No se trata ahora de escribir sobre esa maravillosa colección de veinte tomos que tanto éxito obtuvo en la niñez y juventud de Latinoamérica a mediados de los 70, publicada por Glolier de México, y que llegó a mis manos gracias a los grandes esfuerzos económicos de mis padres; textos que nos enseñaron parte del mundo a mí y a mis hermanas, sino de la necesidad de buscar una solución a la catarsis social provocada por la dictadura de Daniel Ortega, con una reforma al sistema electoral desde donde se articule la derrota del sandinismo en las urnas, lo que solo será posible con una fuerza unitaria en la que la presencia de la juventud sea solvente para garantizar tiempos de paz y democracia.
Rostros como los de Lester Alemán, Medardo Mairena o Irlanda Jerez, para citar solo a algunos de los autores de la protesta de abril de 2018, independientemente de sus cartas en el devenir social, le dieron un giro de 180 grados a la estampa facial de la política criolla y sus deplorables máscaras. Sin tantas epopeyas y mitomanías típicas del marxismo sandinista por encaramarse encima de la historia, estos jóvenes cambiaron en gran parte el rumbo de la política.
Nadie como Lester le ha dicho al inicio del remedo de diálogo en sus propias narices a Ortega sus cuatro verdades, memorables esas palabras de que solo se negociaría con él los términos de su salida del Gobierno; Medardo, con su procedencia campesina y sus sesos no manipulables como otros participantes de esta protesta, ha incorporado a este sector con reciedumbre en el debate e Irlanda, esa garza morena de atuendos típicos, voz altisonante y discurso testimonial, denunciando barbaridades carcelarias a las que estuvo sometida, representan por encima de los desgastados ejecutivos empresariales, los asombrerados rostros de la sociedad civil y la marchita y cómplice clase política “opositora” un nuevo relevo generacional.
Pero esa juventud enfrenta muchos retos y dificultades. Y ese relevo del que tanto se habla corre riesgos, entre estos el dejarse manipular o claudicar tanto por el sandinismo de Ortega como por el del “Rescate” (¿cuál rescate?) o del Movimiento Renovador Sandinista MRS (¿cuál renovación?), ambos bandos con graves secuelas morales, terroristas y penales ante el pueblo nicaragüense y la comunidad internacional, a la vista de todos tan solo con escarbar sus antecedentes en el partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
También, un sector del capital, grupos de derecha y partidos tradicionales podrán querer ensuciar a algunos jóvenes de este relevo generacional o sacarle alguna ventaja.
Aun con todo, Nicaragua encontrará en su Juventud el Tesoro perdido para recobrar su Libertad.
El autor es poeta y periodista nicaragüense, exiliado en Estados Unidos.