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¡Silencio!

La voz de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, hoy San Juan Pablo II, me resuena en los oídos cada vez que oigo algunas de las intervenciones de dirigentes de las diferentes agrupaciones políticas, que parecen no entender que ya somos un pueblo saturado de retóricas, mientras compiten por tener o controlar “el poder” en el segundo país más pobre del continente, sin tomar conciencia que no van a tener ningún poder sino el deber de servir a un pueblo que quedará más desgraciado que en todas las tragedias que ha vivido.

¡Silencio! dijo y repitió Su Santidad en medio una masa humana aparentemente espontánea pero que respondía a la lógica del G2 cubano y de la DGSE, que hábilmente confrontó a las madres de caídos del servicio militar “patriótico” en las montañas del norte de nuestro país, con el discurso del papa hasta llegar a la confrontación. Las organizaciones de masa siempre manipuladas con habilidad por los operadores del sandinismo repetían a voz en cuello, ¡Queremos la paz! A lo que el papa respondía: ¡Silencio! ¡¡Silencio!! hasta llegar a reclamar: ¡la primera que quiere la paz es la Iglesia!

En estos días de rüido con diéresis, como el de Fray Luis de León, de un largo desfile de analistas, comentaristas, politólogos, sociólogos y “ruidólogos” he recordado a Su Santidad pidiendo silencio a un pueblo al que la bulla, el pleito, el escándalo parecen atraerlo, como que así mágicamente, encontraremos la solución a nuestros problemas de toda naturaleza.

Hace falta que los medios de comunicación social inviten a psiquiatras y sicólogos que nos ayuden a entendernos, tal y como en una oportunidad Sigmund Freud escribió sobre la perversión de las masas, explicando que el individuo masificado pasa fácilmente a convertirse en cosa, cosificado por el discurso y la retórica demagógica, deja de ser racional hasta convertirse en un ente irracional, pasa de hombre pensante a masa bruta, hasta posiblemente degenerar en horda, en la bestialidad. Así ha sido en la historia de la humanidad, desde tiempos inmemoriales hasta llegar a naciones enteras ya en tiempos modernos que aún y siendo cultas y civilizadas, devinieron en masas que al compás de los megáfonos y los altoparlantes y, ahora, la televisión y las redes sociales, pueden ser manipuladas. El flautista de Hamelin ahora no usa una flauta sino la informática.

Parece que la lucha es ahora por quién controla la web, las redes, los medios de comunicación como lo hacen quienes manejan de manera absolutista a nuestro país. Y hemos caído en la trampa, mientras los medios de comunicación del sistema bombardean con mensajes unificadores y hasta irracionales ofreciendo ilusiones, los nicaragüenses tienen que “tragarse” más discusiones bizantinas, lo más trágico, entre los que se dicen demócratas, en vez de propuestas serias, serenas, racionales, sencillas, esperanzadoras y no peroratas muchas veces ininteligibles que cansan más a los destinatarios de esos programas.

Necesitamos ingresar a una etapa de silencio reflexivo y de construcción positiva de un proyecto de rehabilitación democrática lo que pasa, necesariamente, por acallarnos y en mansedumbre de espíritu, reconocer qué estamos aportando o qué no al futuro del país.

¿Por qué esta confrontación en la misma acera de los opositores? ¿Por qué esta incapacidad de aclararnos la mente para identificar quién es quién, en esta Nicaragua que, hasta hoy, parece no tener un destino común como nación?
¡Silencio! Para rearmar el tablero descompuesto de los demócratas que quieren vivir en libertad y en paz, para luego presentar a la nación un programa, una ruta y a los patriotas que se sacrificarán para volver a la República.

El autor fue miembro de la Comisión Nacional de Reconciliación creada por los Acuerdos de Esquipulas II. Miembro del CEN del partido Ciudadanos por la Libertad.

Opinión medios de comunicación silencio
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