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Por qué la desconfianza en la OEA

A partir de su reciente Asamblea General, todo parece indicar que la OEA podrá activarse para ayudar a resolver la profunda crisis de gobernabilidad que Nicaragua enfrenta. Esto es lógico. La Carta Democrática Interamericana le encomienda un importante rol a la OEA en casos como el nuestro. Sin embargo, hay muchos en Nicaragua que dudan que la intervención de la OEA podrá contribuir a lograr los doble objetivos que nuestro pueblo reclama: justicia y democratización.

Abajo explicaré el porqué hay una falta de confianza en la OEA y su secretario general.

Primero, a pesar de que Nicaragua no ha tenido una elección libre desde las municipales de 2004, en nuestros más recientes comicios la OEA ha aceptado “acompañarlas” a petición de El Carmen. Esto es sinónimo de solo hacer turismo electoral al último momento con un pequeño equipo. En el fondo, solo sirve para lavarle la cara a procesos que carecen de toda credibilidad.

Segundo, en octubre de 2016, el secretario general Almagro inició una “mesa de conversación” con el comandante Ortega cuyo objetivo era iniciar un diálogo sobre una reforma electoral. Ojo, esta mesa no impidió la asignación de votos de las elecciones generales de noviembre en donde la vasta mayoría de los electores se abstuvieron porque sabían que sus votos no se contarían ni contarían. Y así fue.

Tercero, el 28 de febrero de 2017, la OEA y el Gobierno de Nicaragua firmaron un memorándum de entendimiento en donde ambas partes se comprometieron a estudiar ciertos aspectos de nuestro proceso electoral para reformarlo.

Cuarto, a pesar de lo citado en los dos párrafos anteriores, las municipales de 2017 resultaron tan cuestionadas como las generales anteriores. Es más, el acompañamiento de la OEA en las municipales —al igual que su trabajo para reformar nuestro proceso electoral— brilló por su absoluta falta de transparencia. ¿Recuerdan que un experto de la OEA abandonó a nuestro país, dejando burlados a algunos interlocutores demócratas sin explicarles a los medios por qué esto pasó?

Quinto, ahora —a casi año y medio de la firma del memorándum de entendimiento— la OEA no ha adelantado ni un análisis de fondo sobre nuestro sistema electoral ni recomendaciones para corregir sus debilidades. Es más, recientes declaraciones de la OEA sugieren que no estarán en capacidad de hacerlo hasta enero ¡del año entrante!

Y, sexto, en declaraciones recientes el secretario general Almagro afirmó que solo había dos dictaduras en el hemisferio: Cuba y Venezuela. Para arrematar, sugirió que el gobierno y los manifestantes demócratas eran corresponsables del atroz derramamiento de sangre desde el 18 de abril. Esto a pesar de que, en su comunicado del 31 de mayo, los obispos anunciaron la suspensión del diálogo nacional por la represión gubernamental en la marcha del Día de las Madres.

Este rosario de hechos explica el porqué muchos nicaragüenses ven a la OEA como parte del problema de la crisis política que vivimos y no como parte de su solución. Y es la razón por la cual he declarado que la OEA y el secretario Almagro tienen el reto de ganarse la confianza de nuestro pueblo para jugar un papel constructivo en Nicaragua.

Esto, por cierto, no es imposible. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos lo logró con su profesional y expedito trabajo después de su reciente visita.

El autor fue Canciller de Nicaragua y diputado nacional.

Opinión Daniel Ortega Nicaragua OEA
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