El Covid-19 sigue regándose por el mundo, pero estamos viendo algunas señales de que está comenzando a ceder. En Italia, por ejemplo, el número de nuevos casos se está duplicando cada 18 días en lugar de cada dos días como era a mediados de marzo. En España, se duplica cada 14 días. Y hasta en Estados Unidos, ahora el país con más afectados del mundo, el número estimado de muertos ha bajado de 120 mil inicialmente a aproximadamente 60 mil ahora.
Esto está haciendo que algunos países piensen que está acercándose el momento de reactivar sus economías, paralizadas por la agresiva aplicación de políticas como el distanciamiento físico. El presidente Trump, por ejemplo, aspira reabrir la economía el 1ro de mayo.
Cantar victoria en la guerra contra el Covid-19, aún en países del primer mundo, es riesgoso. “Estamos al fin del comienzo” de la guerra, a como dijo en otro contexto Winston Churchill. Debilitar la aplicación de las políticas de mitigación podría desencadenar un rebote de la peste que seguirá siendo peligrosísima hasta que se descubra y aplique una vacuna contra ella. Y esto tomará un año más. Lo aconsejable por ahora es mezclar prudentemente medidas de reactivación económica con una continuación de los protocolos que están surtiendo efecto.
En cuanto a Latinoamérica, las tendencias del Covid-19 no son nada alentadoras. En el Ecuador, el número de nuevos casos de coronavirus se está duplicando cada siete días. Igual en México y Cuba. Claramente esto es preocupante. Pudiese resultar en el colapso de los sistemas de salud, sobre todo en los países más pobres de nuestro subcontinente.
En Nicaragua las instituciones de salud pública son pobres, frágiles y altamente vulnerables. El Covid-19 ya está perjudicándonos por su impacto en las economías de nuestros socios comerciales incluyendo, sobre todo, a Estados Unidos, el mayor de estos. Lo último que necesitamos es que se sume a nuestro sombrío panorama económico un colapso de nuestro sistema de salud ¡tal como ha ocurrido en Guayaquil!
Por no acatar los protocolos recomendados por la Organización Panamericana de la Salud y los países que están amansando al Covid-19, existe una percepción mundialmente de que el Gobierno no está tomando en serio a la pandemia. Y la larga invisibilidad del comandante Ortega alimenta esa percepción.
El Carmen debe de dar un fuerte golpe de timón para limpiar su imagen. Si no cambia su actitud y se junta a los médicos e instituciones privadas nacionales para derrotar al Covid-19 tendrá que “cargar con el muerto” de un eventual colapso de la salud en nuestro país. Y tampoco tendrá acceso a los fondos que están reuniendo el Fondo Monetario y Banco Mundial para combatir al Covid-19 y sus secuelas.
El autor fue canciller de Nicaragua.