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El pacto de la corrupción

Histórico es el relato que del pacto Alemán-Ortega, publica en la revista Magazine Fabián Medina. Quisiera agregar algunos puntos que se omitieron ya que ese pacto fue sangriento y el más oneroso para Nicaragua. Aún pagamos sus consecuencias.

En el año 1998 yo era directivo nacional del Partido Conservador y desde que inició el pacto secreto, se conocían en la organización los entretelones del mismo. No todo fue “miel sobre hojuelas”, hubo fuertes disputas entre Ortega y Alemán. Este amenazó a Ortega con continuar el juicio que por violación se le seguía en uno de los juzgados. Ortega lo reto diciéndole que podía proceder, pero que él tenía en su poder documentación suficiente para acusarlo por corrupción. Cuando consultó con la juez, resultó que el asunto ya estaba prescrito y archivado, quedando Alemán en sus manos, y pactó la reforma constitucional con la que Ortega podía ganar la Presidencia con solo el 35 por ciento de los votos. Más exacto, triunfó la fórmula 40/35+5, “escalera de plata” por la que subió Ortega, gracias al “pacto de la corrupción”.

No participo con los que creen que Arnoldo pactó para gobernar desde la Asamblea, mucho menos para acceder al poder después de la presidencia que él y sus pactistas regalaron a Ortega. Es demasiado listo Arnoldo para pensar que se puede gobernar desde la Asamblea, sabiendo que jamás tendría ni al ejército ni a la policía, siempre al servicio del FSLN. Alemán entonces solo buscaba su impunidad y conservar el capital que hizo a la sombra del poder.

La alcaldía de Managua siempre ha sido considerada plataforma de lanzamiento para llegar a la Presidencia. En esos momentos se perfilaba como seguro alcalde de Managua a Pedro Solórzano, respaldado por el Partido Conservador, el gran capital y el movimiento de los carretoneros. Había que impedirlo, para ello los pactistas idearon la división política de Managua y crearon el municipio de El Crucero, cuidándose de trazar la línea divisoria de tal forma que la casa de habitación de Pedro quedara fuera de Managua, con lo que lo sacaron del juego, ya que para ser candidato a alcalde se debe haber vivido en el municipio por lo menos 4 años antes.

Urgía reformar la Constitución, la Asamblea estaba compuesta por 42 diputados de la Alianza Liberal, más 36 del FSLN, lo que suman 78 diputados, además había 14 diputados de otros partidos, lo que hacía un total de 92 diputados, pero para efectuar una reforma parcial a la Constitución se necesitaban 56 votos y no los tenían, ya que el FSLN se había dividido llevándose el MRS gran parte de los diputados sandinistas y lo mismo había ocurrido en la bancada liberal.

El Partido Conservador no ignoraba el diálogo secreto y los peligros que entrañaba para Nicaragua el pacto y tomamos dos actitudes: 1) combatirlo, en artículos, entrevistas, foros, conferencias, participando en debates denunciándolo; 2) comisionamos al ingeniero José Alfonso Cuadra, para que hiciera trabajo de convencimiento entre los diputados liberales e independientes, el que desempeñó con éxito notable.

El éxito de José Alfonso se volvió un peligro para los pactistas, que temían no conseguir el número de votos para la reforma parcial. Pero también se convirtió en un peligro para José, que a la postre le costó la vida, siendo ametrallado en una emboscada, junto a mi hijo Julio Enrique Ruiz Morales y su conductor, en el municipio de Rancho Grande, Matagalpa La muerte violenta del diputado Cuadra aterrorizó a los diputados comprometidos y el pacto de la corrupción se aprobó en primera legislatura con 30 votos sandinistas y 35 liberales.

El autor es abogado y exdirectivo del Partido Conservador.

Opinión corrupción pacto
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