dos semanas considerando las circunstancias, al concluir su visita y antes de su informe final, seguramente harán observaciones y/o recomendaciones preliminares. El informe de la CIDH contendrá resumen de actividades y hechos verificados que consideren contrarios a las obligaciones internacionales del estado en materia de Derechos Humanos. Adicionalmente, la CIDH hará recomendaciones en dos sentidos, el primero para garantizar el acceso a la justicia y reparación integral del daño a las víctimas; y en segundo lugar, recomendarán la adopción de una serie de medidas legislativas y/o administrativas para que estas graves violaciones a Derechos Humanos no se repitan.
La importancia de la visita de la CIDH y su eventual informe, tiene tres elementos de gran interés para el futuro inmediato del país. En primer lugar, nos permitirá a los nicaragüenses centrar las demandas de cambios y apertura de espacios democráticos acorde a las obligaciones internacionales de Nicaragua en materia de Derechos Humanos. En segundo lugar, la visita de la CIDH le permitirá al régimen construir una ruta para restablecimiento de la democracia en Nicaragua, evitando su salida violenta del ejercicio del poder. Por último, la existencia de recomendaciones por parte de la CIDH, también es una herramienta para que la comunidad internacional ejerza presión sobre el régimen para restablecer la democracia.
¿Y si el régimen Ortega-Murillo no acata las recomendaciones? Por esta vez, me excusaré de brindar una respuesta técnica-jurídica desde el Derecho Internacional y me limitaré a decir que si el régimen Ortega-Murillo no acata las recomendaciones y opta por continuar con la brutal represión, la alternativa que nos resta es ir a sacarlos de El Carmen, las instancias internacionales son útiles, pero la principal responsabilidad de defender la democracia en Nicaragua es nuestra.
El autor es maestro en Derechos Humanos.