De la sonrisa se dice que actúa como pegamento social, nos acerca al resto de los seres humanos y es un gesto universal, cuando es genuina. Sin embargo, una sonrisa forzada puede destrozar su salud.
El último estudio sobre ello, de la Universidad Penn State (Pennsylvania) y la Universidad de Buffalo (Nueva York), vincula este gesto a un consumo excesivo de alcohol.
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Los empleados que trabajan expuestos al público son más propensos a buscar en la bebida consuelo después de varias horas teniendo que fingir una sonrisa que no sienten. En este colectivo abundan los enfermeros, maestros y dependientes de supermercados, que después de finalizar sus turnos tratan de aliviar su tensión con alcohol.
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Los investigadores encontraron que este vínculo entre el imperativo de agradar a la gente a través de su gesto facial y el consumo de alcohol es aún más fuerte en personas altamente impulsivas que se dedican a puestos que exigen interacción continua con la gente, pero sin ser visibles, como los operadores telefónicos o los servicios de atención al cliente virtual, publica Quo.es.
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