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Este reportaje fue publicado originalmente en el Periódico HOY el 23 de junio de 2019.
Al mismo tiempo en que Zoilamérica Murillo denunciaba a su padrastro Daniel Ortega de abusarla sexualmente durante veinte años, los nicaragüenses conocían detalles de uno de los crímenes más siniestros de la historia. El asesinato del psicólogo Douglas Guerrero Castellón.
Sus allegados le calificaron como un hombre respetable. Era encargado de numerosos proyectos de beneficencia y repudiaba todo tipo de violencia. A la fecha nadie comprende cómo una persona pacífica como Guerrero Castellón tuvo una muerte tan atroz. Esta es su historia
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El 21 de marzo de 1998, según el relato que brindaron las autoridades, el psicólogo de 46 años de edad salió a las 8:00 de la noche de la Farmacia La Salud que administraba y se dirigió a la vela de un amigo. En el evento luctuoso solo estuvo unos minutos porque al recibir una llamada resolvió retirarse en su camioneta blanca Station Wagon, sin despedirse de la familia doliente.
Aparentemente, su destino fatal ya estaba trazado en la mente de Karelia Castellón, de 22 años y su novio Jonathan Zapata, aunque estos siempre negaron premeditación ante los jueces y buscaron a toda costa desprestigiar a Guerrero Castellón, al decir que era un desalmado, un abusador que solapaba su verdadera personalidad con “obras de caridad” y su perfil profesional.
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Muchas versiones
Según el relato acusatorio que presentó la Fiscalía, esa noche (21 de marzo 1998) el psicólogo llegó a Linda Vista para dejarle a Karelia Castellón unos champús para la caída del cabello. Pasó el umbral de la puerta tranquilo, mas no imaginó que Zapata estaba escondido y listo para atacarle con un bloque.
Douglas recibió el primer golpe en el lado izquierdo de la cabeza. La pareja de inmediato puso seguro a la puerta, le subieron todo el volumen a la radio e iniciaron la aniquilación. Otra de las versiones del hecho es la que brindó Zapata. Dijo a la Policía que “lo volvería a matar” si era posible porque nadie tocaba a su amorcito.
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El joven que para entonces tenía 20 años dijo que esa noche él estaba junto a su novia. La dejó sola un momento porque fue a la venta a comprar y cuando regresó encontró a Douglas Guerrero Castellón forcejeando con Karelia.
“Lo avancé queriendo abusar de mi novia… le pregunté que qué pretendía y me dijo: ‘¿No ves lo que estoy haciendo?’ Agarré una botella de gaseosa y le di en la parte izquierda de la cara”. Zapata narró que luego el psicólogo sacó una pistola diciendo que iba a matarles, pero él lo debilitó apuñalándole varias veces. Finalmente lo remató con un bloque. “Le dije que iba a desbaratarlo”, expresó Zapata con total frialdad.
Acto seguido la pareja procedió a envolver el cadáver con una cortina plástica, el forro de la cama y un cobertor.
Acto satánico
Jonathan Zapata confesó a las autoridades que pertenecía a una secta satánica llamada “Mandala”, por tal razón, después de la golpiza atroz que le propinó al psicólogo, decidió beberse un vaso de su sangre en honor a su dios… Satán. “Sentía tanto odio que quería comérmelo”, dijo Zapata.
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Después de realizar el abominable acto, la pareja limpió el charco de sangre, quemaron la ropa ensangrentada en el patio de la vivienda, subieron el cuerpo a la camioneta de la víctima y se dirigieron al kilómetro 10 y medio de la Carretera Vieja a León, en Nejapa. Donde lo calcinaron.
Fue Zapata quien lo roció de azufre y luego prendió los cerillos. “Eso sí es rico Guerrero, y esto es lo que se merece un violador”, le gritó mientras la víctima parecía una antorcha.
El siguiente paso sería huir a León pero en el camino la pareja tuvo un accidente donde Karelia sufrió lesiones graves. Ambos se entregaron a la justicia y alegaron que habían matado a Douglas en legítima defensa.
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En cambio, esa versión, no fue tomada en cuenta por las autoridades pues coincidieron en que por las características y las pruebas recopiladas, el crimen sí había sido premeditado.
Móvil confuso
La misma Karelia Castellón dijo que él psicólogo era su protector, le pagaba casa, agua, luz, comida y sus estudios de Administración de Empresas sin pedir nada a cambio, pero esa noche que llegó a dejarle un champú se acercó a ella, empezó a tocarla, se quitó la ropa y quiso abusarla.
La joven contó que mientras ella forcejeaba con Douglas, entró su novio y para defenderla tuvo que golpear a su atacante. “Era mi novio, nos íbamos a casar, lo que él quería es que no me volviera a tocar. Cuando miré que le estaba golpeando mucho le dije que ya bastaba, pero no se detuvo, yo me puse histérica”, añadió Karelia.
En cuanto al móvil del crimen, hay dos versiones, la primera: se trata de un crimen pasional, Karelia tenía una relación con ambos hombres y estos se agredieron por su amor. La segunda sospecha es el robo, supuestamente las intenciones de los victimarios era quedarse con la camioneta, el celular, 300 dólares y las tarjetas de crédito.
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Según la madre de Karelia, Francis Castellón, ninguna de las explicaciones era suficiente, “aquí hay algo más, mi hija fue utilizada”. Francis compartió que ella había trabajado como doméstica en casa del psicólogo por mucho tiempo y él siempre había sido amable con ella y sus hijos.
Aseguró no estar enterada si su hija y su expatrón tenían una relación amorosa, “él la conoció desde niña, él y su primera esposa eran muy buenos con nosotros”, dijo consternada la señora. Por su parte, Durhan Eduardo Roberto Guerrero, hermano de la víctima, advirtió que en ningún momento esa familia había trabajado para su hermano, todo era una mentira.
Pena máxima para asesinos
El 14 de agosto de 1998 Karelia Castellón y Jonathan Zapata fueron condenados a 30 años de prisión por el asesinato atroz en perjuicio del psicólogo Douglas Castellón. El móvil nunca se aclaró del todo. Incluso llegó a creerse que fue un complot familiar y que Karelia por su apellido “Castellón”, como el de la víctima, era hija natural de este. La madre de la joven jamás quiso hablar del tema.
Karelia ha intentado conseguir su libertad a toda costa. En los primeros siete años de condena apareció tres veces en la lista de indultos en la Asamblea Nacional, pero no prosperaron, también probó ocho veces en la vía judicial.
Lo intentó de nuevo en febrero del 2014, en el Juzgado Tercero de Ejecución de Sentencia, donde la juez Rosario Gaitán le negó el derecho argumentando que según el informe de pronóstico individualizado, hecho por las autoridades de la Cárcel de Mujeres La Esperanza, ella solo había cumplido 15 años, 10 meses y 19 días de prisión de los 30 años a los que fue sentenciada.
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En 2015 su nueva defensa José Luis González solicitó a los magistrados la libertad asegurando que su representada lleva 17 años y 10 meses de efectiva prisión, más 3,960 días trabajados como docente dentro del penal, lo que conmuta a 10 años y 8 meses de prisión que deben de restarle a su condena, ya que fue juzgada y sentenciada con la Ley de Ejecución de 1974.