“Que no los traten como moneda de cambio”, dijo en televisión un familiar de los presos recientemente excarcelados. Lo mismo se puede decir de la autorización a LA PRENSA para que liberen el papel retenido por razones políticas, y la readmisión en la Universidad Nacional Agraria, de los estudiantes expulsados.
¿A qué se refiere la familia de un excarcelado, al decir que no sea moneda de cambio? Al hecho hiriente y doloroso, de apresar, violar la libertad de expresión, y conculcar la autonomía universitaria, para después excarcelar, autorizar y readmitir, como favor.
Preparando el capítulo de un libro que estaremos finalizando muy pronto, entre varios autores, sobre la crisis y las opciones de salida a la misma, he revisado con algún detalle las informaciones y análisis que antecedieron al estallido, hace casi dos años. El 4 de junio de 2016, año electoral, Ortega concluyó el proceso de “privatización” del FSLN, en un supuesto Congreso de esa organización: ese día, sin discusión y debate, se aprobaron cuatro resoluciones. Entre ellas, la candidatura de Ortega para su cuarta Presidencia, y dicho sea de paso es el único candidato presidencial que esa organización ha tenido en su historia. Las otras resoluciones, eran la autorización para que Ortega decidiera la candidatura a la Vicepresidencia y seleccionara a los candidatos a diputados. Obvio, seleccionó a su esposa, y con ella, las candidaturas a la diputación. Y por si fuese poco, en su discurso de aceptación de la candidatura, dijo que ya no habría observadores internacionales, a quienes llamó sinvergüenzas, y diez días después su embajador ante la OEA, y actual canciller, pidió la destitución de Almagro.
También ese año concluyó el proceso de “privatización” de las elecciones nacionales. En cuestión de semanas, la Corte Suprema de Justicia y Consejo Supremo Electoral despojaron a la oposición de toda personería jurídica, y cancelaron las diputaciones que Ortega le había reconocido, siempre como “favor”, a la Alianza PLI (Partido Liberal Independiente) en las elecciones de 2011.
Pero en septiembre se aprobó en primer trámite la Nica Act. ¿Y saben qué hizo Ortega? Llamó a Almagro y le solicitó asistencia técnica para mejorar el sistema electoral. A eso se refieren los familiares de los excarcelados con moneda de cambio. Ortega se ha llenado de concesiones, presos y violaciones de los derechos humanos, para después devolverlos como favor.
Lo que no podrá es devolver la vida a los asesinados.
Creo que a eso se refería un dirigente de la Alianza Cívica (ACJD), cuando decía que en democracia no hay presos políticos. Y desde luego, en democracia no se masacra a quienes protestan pacíficamente. Ortega ha dado señales, ciertamente, pero la única solución es la democracia.
El autor es sociólogo, excandidato presidencial.