En un artículo reciente señalé que las sanciones internacionales contra el régimen de Ortega, eran parte de la vía pacífica que acompaña a la lucha, también pacífica, del pueblo nicaragüense contra la dictadura. Y hay un vínculo entre esas sanciones, que, repito, son la reacción de la comunidad internacional frente a un régimen que ha violado sus compromisos en derechos humanos y democracia, y la unidad del pueblo nicaragüense, por una parte, y el mantenimiento del diálogo y negociaciones, por la otra.
En la comunidad internacional no existe la pretensión, por lo demás imposible en democracia, de unidad como unanimidad. La unidad del pueblo nicaragüense no significa que todos estemos, en todo y todo el tiempo, de acuerdo. Esa falsa unidad solamente existe en el totalitarismo, como el de Ortega y su régimen, en que todo depende de su voluntad. La unidad democrática significa acuerdo sobre los objetivos básicos, justicia y democracia en nuestro caso, y en los medios, lucha pacífica, para alcanzarlos. Esa es la opción en cuanto a objetivos y método que respalda la comunidad internacional, y no otra. En todas las declaraciones de la comunidad internacional, ya sean de la OEA o la Unión Europea, y otras, ese es el tono de las mismas.
Con la excarcelación de la mayoría de los presos, que para el gobierno son la totalidad y para quienes nos oponemos aún faltan, es apenas natural que entre quienes combatimos a la dictadura de Ortega se discuta si volver o no a las negociaciones que son, por cierto, expresión de la lucha pacífica. Ortega, y así tenemos que decirlo, preferiría el silencio de los cementerios, y de ser por él, jamás se hubiese sentado a negociar, así como se acostumbró a gobernar con creciente exclusión, hasta la eliminación total de la oposición en las elecciones de 2016. Esa exclusión total, recordémoslo, fue el origen inmediato de la Nica Act.
Y desde luego que las sanciones, entre las diversas modalidades de influencia internacional, no están agotadas. Pero la comunidad internacional las usará en función del proceso de negociaciones, que es el vínculo más fuerte entre la lucha pacífica nacional e internacional. No las negociaciones a cualquier costo, sino con las condiciones apropiadas, y siempre en función de los objetivos de justicia y democracia, que nos compromete.
El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.