Con frecuencia se escucha que la Alianza Cívica (ACJD) está teniendo una conducta ambigua o equívoca, en el diálogo o negociaciones con el gobierno. Ciertamente, y sin menoscabo de los errores que la ACJD pudo haber cometido, es de la propia naturaleza de la lucha cívica esa ambigüedad, sobre todo cuando enfrente se tiene a una dictadura represiva y desalmada, y con unidad de mando absoluta.
Mientras los negociadores del gobierno representan un interés monolítico, que es a toda costa la sobrevivencia de Ortega en el poder, y se cuadran frente a lo que él decida sin ningún debate, los negociadores de la ACJD representan a una enorme pluralidad y diversidad de intereses, ideas y opiniones, y deben buscar consenso, que no significa unanimidad porque siempre habrá alguien que legítimamente discrepe, en medio de esa pluralidad.
Al respecto, debe tomarse en consideración que esa pluralidad y diversidad tiene infinitamente más voces de expresión que antes, por las redes sociales que convierten a cada ciudadano en un emisor de opiniones, y no solamente en receptor de otras, emitidas a través de medios de comunicación tradicionales.
La lucha cívica o pacífica tiene muchas variantes. Desde el diálogo hasta las marchas, pasando por paros o huelgas, y una infinidad de formas de expresar repudio y malestar, incluyendo piquetes y plantones exprés, discursos y sermones, tuits y Facebook, memes y caricaturas, videos, canciones y poemas, hasta las manifestaciones de protesta y heroísmo de las cuales nos han dado cuenta las y los presos políticos. En medio de esa diversidad de la lucha cívica, sobre el trasfondo de la pluralidad de intereses y opiniones que la respalda, es totalmente natural que cada quien discrepe de las formas, modalidades y expresiones tácticas que pueda adoptar la lucha pacífica. A esas discrepancias se ve sometida la ACJD. No es el caso de la contraparte del gobierno. Pero ahí está precisamente la promesa y esperanza de la ACJD que nos representa en las negociaciones: expresar pluralidad y diversidad, y tolerancia y respeto por esa pluralidad y diversidad, que es a su vez la democracia por la que luchamos, frente al monolitismo y uniformidad dictatorial del gobierno.
En ese contexto, mientras la ACJD mantenga precisión en cuanto a los objetivos estratégicos, precisión que es lo contrario a la ambigüedad, la diversidad táctica es inevitable. Lo contrario ocurre en el gobierno, el cual está derrotado estratégicamente, y las opciones tácticas simplemente pueden aplazar o precipitar su desenlace.
Los testigos y mediadores también deben tomar en cuenta estas diferencias, antes de emitir juicios y juzgar conductas que no proceden de la voluntad de los negociadores, sino de la naturaleza de la lucha cívica contra una dictadura desalmada.
El autor fue candidato a la presidencia de Nicaragua.